La imperfecta voluntad de Dios

¿Por qué Dios no impone Su voluntad en muchas ocasiones? O por el contrario, ¿por qué consiente algunos de nuestros despropósitos sabiendo que nos pueden resultar perjudiciales?

22 DE MARZO DE 2015 · 06:35

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No siempre nos resulta fácil discernir la perfecta voluntad de Dios para nuestra vida. Por lo general, todos somos muy indulgentes con nosotros mismos. Es realmente asombrosa nuestra capacidad de autojustificación con respecto a nuestros propios errores personales aunque, gracias a Dios (nunca mejor dicho), no somos sentenciados y condenados por el Juez justo a la primera de cambio, porque Él se deleita en misericordias y se acuerda de que somos polvo. Pero en nuestra reflexión personal, deberíamos concluir con honestidad que la misericordia de Dios hacia nosotros no nos exime, ni mucho menos, de nuestra responsabilidad ante Él; por lo cual, también somos moralmente responsables de nuestros irresponsables actos y de nuestras ociosas palabras.

He definido la imperfecta voluntad de Dios en uno de los casos más celebres de la historia, consentido por Dios mismo a Su pueblo. Estoy refiriéndome a la petición que Israel hiciera a Samuel para que les levantara un rey que les gobernase, en lugar de un juez. Esto desagradó completamente a Dios, a la vez que al mismo profeta: “Y el Señor dijo a Samuel: Haz caso a todo lo que el pueblo te dice. Porque no te han rechazado a ti, me han rechazado a mí, para que no reine sobre ellos” (1 Samuel 8:7). Sin embargo, Dios accedió a que ellos eligieran un monarca y les advirtió lo que esto supondría para su futuro como pueblo, al dejar de ser una teocracia para convertirse en una autocracia como las demás naciones de la época (1ª Samuel 8: 1-22 /Deuteronomio 17:14-20).

Frecuentemente me pregunto: ¿Por qué Dios no impone Su voluntad en muchas ocasiones? O por el contrario, ¿por qué consiente algunos de nuestros despropósitos sabiendo que nos pueden resultar perjudiciales?

Mi única respuesta es, porque Dios es bueno y paciente con nosotros en gran manera. Cuando oramos el Padrenuestro, para que se haga “Su voluntad en la tierra como se hace en el cielo”, estamos diciéndole que no queremos hacer la imperfecta voluntad de Dios con nuestras caprichosas decisiones; aunque pudieran parecer justificables humanamente hablando.

Dios quiere ser el Rey absoluto de nuestra vida, un Rey que gobierna con gran sabiduría, amor y una indiscutible autoridad. No es lo mejor vivir en la voluntad permisiva de Dios, porque ese territorio nos coloca en una zona de gran riesgo espiritual y nos expone a muchos peligros de los que Dios mismo no se hace responsable, tal como advierte a los futuros súbditos de esa nueva monarquía en Israel. Por lo tanto, no debemos resignarnos a vivir en la imperfecta voluntad de Dios sino a caminar en Su perfecta voluntad, más allá de nuestras inconscientes faltas y errores personales. Porque el verdadero éxito en la vida del cristiano es conocer y hacer la perfecta voluntad de Dios hoy, aquí y ahora (Romanos 12:1-2).

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - El Tren de la Vida - La imperfecta voluntad de Dios