¡Año Nuevo: Vida Nueva!

Necesitamos vivir armoniosamente cada momento, poniendo freno a esa tendencia de magnificar lo superfluo y pasajero.

27 DE DICIEMBRE DE 2014 · 22:25

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Recuerdo que en mi niñez la familia se reunía para festejar la Navidad y el Año Nuevo con los parientes más unidos. Vivíamos en una pequeña casa urbana donde nunca podríamos haber reunido a todos. Por eso cada año el sitio elegido nos obligaba a trasladarnos a casa de tíos o abuelos. Revivo de aquellos años felices el trajín de las compras y arreglos de último momento para movilizarnos con lo que aportábamos a la celebración, la excitación no exenta de nerviosismo, y las instrucciones maternas sobre cómo debía ser mi comportamiento, particularmente a la hora de la mesa y al llegar la medianoche.

¡Ah, qué dulce cosquilleo me recorría el cuerpo al anticipar los petardos y fuegos de artificio! No veía las horas de que pasara todo y llegase ese momento tan ansiado, cuando el cielo oscuro era iluminado por cientos de colores y el silencio nocturno era roto por los estruendos y los gritos de alegría. ¡Feliz Año Nuevo! ¡Año Nuevo: Vida Nueva! Las frases se repetirían una y otra vez, copa de champaña en mano y con ojos brillantes de entusiasmo; era el momento en que con mis primos hacíamos sonar los cohetes y petardos; después de todo, el ruido, la gritería y el olor a pólvora eran nuestra contribución a los festejos. Hasta que llegaban los fuegos de artificio preparados por los mayores para el asombro y algarabía general.

Cuando pasaba todo y de madrugada regresábamos a casa con la barriga llena y los párpados pesados de sueño, en mi mente no dejaban de dar vueltas las imágenes vividas y las frases repetidas: ¡Feliz Año Nuevo! ¡Año Nuevo: Vida Nueva!

Al reflexionar nuevamente sobre esos festejos y valorar lo permanente sobre lo perecedero, uno comprende que los años pasan con suma rapidez, aunque la vanidad del mundo se empeña en hacernos creer que podemos vivir por siempre1.

Sin embargo, cuán cierto es que necesitamos vivir armoniosamente cada momento, poniendo freno a esa tendencia de magnificar lo superfluo y pasajero. En esto, nadie mejor que el Creador para enseñarnos sabiduría y el Espíritu de Dios para guiarnos a toda verdad2.

FELIZ AÑO NUEVO

Algo propio a nuestra cultura occidental, materialista y monetarista, es catalogar de viejo y sin valor todo lo ya usado.

Las leyes de mercado son tan inflexibles que una mujer – que se precie de moderna – no puede lucir una misma prenda más de una vez. No faltará quien validará esta norma fatal acotando “Fulana lució lo mismo que hace un año cuando…”; ni el hombre de negocios que diga de otro “Ese tío no ha cambiado el coche en tres años”.

Lo cierto es que el calendario es empleado según las personas y sus circunstancias. Por el lado del humor negro no falta el narrador de cuentos que saque de su repertorio aquél acerca del hombre entrado en años que, de madrugada, despierta a su esposa exclamando una y otra vez “¡Feli…zaño…nuevo!”; entre dormida y despierta, su cansada esposa enciende la lámpara, lo mira y le regaña “Estás soñando, viejo, estamos en junio, duérmete de una vez”. Él, jadeando y tembloroso, recoge la dentadura postiza de la mesa de noche, se la coloca como puede y luego de aspirar profundamente dice “¡Felisa… me … muero!”

Lo que ocurre con la gente de ‘la tercera edad’ llega a extremos increíbles por causa de la desidia de hijos y nietos. Confinados en instituciones altamente lucrativas, a falta de un ‘Estado de bienestar’ y de los constantes recortes presupuestarios los ‘viejos’ depositados allí por sus descendientes acomodados no desentonan con el lustre del éxito consumista.

La felicidad actual para muchos depende del poder adquisitivo. Preguntémonos si esta cultura secular no está incorporada en forma de doctrinas sustitutivas del Evangelio de Cristo. Se sabe que la gente va allí donde la hagan sentir feliz; aunque sea un día a la semana se agolpa en cómodos sitios de culto desde cuyos púlpitos oyen lo que les gusta.

Muy diferente es el Evangelio de la buena noticia, la Buena Nueva de salvación. Dejando perplejos a los doctos, Jesús predicó en la sinagoga de Nazaret sobre el profeta Isaías. Aquel niño que había crecido en la casa del carpintero José y su madre María, lleno del Espíritu Santo tras superar la tentación en el desierto, se presenta como el ‘ungido’ de Dios que viene al mundo “A predicar el año agradable del Señor.”3

Ese ‘año’ no termina al cabo de 365 días; es el nombre que reciba la era de gracia inaugurada por Jesús de Nazaret con el Evangelio bíblico. Es un período agradable porque en él Dios se manifiesta al mundo como un Padre de amor presto a recibir con sus brazos abiertos a sus hijos e hijas extraviados. El Evangelio sigue siendo predicado, en medio del materialismo consumista que intenta esclavizarnos. Junto con él se enseñan doctrinas de inescrupulosos que hacen mercadería de los que van a los sitios equivocados en lugar de estudiar sus Biblias4.

Felices aquellas personas que saben la diferencia entre Evangelio y doctrina de hombres (y mujeres) pues escaparán del duro castigo que espera a estos perversos.

AÑO NUEVO: ¿VIDA NUEVA?

El regalo típico de cada año es un almanaque. Recibí uno del gerente del banco con el que operamos; es una forma segura de publicidad diaria para quien hace del dinero su negocio; y a muy bajo coste. En el ideario popular es un rito bajar el viejo calendario y poner el nuevo. Es como comenzar a vivir ‘otra’ vida. En la última media noche del año que termina se piensan los tres deseos con la ferviente esperanza de que se cumplan a partir del primer minuto del primer día del nuevo año. Se cree en el ‘año nuevo’ como se cree en un dios benefactor. Las épocas cambian, pero el paganismo y la idolatría siguen gozando de buena salud.

Porque no hay dos días guales la Biblia dedica muchas páginas - que abarcan muchos siglos – para recalcar lo beneficioso que es vivir cada día de nuestra vida dándole su real importancia.

En los orígenes de la vida leemos en las Sagradas Escrituras “Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana un día.”5 Y que el Creador acabó Su obra en seis días y que en el séptimo descansó6.

David describe en uno de sus salmos las maravillas de la creación divina y menciona que “Un día emite palabra a otro día, Y una noche a otra noche declara sabiduría.”7 Y en otro, declara una verdad ignorada por las mayorías “Bienaventurado el que piensa en el pobre; En el día malo lo librará Jehová.” 8

Por haber padecido aflicciones el salmista puede expresar con gratitud “Pero yo cantaré de tu poder, Y alabaré de mañana tu misericordia; Porque has sido mi amparo Y refugio en el día de mi angustia.”9

Debido a esas y muchas otras razones, que conviene averiguar, David canta a Dios “Mi boca publicará tu justicia y tus hechos de salvación todo el día, aunque no sé su número.”10

David conoció a Dios de cerca. Su vida, como puede serlo la de toda persona pecadora, fue cambiada radicalmente. Su caso es especial pues de su descendencia nació Jesucristo, el Redentor de la criatura humana y de la Creación toda.

Cuando Jesús enseñó a pedir por el pan de cada día los que quisieron oírle aprendieron también que es mejor depender del Padre que creerse autosuficientes11. Nosotros aquí deberíamos recordar cada día del año esa enseñanza y la que sigue a la oración modelo

Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.”12

El discípulo amado del Señor nos informa de un día muy especial reservado a los que seguimos a Jesucristo. “Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. (…)Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero.”13

¡Qué bendición es saber que nuestro pan de cada día (salud, trabajo, abrigo) es nuestra segura provisión de parte del Padre! ¡Qué bendita esperanza tenemos los que esperamos el “día postrero”, es decir, el día cuando regrese el Señor Jesucristo! 14

Ese día los que hayan muerto confiando en Él resucitarán primero y luego nosotros los que hayamos quedado vivos seremos transformados recibiendo un cuerpo nuevo15.

De modo que, bien podemos invertir la frase y decir “Vida Nueva, año nuevo” para aquellos que hayan nacido del Espíritu Santo, únicos que habrán de co-heredar la vida eterna en Cristo, ahora y en la vida venidera. ¿Estás ya entre ellos?

Dando gracias a Dios por este año que pasó, será hasta el 2015, si el Señor lo permite.

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Notas

01. Job 7:16; Salmo 39:5; 144:4; Eclesiastés 1:2, 14; recomiendo leer todo este libro.

02. Proverbios 1:7; 9:10; Juan 16:13.

03. Lucas 4:19; Isaías 61:2.

04. 2ª Pedro 2:3.

05. Génesis 1:5.

06. Ibíd. 2:2-4.

07. Salmo 19:2.

08. Ibíd. 41:1.

09. Ibíd. 59:16.

10. Ibíd. 71:15.

11. Mateo 6:11.

12. Ibíd. 34.

13. Juan 6:39, 40, 44.

14. Hechos 1:11.

15. 1ª Tesalonicenses 4:16,17.

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