Las abuelas escandalosas de Jesús

En esta primera parte sobre la genealogía de Jesús, Will Graham nos habla de Tamar y Rahab.

13 DE DICIEMBRE DE 2014 · 21:55

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Empecemos hoy con dos preguntitas: primero, ¿quién ha leído la genealogía de Jesús en Mateo 1? y segundo, ¿quién, en el caso de haberla leído, la he encontrado emocionante? ¡Seamos honestos, eh!

Irónicamente, a pesar de formar parte de la primera parte del primer libro del Nuevo Testamento (por orden canónico), la genealogía de Cristo se trata de uno de sus párrafos menos estudiados.

En esta Navidad quiero avivar el estudio de la genealogía del Señor y examinar cuidadosamente los cuatro nombres femeninos que aparecen en la lista. Aquí tenéis una tercera pregunta: ¿alguien puede nombrar a las cuatro mujeres sin abrir la Biblia? La respuesta es: Tamar, Rahab, Rut y la mujer de Urías. Llevo un par de años llamándolas las abuelas escandalosas de Jesús.1

Ahora os explicaré el porqué. Vais a disfrutar. Os lo prometo. Hoy hablaremos sobre Tamar y Rahab y la semana que viene –en la segunda parte- sobre Rut y la mujer de Urías.

¿Preparados?

1.- TAMAR

Si no habéis oído hablar de Tamar, echad un vistazo a Génesis 38. Allí relatan las Escrituras que sus dos esposos (Er y su hermano Onán) eran tan extremadamente malvados que Dios mismo se los cargó a los dos. ¿Hay algún lector masculino por allí que tendría ganas de ser su tercer marido? ¡Yo paso! ¡Ya tengo mujer! ¡Menos mal!

Resulta que el suegro de Tamar –un tal Judá- prometió que le daría a su nuera su tercer hijo como esposo. Su nombre era Sela. El único problema es que Sela era bastante jovencito y por lo tanto, Tamar tendría que esperar unos años antes de poder casarse con él. No obstante, conforme iban pasando los años, Judá se olvidó de la promesa que había hecho a Tamar y la pobre se quedó sola. Esta situación llevó a Tamar a idear un plan astuto con el fin de engañar a su suegro.

Sabiendo Tamar que Judá iba a trasquilar sus ovejas en Timat, decidió vestirse como una prostituta (es decir, cubriéndose la cara con un velo) y encontrarse con su suegro por el camino. Al verla, Judá –sin saber que era su nuera- le preguntó, “¿Cuánto quieres? ¿Te conformas con un cabrito?” Ella dijo, “Perfecto. Pero quiero una prenda. Dame tu sello, tu cordón y tu báculo”. Judá se los dio y los dos pasaron la noche juntos.

Después de su noche de placer, Judá pasó los siguientes tres meses intentando encontrar a la misteriosa ramera con el fin de darle su cabrito prometido pero no la halló por ningún lado. Y hay más. Al mismo tiempo, se enteró de que Tamar tenía la barriga un poco hinchada. ¡Estaba embarazada! ¿Cómo reaccionó Judá? Decretó: “¡Sacadla y sea quemada!” (Génesis 38:24).

El pueblo se reunió para quemar viva a la fornicadora. Pero antes de que se apoderasen de ella para matarla, Tamar soltó unas palabras que dejaron a Judá más que un poco sonrojado. “El bebé que llevo dentro pertenece al hombre de quien es este sello, este cordón y este báculo”. ¡Ufff…! “Tierra, trágame ahora mismo,” oraba Judá.

Judá, al darse cuenta de que se había acostado con su nuera y no había cumplido su promesa a ella tocante al tercer marido, respondió, “Más justa es ella que yo, por cuanto no la he dado a Sela mi hijo”. Y así Tamar fue salvada por los pelos. Seis meses después de aquella ilustre tarde, ella dio a luz a dos hijos varones llamados Fares y Zara. El primero se convirtió en un antepasado del Mesías y el segundo abrió una cadena de tiendas de moda en España en 1975.

Pensad en esto por un momento: Fares, el tartara-tartara-tartara-tartarabuelo del Mesías, era un bastardo en términos bíblicos, o sea, hijo de una relación incestuosa. ¿Qué pinta ése en la genealogía del Mesías? ¿Se equivocó Mateo a la hora de redactar su Evangelio? ¡Qué va! El mensaje de la Navidad es que Cristo no vino para los sanos sino para los enfermos. Descendió a Belén para limpiar nuestra mugre y quitar nuestra porquería.

Éstas sí son Buenísimas Nuevas.

2.- RAHAB

La segunda abuela escandalosa es Rahab. ¿Qué? ¿Rahab la sucia ramera? ¿Rahab la prostituta? ¿Rahab la obscena? Sí, sí, sí. Me refiero a esa Rahab, la que se ganaba la vida yendo de cama en cama de hombre en hombre de orgía en orgía de burdel en burdel. ¡Rahab la muchacha que se levantaba de la cama para meterse en otra!

Debe haber algún error aquí. Seguramente Mateo estaba teniendo un mal día cuando esbozó el árbol genealógico de Jesús. ¡Como si lo de Tamar ya no fuese lo suficientemente chocante! Y ahora el tipo se anima a colocar a Rahab en la lista. ¡Madre mía….! ¿En qué estaba pensando el apóstol?

Podéis encontrar más info sobre Rahab en Josué 2. Recapitulando brevemente, ella vivía en la cuidad estratégica de Jericó cuando fue conquistada por el ejército de Josué. Antes de tomar la Tierra Prometida, el Capitán Josu envió a dos hombres para espiar la tierra. Y éstos optaron por esconderse en el barrio rojo de Jericó. ¿Por qué? Porque allí uno pasa desapercibido. Con tal de que tengas pasta en la cartera nadie te pregunta nada. Resulta que los varones se ocultaron en una casa de citas. ¿Y la dueña? Se llamaba Rahab.

De alguna forma (no sabemos cómo), el rey de Jericó se enteró de que dos soldados hebreos habían estado en la casa de Rahab. Le dijo a la prostituta, “Saca a los hombres que han venido a ti, y han entrado en tu casa; porque han venido para espiar toda la tierra”. Pero Rahab, en lugar de obedecer a su rey, en un acto de traición escondió a los dos hombres y respondió, “Su Majestad, no tengo ni idea dónde se encuentran” (Josué 2:3-4). Esa misma noche, Rahab cogió a los muchachos del terrado de su casa y los descolgó por las murallas de la ciudad por su famoso cordón de grana, pidiéndoles que se apiadasen de ella y de su familia una vez que las tropas de Josué tomaran el país. Los hombres aceptaron su petición y el resto es historia.

Bueno, hubiera sido historia si no fuese por Mateo, Santiago y el autor de Hebreos, los cuales decidieron resucitar el relato de Rahab en el Nuevo Testamento. ¡Ah! Y se me olvidó contaros otra cosa más. Los espías cumplieron su promesa a Rahab (Josué 6:25) y poco después, la ramera se casó con un tal Salmón (creo que era de Río). Juntos tuvieron un peque llamado Booz, el mismo Booz en cuya familia el Mesías iba a nacer más de un milenio después. La realidad supera la ficción.

¿Qué podemos aprender acerca de la historia de Rahab? Pues, que una sucia ramera, una prostituta, una obscena no está más allá del poder de la gracia de Dios. Puedes agregar “mentirosa” y “culpable de traición a la patria” a la lista también. De hecho, ¿hay alguna regla ética que Rahab no desobedeció? Sin embargo, fue salva por la fe en el Dios de los israelitas. ¡Impresionante! Sé que Pablo se llamó a sí mismo “el primero de los pecadores” pero tengo que confesar que parece un angelito en comparación con esta desgraciada mujer.

Es como si Dios pusiera el nombre de Rahab en la Biblia para provocarnos a ira. Le decimos al Señor, “¿Cómo puedes salvarla a ella? ¿Por qué le mostraste misericordia? ¿Qué razón puede haber para derramar gracia sobre ella?” Y el Dios de la Navidad nos responde, “¿Quieres saber algo más sorprendente que eso? Te perdoné a ti…

Seguiremos la semana que viene con la segunda parte, amigos y amigas.

1 Doy gracias al hermano Raymond Bakke por haber llamado mi atención a ese asunto en su libro Misión integral en la ciudad (Ediciones Kairós: Barcelona, 2002).

 

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