Iglesia reformada semper reformanda, Soli Deo gloria

En nuestro tiempo casi nada es seguro y todo es posible.  La nueva consigna parece ser, "ecclesia reformata semper deformanda".

29 DE NOVIEMBRE DE 2014 · 22:56

,órgano iglesia

En esta serie, nos estamos concentrando en las consignas que mejor resumen los denominadores comunes de la Reforma.  Ya hemos visto la Sola scriptura, la Sola gratia, la Sola fide, la libertad cristiana, y el sacerdocio universal del creyente.

Con este artículo finalizaremos con la Ecclesia reformata semper reformanda, el Soli deo gloria y una conclusión final.

 

ECCLESIA REFORMATA SEMPER REFORMANDA  

(Secundum Verbum Dei)

Esta consigna expresa una realidad: los Reformadores no pretendían tener toda la verdad ni ser dueños de un sistema final de conceptos absolutos. Lutero era un "teólogo irregular" que nunca intentó formular un sistema. Calvino, por supuesto, articuló un sistema doctrinal, pero vivía revisándolo hasta nueve ediciones, alternando entre el latín y el francés. Algunos de los aportes más valiosos aparecen sólo en la novena edición. Si Calvino no hubiera muerto, sin duda hubiera producido una décima edición. Tillich define "el principio protestante", muy acertadamente, con la frase, "sólo Dios es absoluto". Karl Barth advierte contra la tentación de tener al "sistema" como la verdad absoluta, lo cual identifica como idolatría.

Lamentablemente, en el siglo XVII, amenazados por el racionalismo escéptico de la época, la teología luterana y la calvinista cayeron en una rígida ortodoxia escolástica. Aunque hicieron algunos aportes, no lograron "defender" su fe sino que la redujo a un dogmatismo estéril. Curiosamente, luteranos y calvinistas se acusaban mutuamente de ser herejes, cripto-católicos y otros insultos.

El movimiento wesleyano puede verse en parte como una reacción contra esa "ortodoxia muerta" e hizo mucho para rescatar la salud del protestantismo. Pero a inicios del siglo XX la ortodoxia dogmática se resucitó en los Estados Unidos en la forma del fundamentalismo norteamericano.

Hoy día, cuando la tolerancia se ve como el sumo bien, son menos los reductos de ortodoxia cerrada, aunque los hay. Al contrario, en nuestro tiempo casi nada es seguro y todo es posible.  La nueva consigna parece ser, "ecclesia reformata semper deformanda".

La intención de la "semper reformata" era la de corregir errores y ser cada vez más fiel al Señor y su Palabra. Desde el siglo pasado la iglesia vive de fiebre en fiebre, cambiando de modas como los estilos de zapatos ("health and wealth", "name it, claim it", evangelio de prosperidad, tumbadera de gente, "apóstoles" y profetas, maldiciones generacionales etc etc ad infinitum). Muchas veces la innovación hoy no es para corregir errores sino de introducir nuevos errores. Muchas veces el fin no es mayor fidelidad sino mayor éxito, mayor fama o mayor dinero.

 

SOLI DEO GLORIA

"A Dios, y sólo a Dios, sea toda la gloria" fue una consigna fundamental de la Reforma. La iglesia de la época daba mucha gloria a otros en lugar de sólo a Dios. La Reforma fue una redescubrimiento de Dios, en perspectivas antes desconocidas. Los Reformadores tomaban muy en serio a Dios como el centro de toda su vida. Antes de su gran descubrimiento de la gracia, Lutero temía a Dios con horror y pánico, pero después se deleitaba en el amor del Dios de la gracia.

Calvino era un hombre sobrecogido por la maravilla de la gloria de su Señor. La Reforma fue un gran encuentro con Dios. Puso Dios en el centro de su vida y su pensar, y le daba toda la gloria a él. Johann Sebastián Bach escribía las siglas "S.D.G." al inicio de todas sus partituras.

Hoy nuestra iglesia también tiene que redescubrir esta consigna de la sola gloria de Dios.  Nuestra sociedad está permeada por el culto a la personalidad; hablamos de los "ídolos" de Hollywood y las "estrellas del deporte", etc.  Las iglesias tienen también sus "estrellas" y a veces "dioses" a quienes adoran: mega-pastores, profetas y sanadores, algunos evangelistas promovidos con publicidad al estilo de Hollywood. En la iglesia del Señor no caben el personalismo y el culto a la personalidad.

Cuando Dios curó al cojo por medio de Pedro y Juan, y la gente los quería reconocer como milagreros, Pedro les contestó, "¿Por qué nos miran a nosotros, como si nosotros, por nuestro propio poder o virtud, hubiéramos hecho caminar a este hombre? El Dios de Abraham, Isaac y Jacob, el Dios de nuestros antepasados, ha glorificado a su siervo Jesús" en sanar a aquel enfermo.

Originalmente un "don de sanidad" no significaba algún poder que poseyera alguna persona, sino el acto de Dios de dar salud a un enfermo. A veces se habla de los "sanadores" como si fuesen dueños del poder milagroso; "en estas manos hay poder de sanar", dijo uno de ellos, mostrando sus manos ante las cámaras. Al contrario, "¿Por qué nos miran a nosotros, como si nosotros hubiéramos hecho algo", dijeron Pedro y Juan, para dar la gloria al Señor.

Esta consigna significa también que podemos, y debemos, glorificar a Dios en todo lo que hagamos. "Una lechera puede ordeñar las vacas para la gloria de Dios", dijo Lutero. En todo, nos exhorta San Pablo, "ya sea que coman o beban o hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios" (1 Cor 10:31).

 

CONCLUSIÓN

Nuestro momento histórico se parece dramáticamente al de los Reformadores en el siglo XVI: revolución en las comunicaciones (la imprenta de Gutenberg; hoy teléfono, radio, TV, computadora, internet y hasta iPod); revolución del espacio vital de la humanidad (navegación mejorada; Cristobal Colón 1492; hoy autos, aviones, viajes al espacio); revolución armamentista (el fusil portátil, arcabs y mosqueta; hoy, armas nucleares) y sobre todo, una crisis de autoridad que produce gran confusión.

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