Longevidad y bienestar

Si yo tuviera que escoger un momento histórico para vivir, desde el punto de vista de la salud, no tendría ninguna duda: escogería el nuestro.

16 DE NOVIEMBRE DE 2014 · 06:35

,reloj de bolsillo

Mi padre fue, según mi madre, un admirable pintor-decorador, solicitado por su estilo, la pulcritud de su trabajo, su elegante educación y la magnífica forma de terminar sus trabajos y el amor a los suyos.

Idealista, se fue voluntario a la guerra para defender sus convicciones sostenidas por el Frente Popular. Eran tiempos de guerra civil, y de clara victoria del Dictador y su dictadura, donde el ciudadano tenía que escuchar, obedecer y someterse.

Mi padre, siempre según mi madre, vino gravemente enfermo del corazón, del frente donde trató de ayudar a defender las libertades, y tuvo que pasar varios años con graves dolencias cardiacas. Finalmente su corazón falló y con 35 años, nos dejó solos a mi madre, mi hermana y mis abuelos y a mí, en el seno materno, con siete meses de vida. Mi hermano Taviet de Octavio, como mi padre, murió a los cuatro años de una Neumonía.

Si hubiesen existido los antibióticos adecuados, las válvulas mecánicas aórticas, y si hubiesen tenido acceso a ello, quizá estarían vivos, al menos mi hermano.

¿Por qué puedo aventurarme con esas predicciones?; ¿por qué ‘Desde el Corazón’ puedo atreverme a decir que hoy ni mi hermano ni mi padre hubieran fallecido? En primer lugar, porque aquellas enfermedades hoy se curan con los tratamientos adecuados, y porque los porcentajes de curación se elevan en el transcurso de los años, con los admirables avances médicos. Todos los médicos del mundo, sobre todo los que trabajan en la investigación, pueden afirmar casi unánimemente que hoy el ser humano vive más y mejor. Es un dato innegable que la vida del hombre se está alargando; que los 60 años que se consideraban la línea de la tercera edad –que a mí me gusta definir como “juventud acumulada”  es un paso hacia la cuarta o la quinta, porque gracias a Dios, nunca se tuvieron tantos medios para vivir más y mejor. Hoy una persona de 80 años puede vivir activamente, con la ayuda de la fortaleza interior y la vigilancia de la medicina.

Aparte de los progresos en ciencia espacial ¡vaya que me preocupa que una nave se haya posado en un cometa más allá de ciertas estrellas! pocas ciencias han avanzado tanto como la medicina, las disciplinas que estudian el cuerpo y la psique humana y los descubrimientos en el campo de la prevención. Es cierto que “Desde el Corazón” puedo oír a ciertos quejumbrosos lectores lamentando que hay miles y millones de personas que aún mueren por enfermedades como la malaria, la lepra, el sida, el ébola; y cierto que la corrupción que también llega a la industria farmacéutica, se ocupa más de las perspectivas económicas que de la sanidad mundial; pero estos aspectos lamentables no deben impedir que veamos las facetas positivas y sería injusto negar que hoy la medicina salva más vidas que en cualquier época de la historia. Tiempo y espacio me faltaría para enumerar los incontables progresos, en todos los aspectos de la Medicina.

Por supuesto que seguiremos quejándonos de que la asistencia médica podría ser mejor –sobre todo, la asistencia pública  y protestaremos y se hará política porque el margen de error en el campo médico sea alto y más, cuando los medios de comunicación lo exageren para crear noticia. Y diremos que aún faltan médicos que además de doctores sean verdaderos psicólogos, humanistas y cristianos (así los deseaba el propio VOLTAIRE), para tratarnos no sólo como máquinas, como “el operado de la vejiga” y números, sino como seres humanos, dignos del mayor respeto.

Todo ello es verdad, y lo es en todas las latitudes, pero si yo tuviera que escoger un momento histórico para vivir, desde el punto de vista de la salud, no tendría ninguna duda: escogería el nuestro.

¿Y la muerte?; ¿cuál es el papel de la muerte en este proyecto?; la muerte es inevitable. No hay en toda la literatura religiosa, una afirmación tan seria, real, respetuosa y de advertencia como la que se encuentra en la Biblia: “está establecido que el hombre muera una vez y después el juicio” y es inevitable, porque a la par de ser consecuencia del pecado, el hombre no podrá vencerla. Y si lo consiguiera –escribo como ficción , probablemente, dada la maldad humana, acabaríamos pidiendo que volviera. Pero la muerte no es el problema. El problema es la vida: lo que cuenta es vivir, y poder hacerlo lo mejor posible, sanos y activos, serviciales hacia otros y fuertes de espíritu, anhelando las virtudes y desechando la mediocridad moral, con fe y esperanza, amando, con ayuda de la medicina para el cuerpo y para el alma.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Desde el corazón - Longevidad y bienestar