Eso no es libertad de expresión

En el fondo, lo que hay, es la misma patraña de una humanidad que no acepta sus propias perversiones.

16 DE MAYO DE 2014 · 22:00

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Hace unos días, en una desafortunada secuencia de acontecimientos, una política fue asesinada a tiros en la calle (según asegura la policía, por motivos personales) y como no podía ser de otra manera, la gente vomitó con generosidad sus ideas al respecto en las redes sociales. Como viene siendo costumbre, hubo gente que llegó a decir cosas tan ofensivas e hirientes que el ministro del Interior comunicó a la prensa que se investigaría si algunos de esos comentarios podían ser considerados delitos y ser perseguidos. Las redes sociales, entonces, comenzaron a mofarse del susodicho ministro por ser, según ellos, un gazmoño meapilas y porque, según ellos, perseguir a tuiteros por decir cosas en sus muros sería coartar la libertad de expresión. Muchos defendían que lo habían dicho de broma, y que quien no entiende la broma y se siente ofendido es quien tiene el problema. No sé a los demás, peroa mí ese me suena al argumento de los abusones del patio del colegio. Semejante tontería nos ha tenido un poco atareados los últimos, asombrándonos de que incluso gente de ciertos círculos cercanos defendiera no solo el uso de la violencia sobre esta mujer asesinada, sino que defendieran que la libertad de expresión incluye cosas que en este estado de derecho, en otras circunstancias, son consideradas apología de la violencia. Nos ha sorprendido que gente conocida de repente sacara a la luz esta faceta un tanto psicópata (en el sentido más antisocial de la palabra), y a los otros les sorprendía que hubiera gente que no compartiera sus opiniones. Ninguno de estos iluminados se ha parado a pensar en una cosa: si yo hago un cartel en el que pongo la foto de un político que acaba de ser asesinado y una frase debajo, “Te lo tienes merecido. El resto de políticos deberíais acabar igual”, imprimo unos cuantos miles de copias y me voy a la avenida y comienzo a colgarlos en árboles, farolas y soportales, para que todo el mundo conozca bien que esa es mi opinión, es muy probable que antes de la hora de la cena tenga a la policía en la puerta de casa deseosa de que les dé explicaciones, preferiblemente desde un calabozo. En los años de ETA, no era extraño que cuando había algún asesinato (y estos sí que eran asesinatos políticos), ciertas ciudades o pueblos del País Vasco amanecieran al día siguiente llenas de carteles o pintadas con vítores alegrándose del suceso. Pues bien, durante años, esa gente que se alegraba y lo demostraba públicamente fue perseguida y juzgada por apología del terrorismo. Eso nos parecía bien. Pero ahora, cuando la gente de a pie hace prácticamente lo mismo desde sus casas en las redes sociales, nos sulfuramos y criticamos al gobierno que nos “coarta las libertades”.El problema de fondo es que, por supuesto, ellos eran los malos y nosotros siempre hemos sido los buenos, y yo, como bueno que soy, aunque diga barbaridades, están justificadas. En el fondo, lo que hay, es la misma patraña de una humanidad que no acepta sus propias perversiones. Me gustaría poder sentarme con alguno de estos iluminados de la libertad de expresión y decirles que Twitter y Facebook no es el salón de su casa. Es un sitio público. En tu casa, si quieres, en privado, puedes tener las paredes de tu salón pintadas con esvásticas nazis; pero en el momento en que les haces una foto y lo cuelgas en Facebook, eso deja de ser un asunto privado. Y ese asunto privado se aventura en las lindes de las libertades y derechos del vecino, es un delito. Sé que mucha gente, cuando se enteró de la muerte de la política, en su fuero interno se alegró. Bueno, eso es un tema de conciencia, y ahí solo puede entrar Dios. Pero si después de pensarlo escribes un tuit diciendo “Ahora Esperanza Aguirre debe ser la siguiente”, ya no es un tema de conciencia. Has hecho público tu pensamiento, no ya en tu casa, no ya siquiera en la cola de la panadería: se lo estás diciendo a miles de millones de personas. Eso es una declaración. Y es una apología de la violencia y del odio.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Preferiría no hacerlo - Eso no es libertad de expresión