El ogro ruso

Guarden ustedes algunas de las declaraciones de los buenos, serán muy buenas para dentro de unos años, ya verán qué buenos son los buenos.

21 DE MARZO DE 2014 · 23:00

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Nos están engañando. Te descuidas un poco y terminas cantando lo que te ponen en TV. ¿Quién duda hoy de la agresión imperialista, tan propia de Putin, contra el pueblo de Crimea? Ya lo dicen los que saben en otros gobiernos, Obama, etc., hay que pararle los pies, si no, éste no para, y es capaz de hacerse aliado de los antiguos aliados del Pacto de Varsovia, que ya sería la gran contradicción que lo calificaría como heredero adelantado de todo lo que el Ogro ruso ha sido y sigue siendo. Ya verá ahora con las sanciones económicas; ya verá cómo las gastan los buenos. Nada, que aprendan todos, a los del antiguo Pacto de Varsovia, a esos los incluimos nosotros en la OTAN, que para eso somos el Ogro Bueno. Es verdad que este Ogro, con eso de su bondad desbordada, ha roto y pintado a su gusto la Historia, pero sigue siendo el Bueno. Con la ayuda, eso sí, de las voces del Profeta, ese de Apocalipsis, ese de la voz de cordero, el Vaticano y los suyos, los evangélicos de alianzas varias que oran por el éxito de la fuerza bruta. ¿Se acuerdan de la santa “injerencia humanitaria”? La Historia, sin embargo, tiene un material que permite verla si se quiere mirar, aunque los ogros de ella la hayan tintado con la mejor de sus pinturas: la confusión. Guarden ustedes algunas de las declaraciones de los buenos, serán muy buenas para dentro de unos años, ya verán qué buenos son los buenos. Yo tengo aquí una nota, tengo muchas guardadas, de una señora, Madelaine Albright, Secretaria de Estado del Bueno, “¿para qué queremos un ejército, si no podemos usarlo?”. Cualquier militar se pone las manos en la cabeza ante tal insensatez, pero los buenos son los buenos. Ese ejército no era cualquier banda armada, nada menos que la OTAN, y había que usarla contra Yugoslavia. El 24 de este mes, en 1999, empezó su ataque. 79 días a bombazos, sin declarar la guerra siquiera. Los buenos. Nosotros éramos de ellos, Solana, el socialista, era el jefe. A fin de cuentas, había que contar con los que fabrican bombas y amortizar algo. Bill Clinton, Tony Blair, los buenos. Este último ahora tiene su fundación para enseñarnos quiénes provocan las guerras, y cómo atajarlos. Ya lo sabíamos de antes, hay que frenar a los Ogros Buenos y a los Malos, la Bestia es la misma, aunque se vista como ángel de luz, y sierva de la justicia. Su Padre solo sabe mentir, matar y destruir. El nuevo jefe de la armada de los buenos, Anders F. Rasmussen, abrazado al bueno del nuevo primer ministro subido de golpe al gobierno de Ucrania, advertía que la situación provocada por la anexión rusa de Crimea supone “el más grave riesgo para la seguridad y estabilidad de Europa desde el final de la Guerra Fría”. Miremos la Historia sin sus tintes. Ella misma nos interroga al verla; si ya acabó la Guerra Fría, ¿qué hace ese señor como jefe de la OTAN? ¿Para qué quieren a la OTAN si ya no hay Guerra? A final del 1989 desaparece el Muro de Berlín. La unificación alemana, luego. Lo impensable había llegado. En 1991 se cae la URSS. El Pacto de Varsovia recibe la indicación del Ogro Ruso (bastante liberal este Ogro) de que cada Estado siga su camino. El Pacto militar que se había formado en 1955, la OTAN ya estaba desde 1949, desaparece. Quizás lo más obvio hubiera sido que los buenos, al ver que ya no necesitaban esas armas se hubieran disuelto también. No, lo que hicieron es incluir en el tratado defensivo ¿contra quién? a los antiguos miembros del Pacto de Varsovia. El proceso fue primero OTAN luego inclusión en la Unión Europea, era un dos por uno. El comercio. Se cuenta que el comercio ilegal de armas es uno de los que más beneficios proporcionan a las mafias, el legal ni te cuento. Hay que seguir produciendo, y amortizando. Se imaginan (lo he leído en algunos artículos dentro del EE.UU.) que el Pacto de Varsovia, después de acabarse la Guerra Fría y disuelta la OTAN, se hubiera dedicado a incluir a Estados fronterizos con EE.UU. y que los antiguos aliados de la OTAN ahora sean miembros del Pacto de Varsovia. Y que incluso hubieran intentado incluir al Estado donde EE.UU. tuviera su flota. Y que, además, se involucraran en derrocar a un gobierno vecino, por ejemplo, de México, porque se le ha ocurrido a su Gobierno, que procede de las urnas, atender al beneficio de un tratado comercial con EE.UU. en vez de con Rusia. El 21 de febrero en Ucrania se llegó, era algo muy adecuado en una situación de emergencia, a un acuerdo entre el anterior gobierno de las urnas y la oposición (no toda), con la presencia de los ministros de Asuntos Exteriores de Alemania, Francia y Polonia. Se preveía volver a la antigua Constitución, elecciones para final de año, y la formación de un gobierno de Unidad nacional que incluyera a miembros de la oposición. Muy bien, razonable. ¿Por qué 24 horas después de recrudecen los enfrentamientos en la plaza de la Independencia, esos que salieron por TV con tanta violencia, con los francotiradores incluidos? Tomemos nota. Esto es relevante. ¿A quién no le interesó el acuerdo? Fue público que no le interesó a los grupos neofascistas, o si ponemos otro nombre, de ultra-derecha. Sigamos tomando nota. Esos grupos de ultra-derecha ahora forman parte del gobierno, en carteras clave. Con esos se abrazan los buenos, con ellos come la OTAN. Como tenemos notas antiguas, saquemos alguna de lo que se formó cuando Jörg Haiden, en el 2000, formó parte del gobierno de Austria. ¿Se acuerdan? ¡Nadie de los Buenos podría jamás consentir que después de la Segunda Guerra Mundial se sentaran en gobiernos europeos gente de ultra-derecha! Y como ahora las notas pueden ser también con facilidad de videos, les recomiendo que guarden el que gravaron y colgaron ellos mismos, los que entraron y obligaron a dimitir al responsable de la Televisión de Ucrania (está en internet en muchos sitios). Pongan esa imagen al lado de la retórica de los Buenos, será muy bueno para no ser engañados. Esa ultraderecha está en el gobierno de Ucrania; uno de los presentes en la agresión es responsable de “libertad de expresión” de esos grupos. Sigamos tomando nota. Lo de los francotiradores. Fue una médica prestigiosa, contraria al anterior gobierno, militante de la sanidad, estaba en la plaza atendiendo en hospital a los heridos, la que informó al ministro de Estonia en su visita de que las heridas, tanto de policías como de manifestantes, eran idénticas. Nada más; ella no quiso sacar conclusiones. (Esta señora no ha querido formar parte del nuevo gobierno.) El encargo de investigar lo sucedido, que no es poco, si unos mismos francotiradores, al otro día de formalizarse el acuerdo con la oposición, se dedican a matar a gente de un lado y de otro, corresponde al Fiscal General, puesto por el nuevo Gobierno. Ese fiscal es miembro de uno de los grupos de ultra-derecha. Ejem. Y ha dicho su departamento que esos francotiradores eran “nacionales extranjeros”. Solucionado. Que los Buenos no investiguen. Estos ogros, buenos y malos, se han comido el artículo. Les quería poner algunas cosas sobre el referéndum, solo testimonial, del Véneto. Esa región del norte de Italia ha sido convocada a las urnas virtuales para saber si quieren sus ciudadanos quedarse o irse de donde los han puesto. Recordaba a esa Venecia notable del Renacimiento, y sobre todo, a un notable servita, Paolo Sarpi (1552-1623), excomulgado, perseguido por el Romano Universal a muerte (lo acuchillaron y casi lo matan en 1607.) Era consejero religioso de la República de Venecia, y estuvo la cosa a un paso de que Venecia se separa de Roma, y se convirtiera en una República protestante. En aquellos tiempos el Ogro Bueno se comía o daba autoridad y legitimidad, como ahora, según su interés para que otro se comiera a quien no le besara la zarpa. Su única religión, igual que ahora, era el embudismo. En esa condición pusieron a la Navarra de nuestra reina Juana y luego a sus dominios. Así pusieron a Venecia. Qué buenos son esos Ogros. Ya sabemos, eso sí, a pesar de la propaganda, que lo que nos está cayendo encima no es lluvia calentita.

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