Sardis, nombre de que vives y estás muerto

Carta a la iglesia en Sardis (Libro de Apocalipsis). A la crisis que hoy sufre Europa ¿no le encontramos más de una coincidencia con la que sufriera Sardis?

20 DE JULIO DE 2013 · 22:00

,
Sart, en la provincia turca de Manisa, es la ciudad que actualmente se corresponde con la antigua Sardis de la que solo quedan sus ruinas. Fundada por el rey Giges (680 a.C. – 644 a.C.) Sardis fue capital del Imperio Lidio hasta caer en mano de los persas en 546 a.C. En todas las revisiones de la Biblia más utilizada en el idioma de Cervantes, la Reina – Valera, se mantiene la forma contraída del griego Σάρδῑς (Sardis) para denominar a la ciudad asiento de la quinta iglesia de las siete a las que el Señor envía las cartas que dan lugar a esta serie. Otras traducciones al castellano la denominan Sardes. Llegó un tiempo en que las limitaciones de la meseta no permitieron su crecimiento; entonces, ocupó el pie de la colina coronada con la ciudadela. El nombre original en griego es un plural (Sardeis), ya que en realidad se trataba de una ciudad con dos sectores: el de arriba en la meseta, y el de abajo en el valle. Afamada por la belleza de su emplazamiento original, desde quinientos metros de altura, Sardis enfrentaba la llanura del valle del río Hermo con la imponente sierra del Monte Tmolo de fondo. Entre los históricos magnates que vivieron en ella, convirtiéndola en una de las más ricas del mundo en su tiempo, estuvo Creso quien la hizo famosa por su arquitectura, arte e intensa vida social. Como ocurre en toda sociedad afluente, inclusive hoy, el estilo de vida de Sardis se caracterizaba por su ‘normal’ inmoralidad. Militarmente hablando, laciudad era poco menos que inexpugnable. Pero, adolecía deuna secreta debilidad: se había dejado sin amurallar un sector de la empinada ladera de la montaña. Se creía que era tan buen obstáculo como la muralla, pero no lo fue para los inteligentes invasores que se atrevieron a escalarla, por lo menos en tres oportunidades, a lo largo de los siglos. Sardis cayó por el exceso de confianza de gobernantes y pobladores que no aprendieron de la dura lección repetida. De esto trata la carta, como veremos a continuación. Porque lo que el Señor dijo a los cristianos en Sardis es lo mismo que les diría hoy a los que se sienten seguros y felices por no ser perseguidos o molestados en la sociedad donde viven, trabajan y profesan su fe. Escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete espíritus de Dios, y las siete estrellas, dice esto: Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto. Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir; porque no he hallado tus obras perfectas delante de Dios. Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti. Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas. El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.(1) SIETE ESPÍRITUS Y SIETE ESTRELLAS No sabemos quién podría ser el encargado de esa iglesia. No hay indicios bíblicos ni seculares. Es obvio que sería alguien que no se destacaba del resto. Llegó un momento en que todos imitaron al pastor y se le parecieron, o el pastor terminó mimetizado entre todos los demás. ‘El que tiene los siete espíritus de Dios’.En la introducción a esta serie veíamos que el número siete en las Escrituras denota la perfecta naturaleza divina, a la que nada le falta, pues es plena y completa en sí misma (2). La descripción ‘los siete espíritus’ representa la plenitud de los dones del Espíritu y de Su presencia operando. a) Los dones están descritos por el profeta Isaías: “Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová.” (3) b) Las operaciones son las siete iglesias en las que el Espíritu está presente con poder. ‘y las siete estrellas’, Él es el que tiene las siete estrellas, que representan las siete iglesias y sus ángeles. Si la iglesia es propiedad de Jesucristo, no hay iglesia local que tenga otro dueño. Muchas veces actuamos como si la iglesia nos perteneciera, pero pertenece a Jesucristo porque todos los que estamos en ella le pertenecemos, somos Sus siervos. Toda decisión acerca de la iglesia debe ser lo que Jesucristo quiere que se haga, no lo que una o más personas quieran hacer. Las siete estrellas representan a los siete ángeles de las siete iglesias; siendo cada uno de ellos los responsables encargados de cada una de las iglesias locales. Nadie podría igualar ese antecedente al presentarse al encargado de una iglesia. Sin embargo, para muchos falsos maestros no hay tarjetas de presentación que les alcance para poner todo lo que desean con tal de generar el impacto deseado, y que las puertas se les abran. El Señor no hace aquí uso de ningún heraldo para que le anuncie; declara quién es presentando sus legítimas credenciales, porque estas son inconfundibles para los que saben discernir lo verdadero de lo falso. El apóstol Pablo sería recordado por los de Sardis, si tuvieron ocasión de escucharle decir lo que escribió a los colosenses: “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad (…) por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud.”(4) LAS APARIENCIAS ENGAÑAN “Yo conozco tus obras”. Las historias sobre Sardis, a menudo mezcladas con leyendas, nos ayudan a conocer mejor la sociedad de esa época y lugar. Se cuenta que el filósofo Solón la visitó atraído por su esplendorosa fama. En un hipotético diálogo entre él y Creso –su anfitrión– éste le habría expresado lo feliz que era por ser el dueño de un imperio tan próspero; a lo que el sabio habría respondido: “No llames feliz a nadie hasta que esté muerto” (5). Ciro de Persia, primero, Alejandro Magno de Grecia, más tarde, y el Sacro Imperio Romano por último, aprovecharon el descuido de quienes se sentían seguros y felices por el lugar donde vivían y el estilo de vida que llevaban. Pero, donde los apetitos son satisfechos sin mucho esfuerzo se llega a creer –como Creso- que la prosperidad es sinónimo de seguridad. Sardis descuidó su nombre y deshonró su fortaleza. La guardia no veló, la gente no estuvo alerta; tres veces el enemigo entró por el punto débil y puso fin a una vida de apariencias. A la crisis que hoy sufre Europa ¿no le encontramos más de una coincidencia con la que sufriera Sardis? ¡Cuántas quejas, muertes y desconsuelo produjeron la feliz pero finita prosperidad de ayer y el largo desamparo de hoy! No se oye, como antes, el remanido dicho: ‘Sí, pero ¿quién me quita lo bailado?’ La iglesia en Sardis era la antítesis de Tiatira; sus obras eran una simbiosis entre lo secular y lo espiritual; no le eran ocultas al Señor de quien son tanto el querer como el hacer (6). TIENES NOMBRE DE QUE VIVES, Y ESTÁS MUERTO Todavía es común proteger el buen nombre y honor de una familia. En el pasado el nombre de una casa muchas veces era honrado con un título nobiliario; en otros, era asociado a la producción tradicional de la familia, y con el tiempo podía llegar a convertirse en una marca de distinción. Hoy, más que nunca, los mercados saben la alta cotización que llegan a tener las marcas que perduran a lo largo de los años. Cuando Juan escribe esta carta, Sardis todavía era rica, pero ya reinaba la degeneración. La monumental ciudadela era solo un símbolo en lo alto; una ciudad sin vida y sin espíritu. Sus habitantes eran demasiado blandos y perezosos, no menos que sus antepasados; volverían a perder su ciudad por no montar guardia. En esa atmósfera negativa la iglesia cristiana no marcaba diferencia alguna; era un cuerpo más muerto que vivo (7). El evangelio de Jesucristo y los apóstoles compara el pecado con la muerte (8). ¿Cómo es esto de estar muertos y seguir vivos? Es vivir como un zombi, con nuestra voluntad enajenada, a merced de otro que nos hace sentir, desear y hacer lo que quiere. Esas órdenes dictadas desde el reino de las tinieblas se convierten en hábitos y adicciones a los que nos resulta imposible renunciar. Séneca lo definía como el estado en el cual amamos y aborrecemos nuestros pecados de manera simultánea. Pablo lo define mejor en su célebre capítulo siete de su carta a los romanos, cuando exclama: “¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?”(9) William Barclay resume en un párrafo lo que todos hemos experimentado alguna vez en nuestra vida: “El pecado es la muerte de todo lo amable. Lo terrible del pecado es que puede apoderarse de las cosas más preciosas y convertirlas en algo horrible. Por medio del pecado la aspiración de lo más alto se convierte en un anhelo de poder; el deseo de servir puede llegar a ser una intoxicación de ambición; el deseo de amor puede degenerar en una pasión de concupiscencia. El pecado es el asesino de todo lo precioso que hay en la vida. Solo por la gracia de Dios podemos escapar a la muerte del pecado.”(10) ‘Sé vigilante, y afirma las otras cosas que están para morir; porque no he hallado tus obras perfectas delante de Dios. A los cristianos de una iglesia que está en una ciudad perezosa en mantener su seguridad el Señor llama a ser vigilantes. Vaya exhortación por contraste. Los de Sardis estaban ocupados en adquirir riquezas y disfrutarlas en vida más que en velar y orar para no caer en tentación. No recordaban al salmista en su declaración: “Si Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican; Si Jehová no guardare la ciudad, En vano vela la guardia.”(11) ¿Qué de nosotros? A menudo nos quejamos de lo mal que nos gobiernan los políticos que están en el poder y no reparamos en nuestros fallos. El Señor nos ayude a ser fieles administradores de nuestros hogares e iglesias sabiendo que es Él quien hace posible que abundemos en buenas obras. La exhortación es muy seria: “afirma las otras cosas que están para morir”. Faltaba muy poco para que en Sardis ya no hubiese iglesia (gente consagrada a Dios y apartada del sistema pecaminoso del mundo). A los de Éfeso el Señor recomendó volver al primer amor y hacer las obras que habían dejado de hacer. A los de Sardis no le encuentra obra alguna digna de encomio y les advierte lo que ya había enseñado en su ministerio terrenal: “Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aún lo que tiene le será quitado.” (12) Y la primera advertencia viene con una oportunidad para los que desearan dar un cambio completo en sus vidas: “Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete.” Los apóstoles defendían su testimonio frente a quienes los atacaban afirmando con valentía: “porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído.” (13) Entre todos ellos Juan insistió sobre el fundamento del testimonio apostólico de los que habían estado con el Señor Jesucristo: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad. (…) Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó);lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo”.(14) Esto es lo que debían guardar los de Sardis y no guardaron, prefiriendo contemporizar con el mundo y sus afanes; y en nada difiere lo que debemos guardar hoy nosotros para no caer en lo mismo que aquellos. Padre nuestro: nos arrepentimos por bajar la guardia, por no velar y orar, atraídos por la prosperidad efímera de este mundo. Perdónanos por permitir que el pecado nos aparte de tu santidad y nos opaque la visión de la corona de oro que deseas regalarnos, si te somos fieles hasta el fin. Endereza nuestro camino y renuévanos el gozo de tu salvación. Ayúdanos a amarte por sobre todas las cosas. En el nombre de tu Hijo Jesucristo. Amén. En nuestra próxima concluiremos con la carta a Sardis. Hasta entonces, si el Señor lo permite. ----------------------------------------------------------------------- Notas Ilustración: las ruinas de Sardis en la meseta de 500m de altura 1. Apocalipsis 3:1-6 2. Ibíd.1:4,20 3. Isaías 11:2 4. Colosenses 2:9; 1:19 5. Solón, (638 a.d.C.- 558 a.d.C.) fue un legislador, moralista y poeta ateniense, que puso las bases de la democracia griega (Isla de Salamina, h. 640 - h. 558 a. C.).Considerado el más sabio entre los griegos, habría visitado Sardis invitado por Creso 6. Filipenses 2:13 7. Romanos 6:23 8. Jesús en la parábola del hijo pródigo: Lucas 15:24; Pablo a los Romanos 6:13; a los Efesios 2:1,5; 5:14; a los Colosenses 2:13; a Timoteo: 1ª Timoteo 5:6 9. Romanos 7:24; recomiendo leer todo el capítulo 7 para comprender el razonamiento paulino sobre el pecado, la muerte y la vida 10. William Barclay, COMENTARIO AL NUEVO TESTAMENTO, Tomo 16, El Apocalipsis (I), página 54 11. Salmo 127:1 12. Mateo 13:12; 25:29 13. Hechos 4:20 14. Juan 1:14; 1ª Juan 1:1-3

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Agentes de cambio - Sardis, nombre de que vives y estás muerto