Miguel Juez: el pueblo de Dios y los musulmanes

El propio pueblo de Dios levanta barreras que impiden que un musulmán se acerque a Cristo. La Iglesia ya no está conformada por miembros de un mismo trasfondo cultural.

07 DE JULIO DE 2013 · 22:00

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Entrevistamos a José Miguel Juez, Pastor Misionero nacido en Argentina. Es presidente del Instituto Iberoamericano de Estudios Transculturales y responsable del Comité de Misiones de la AEE. Sus estudios de posgrado en Mediación Intercultural y Cultura y Religión Islámica han sido de gran valía en la labor que desempeña para la extensión del Reino de Dios entre los inmigrantes musulmanes. Su experiencia sirviendo entre los musulmanes le ha permitido escribir el libro “Ese inmigrante, mi prójimo. Guía práctica para relacionarse con el vecino musulmán” (Editorial Musulmania). Contundente resulta en el prólogo del mismo: “Nuestra posición como iglesia local puede llegar a ser un factor negativo si les vemos como inmigrantes ajenos a nuestra cultura e idiosincrasia. En mi propia praxis con más de 13 años sirviendo entre ellos, creo que hay una realidad aún mayor que su propia cultura, familia o religión que incide a la hora de alcanzar un acercamiento a Cristo, si bien estas causas tienen su propio peso específico. Realidades que son barreras que el propio pueblo de Dios levanta -consciente o no, por desconocimiento o no-, y que dificultan el camino para alcanzar un punto de encuentro”. Como bien dice Christian Giordano, teólogo y especialista en misiología, desarrollo e Islam, en una magnífica reseña del libro,No es un libro de apologética o polémica. Bien al contrario, en un espíritu de amor y aceptación, ayuda al cristiano común a superar su miedo a testificar de su fe a sus vecinos musulmanes. Además, ofrece consejos prácticos encaminados a amarles, encarar la lucha espiritual que supone acercar una persona a Jesucristo y superar los prejuicios comunes”. Tuve la oportunidad de escucharlo hablar sobre iglesias multiculturales en el Foro Evangelización España llevado a cabo en Peñíscola, el año 2011, y organizado por SEPAL (Servir a Pastores y Líderes) y Decisión. El libro puede descargarse gratuitamente en la página de la editorial Musulmania (y también en catalán) Pregunta.- Usted lleva realizando una encomiable labor entre los inmigrantes musulmanes que llegan a España. Háblenos de ello… Respuesta.-Gracias, llevo sirviendo en España ya 17 años, y aunque en los últimos años mi trabajo entre los inmigrantes magrebíes ha experimentado un cambio de estrategia, mi objetivo sigue siendo el mismo, trabajar para que muchos de ellos lleguen a conocer el mensaje de amor y liberación que nos ha traído Jesús, el Mesías. Al principio de nuestro ministerio el trabajo era en la calle, tratando de llegar a ellos y evangelizarlos. Era una tarea gratificante y Dios nos permitió compartir la experiencia transformadora que Jesús hace en las vidas, primero en las nuestras y después en la de ellos. Pero por una experiencia vivida en lo familiar, Dios me llevó a cambiar esta estrategia y ayudar con enseñanza y acompañamiento a iglesias locales a desarrollar este ministerio. Hoy hay iglesias que tienen un hermoso trabajo entre los inmigrantes magrebíes y con preciosos frutos entre ellos. P.- Conocemos poco de los musulmanes y esto nos lleva a generalizar... ¿Debemos diferenciar entre el Islam como sistema fundamentalista y la persona islámica? R.-Absolutamente sí. Son dos corrientes que pueden tener el mismo origen pero corren por madres o rieras diferentes. Como sistema fundamentalista, éste basa su ideología política en la lectura y práctica de un Corán cuya expresión verbal del profeta Mahoma estaba firmemente asentada en su experiencia vivida cuando debe huir de La Meca y trasladarse a la ciudad de Medina. Las Suras recitadas en esta segunda experiencia tienen una diferenciación notable con las recitadas en el primer período mecano. El sistema fundamentalista no solo se nutre ideológicamente de la parte más confrontativa de la lectura y práctica del Corán, sino que para llevar adelante sus objetivos busca a una juventud que no encuentra en la vida un objetivo claro ni posibilidades alcanzables de superación, y que encuentran en el fundamentalismo una razón para vivir y morir. Por otro lado, la persona musulmana y la mayoría de las familias de trasfondo islámico son familias de paz, con valores culturales dignos de imitar. Padres que aman y respetan su hogar e hijos, teniendo muchos de ellos como ejemplo de vida a sus familiares más directos. P.- Quiere decir que, como en todas partes, también nos podemos encontrar con musulmanes que no son radicales y están abiertos al diálogo. R.-Creo que sí, aunque el tema del diálogo tiene matices que le son propios. ¿Cuál es el objetivo del diálogo? ¿Cuál es su meta? ¿Es un planteamiento expresado desde la perspectiva de una sociedad occidental que pretende que el Islam y los musulmanes adopten la cultura y la forma de vida de Occidente? ¿Busca que los musulmanes adopten los valores, principios y prioridades de su cultura? Este es y será un diálogo de sordos. Muchos de ellos podrán no ser radicales en la imposición, pero sí son radicales en cuanto a la firmeza en sus creencias. Occidente pretende dialogar sin conocer en profundidad ni el Corán ni sus doctrinas, y esto no lleva a ningún puerto seguro. P.- ¿Cómo ven los musulmanes a los cristianos? En cuanto a costumbres, moralidad, práctica de su fe… R.-Para la gran mayoría no hay diferencias entre un cristiano nominal y un discípulo o seguidor de Jesús el Mesías, porque lo desconocen. Al ver la manera en que el “mundo cristiano” vive la vida, el Islam expresa y está convencido que la única respuesta que tiene este mundo frente al evidente desenfreno occidental y cristiano, es el Islam. Así nos ven, y esa es una opinión generalizada. Ahora, el panorama se muestra diametralmente opuesto cuando conocen a un seguidor de Jesús, a alguien en el cual el Evangelio vive encarnado en palabras, acciones y vida. Cuando ellos conocen a un seguidor de Jesús, en lo profundo de su corazón anhelan conocer la razón del porqué ésta persona es como es. Son personas que en su intimidad tienen verdadera hambre de conocer la Verdad. P.- Y cómo ven la apertura que hay en España otras confesiones. Aquí, aunque con ciertas dificultades, se puede abrir templos y construir mezquitas. R.-Creo, que entre aquellos que están en eminencia, ven esta libertad como una oportunidad para la propagación del Islam (Dawa-“obra misionera islámica”), pero esta libertad no es transferible a sus propios territorios. Allí no está prohibida la construcción de templos; lo que está prohibido es el proselitismo cristiano entre musulmanes, y el Corán castiga a aquel que cambia de religión. P.- ¿Qué similitudes hay entre la Biblia y el Corán, si es que existen? R.-Vale la pena hacer un repaso de conceptos bíblicos y coránicos. Empecemos por decir que si bien ambas religiones, el cristianismo y el islam, incluido el judaísmo, provienen del mismo tronco genealógico, ya que todas hunden sus raíces en Abraham, como padre, las diferencias son muy significativas y las similitudes no lo son tanto. Surgen preguntas tales como: ¿creen en el mismo Dios? El Alá del Corán, ¿es el mismo Dios tanto del Antiguo Testamento como del Nuevo? Al respecto hay que aclarar que, aun cuando en las biblias en idioma árabe el nombre de Dios se traduce por «Alá», en esencia el carácter del mismo expresado en las Sagradas Escrituras difiere diametralmente del Dios presentado en el Corán. Dios en el Corán 1. Dios es el Creador del universo y de cada ser humano, pero él es trascendente, es decir, separado de la creación. No hay ninguna relación entre el Creador y la creación (Corán 55.1-78; 6.100-101). 2. Dios no tiene hijos. Jesús no puede ser adorado como Dios. Creer en la Trinidad es ser politeísta. Adorar a más de un solo dios es el peor de los pecados para el islam; es un pecado que no puede ser redimido ni perdonado, puesto que no hay más que un solo Dios (C 5.72-73; 4.171-172). Dios no es el padre de Jesucristo. Él es el Dios Omnipotente y misericordioso. El Corán acusa a los cristianos de adorar a tres dioses: Dios, Jesús y María. Su teología expresada en términos matemáticos es 1 + 1 + 1 = 3. Debemos dejar claro que ningún cristiano (seguidor fiel de Jesús y sus enseñanzas) acepta este concepto de Trinidad. Nuestra comprensión radica en la ecuación de 1 x 1 x 1 = 1. Su error sin duda radica en que esta era la concepción de la Trinidad que describieron los cristianos de su tiempo al profeta islámico Mahoma (C 9.30-31). Dios en la Biblia 1. Dios ha creado al hombre y la mujer a su imagen y los ha hecho sus compañeros. Él ha revelado su naturaleza en su creación. Jesús es el puente que une a Dios con sus criaturas (Juan 1.1-2). 2. Jesús es el Hijo único de Dios, en sentido espiritual y no carnal. Jesús vino a esta tierra como ser humano siendo Dios. El Padre, el Hijo y el Espíritu son un solo Dios trinitario (Juan 1.1-2). 3. Dios es el Padre de Jesucristo y el Padre de todos los que crean en su Hijo (Romanos 8.15-17). La Trinidad está compuesta por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. María era solo un simple ser humano y no tiene ningún lugar en la Trinidad (Mateo 28.19). Jesús en el Corán 1. Jesús (Isa) fue creado por Dios y su palabra e implantado en María por el poder de Dios. No es más que un ser humano (C 3.59; 5.75, 116-117). 2. Jesús fue uno de los profetas más importantes de la historia, pero Mahoma es el último de los profetas, llamado «el sello de los profetas» (C 33.40; 6.16). Moisés e Isaías ya anunciaban la venida de Mahoma en el Antiguo Testamento. En el Nuevo Testamento Jesús mismo anuncia a Mahoma (C 2.57 y ss.; 7.157). 3. Jesús no fue crucificado y no resucitó. La crucifixión habría sido un fracaso humillante para Jesús. En el caso de que hubiera muerto en la cruz, no habría podido conseguir la redención de la humanidad. El Corán no es claro sobre el fin de la vida de Jesús. Sin duda, Dios lo llevó al cielo en presencia de sus enemigos. Después, algún otro hombre fue crucificado en su lugar (C 4.157-158). Jesús en la Biblia 1. Jesús fue concebido por obra del Espíritu Santo. Siendo un verdadero ser humano y verdadero Dios al mismo tiempo (Lucas 1.35). 2. Jesús ha entrado en el mundo como el Salvador y el Redentor anunciado en el Antiguo Testamento. Como Hijo de Dios es superior a los otros profetas y anunció la venida del Espíritu Santo como consejero (Juan 14.16). Mahoma no ha sido anunciado en la Biblia y ni siquiera cumple las condiciones bíblicas exigidas para ser un profeta de Dios (Hechos 10.43). 3. Jesús murió en la cruz según la voluntad de su Padre. Fue puesto en la tumba –custodiada por guardias que responderían con sus vidas ante el Imperio Romano por cualquier descuido- y resucitó de los muertos al tercer día. De esta manera consiguió la victoria sobre el pecado y la muerte; como representante de la humanidad es el que ha obrado la redención (1 Pedro 1.18-19). Pecado, fe y perdón El Corán y la Biblia señalan que la voluntad de Dios es que los hombres crean en Él y vivan según sus mandamientos. Todo aquel que los incumple peca y solo puede ser perdonado por la misericordia de Dios. Tanto el Corán como la Biblia prometen la vida eterna a los que creen. En el Corán 1. Adán pecó en el Edén comiendo el fruto prohibido, pero la comunicación del hombre con Dios no se cortó por esta transgresión. Para el islam no hay caída ni pecado original (C 2.35-39). 2. El hombre es siempre capaz de escoger entre hacer el bien o el mal. Puede agradar a Dios obedeciendo sus mandamientos y cumplir haciendo buenas obras. Si incumple los mandamientos, esto no afecta verdaderamente a Él, porque el hombre siempre peca contra sí mismo (C 7.19-25). 3. La fe es creer que Dios existe, ser agradecido y obedecer sus mandamientos (C 2.177). 4. El pecador que se arrepiente espera obtener el perdón de Dios. El Corán alaba a menudo la misericordia y la gracia divina, pero en cada caso el pecador no sabe si recibirá o no el perdón. No está seguro, en la vida presente, de ir al paraíso después de su muerte. Dios es demasiado omnipotente para que el hombre pueda determinar con certeza el comportamiento de esa deidad para con los hombres (C 7.156; 3.31). En la Biblia 1. Adán transgredió el mandamiento de Dios al comer del fruto prohibido. Esta acción hizo que viniera sobre todos los hombres el pecado, la muerte y la separación de Dios. La reconciliación con Dios solo es posible por la muerte de Jesús (2 Corintios 5.18-19; Romanos 3.20). 2. La naturaleza del hombre queda corrompida después de la caída. Es incapaz de hacer nada para expiar sus faltas. Si intenta observar la Ley de Dios, en principio no hará más que hundirse en el pecado. Cada uno de sus pecados está dirigido contra Dios (Romanos 3.10-12, 20; Salmos 51.6). 3. La fe es reconocer su estado de pecado y su propia condenación, aceptar la redención en Jesucristo y vivir según los mandamientos de Dios por el poder del Espíritu Santo (Hechos 9.1-18). 4. El pecador que se arrepiente tiene la certeza de que Dios le concede su perdón, porque Dios, en su Palabra, así lo ha prometido (1 Juan 1.9). Cualquiera que se aplica la muerte de Jesús y acepta su perdón tiene la seguridad de la vida eterna (Juan 1.12; 1 Juan 3.1). Palabra de Dios y Espíritu Santo En este tema hay coincidencia entre musulmanes y cristianos. La Palabra eterna de Dios es auténtica y revelada en su libro sagrado. Ésta explica cómo el Creador ha intervenido en la historia de los hombres. Nos indica hoy cómo orientar nuestra vida y nuestra fe. La revelación de Dios a los hombres se hizo bajo la acción del Espíritu. En el Corán 1. El Corán es la palabra de Dios, «pura e inalterada», copia «auténtica» de la revelación celestial original. A diferencia del Corán, el Antiguo y el Nuevo Testamento han sido «corrompidos» con el paso del tiempo. El Corán rectifica los pasajes del Antiguo y el Nuevo Testamento que difieren de él (C 2.2; 297-98; 43.2-4; 2.83). 2. El Corán fue revelado directamente a Mahoma por el «ángel Gabriel». La personalidad misma de Mahoma no tiene ningún papel, lo que garantiza la autenticidad del Corán (C 26.192-194). 3. El Espíritu de Dios obró en la revelación de las Escrituras que fueron comunicadas a los individuos escogidos a través de la historia: la Torá a Moisés, los Salmos a David, el Evangelio a Jesús y el Corán a Mahoma (C 16.102). Algunos individuos, como Jesús, se llenaron del poder del Espíritu (C 2.87; 5.110), pero el Espíritu fortalece también a los creyentes (C 58.22). En la Biblia 1. La Biblia es la Palabra de Dios. El Espíritu Santo presidió su redacción y no puede ser objeto de modificaciones. Por toda la eternidad permanecerá como su Palabra inmutable (Apocalipsis 22.18). 2. El Espíritu Santo inspiró a diversas personas, de manera que la Biblia refleja sus caracteres particulares. Sus propias personalidades se hacen evidentes en cada uno de los libros (2 Timoteo 3.16). 3. El Espíritu Santo es Dios mismo y forma parte de la Trinidad. El Espíritu Santo trae convicción a los hombres y mujeres de sus propios pecados y culpabilidad. Su venida en Pentecostés proporcionó a los hombres dones espirituales que les permiten producir en ellos frutos dignos de su Dios y Señor (Génesis 1.26; Juan 14.16; Gálatas 5.22). Esta respuesta es un capítulo incluido en el libro “Ese Inmigrante, mi prójimo”, Edit. Musulmania. P.- ¿Cuáles los valores que debe desarrollar una iglesia que acoge la inmigración, ya sea musulmana o de otras latitudes? ¿En qué consistiría ese proceso de integración? R.-Considero que frente a este proceso de inmigración que tanto la sociedad como la Iglesia en España y Europa han vivido en los últimos años, lo primero es reflexionar que la Iglesia ya no está conformada por miembros de un mismo trasfondo cultural. De hecho, en muchas iglesias, el número de inmigrantes supera ampliamente al de los autóctonos. Este cambio produce no pocos malos entendidos y dificultades. Cuanto antes el liderazgo local considere cómo dar cabida a este colectivo y que el mismo se vea como una fuerza que tiene mucho que aportar desde la humildad y el reconocimiento al liderazgo local, antes se podrá gozar del enriquecimiento mutuo que ofrece la diversidad cultural. Hay tres valores contrapuestos a los que considero necesario alcanzar, para que una iglesia se muestre como una comunidad que encarna un evangelio viviente y que afecta a su entorno. Primer valor a considerar cambiar: Amabilidad por AMISTAD. A los miembros de las comunidades de fe no se nos puede tildar que no somos amables, pero sí de que somos poco dados a brindar una verdadera amistad. Para el que llega, necesitado del calor y el cariño del pueblo de Dios, valora la amistad que se le brinda mucho más que un simple apretón de manos y unos sinceros deseos que las cosas le vayan bien. El saberse parte de un cuerpo solo es posible si se le hace sentir que es parte del mismo. Sin duda que el ofrecer amistad nos vuelve vulnerables, y a veces hasta engañados, pero bien vale la pena pagar ese riesgo por los resultados que provee. El segundo valor a cambiar es el de la tolerancia por la ACEPTACIÓN. Produce un amargo sabor de boca cuando el inmigrante percibe que es tolerado pero poco o nada aceptado en algunas comunidades de fe. Cuando en una sociedad se produce un proceso inmigratorio como el que vivimos, la endogamia cultural dentro de la esfera de lo espiritual con el tiempo es contraproducente. La diversidad cultural tratada con sabiduría y gracia enriquece no solo la cultura receptora, sino hasta la misma eclesiología de la propia iglesia local. El tercer valor a cambiar es el de ignorar los dones y capacidades que el mismo Dios entregó a los creyentes de otras latitudes por el de INCLUIRLOS dentro del ministerio y posición de liderazgo cuando así, por el desarrollo y el trabajo de sus talentos y dones, los inmigrantes han demostrado tener. El sentirse ignorados limita el ejercicio de los dones y desalienta la participación en las diferentes actividades y responsabilidades que desarrolla y se requiere en una iglesia. Integrar no es asimilar. La asimilación, muchas veces pretendida por la membresía de las iglesias, es rechazada por aquellos que sin dejar de ser lo que son, quieren aportar lo suyo y recibir las riquezas de la cultura receptora, y juntos integrarse en una nueva comunidad de fe. P.-Ventajas y riesgos de la inclusión de los foráneos en las iglesias… R.-Nos proporciona una oportunidad de mostrar, de cara a una sociedad incapaz de alcanzar una integración plena entre inmigrantes y locales, que el mensaje del Evangelio provee las herramientas válidas para alcanzarlo. Evidencia en la práctica que el Evangelio une a las personas sin importar su trasfondo cultural y el mismo culto al Señor es enriquecido con los aportes que cada cultura provee al mismo. Y en cuanto a riesgos, personalmente no encuentro ninguno, solo la inversión de tiempo que se requiere para trabajar, enseñar, motivar y desafiar a manifestarnos al amor los unos a los otros sin importar nuestro origen ni el color de nuestra piel. P.- ¿Cuáles podrían ser las consecuencias de ignorar la inmigración? R.-Una de las consecuencias más visibles es la formación de guetos eclesiales. P.- ¿Qué ha aportado y qué aporta la inmigración para la vida de la iglesia en nuestro país? R.-Opino que aporta frescura renovadora en los cultos. Iglesias con liderazgo que han sabido integrar a las diversas comunidades inmigrantes en su seno han experimentado una renovación cúltica; han podido desarrollar nuevos programas de evangelización y misiones, y han contado con nuevos dones y talentos. P.- ¿Cuál cree que será el futuro de la Iglesia si acepta el reto de la inmigración y su integración? R.-Crecimiento, no sólo numérico. P.- ¿Y si lo rechaza? R.-Opino que en la práctica no encontraríamos un rechazo frontal y abierto, pero la indiferencia y poco o ningún interés expresado hacia el inmigrante sí es posible encontrar. Esta actitud es una muestra evidente de rehuir vivir el verdadero espíritu del Evangelio. P.- Si acertamos, ¿podremos ser un modelo para la sociedad en lo referente a la integración de la inmigración? R.-Permitidme hacer referencia a un pequeño párrafo de una ponencia dada en el entorno del II Foro sobre Inmigración y comunidades de fe, organizada por la Comunidad Europea y celebrada en la ciudad de Barcelona hace un par de años. Allí pregunté públicamente: “¿Por qué hoy descubrimos que países del primer mundo con más de 40 años de trabajo intencional para integrar comunidades de inmigrantes en su entorno, se sienten fracasadas? ¿Por qué países como Alemania, Inglaterra, España, Italia, Suiza, Francia, Holanda, Austria, que invirtieron miles de millones de euros en pretender alcanzar una satisfactoria integración de sus inmigrantes, se lamentan hoy por los escasos resultados obtenidos? Sólo Dios da al hombre la capacidad de respetar al diferente en sus ideas, creencias o prácticas. Sólo Dios da al hombre la capacidad de amar a su prójimo como a sí mismo. Sólo Dios da al hombre la capacidad de cumplir con sus obligaciones con el Estado y Gobierno”. Hoy, en pequeñas localidades, las autoridades comunales tienen a muchas iglesias evangélicas como referentes válidos en temas de integración de colectivos inmigrantes. P.- ¿Piensa que la Iglesia ha estado viviendo su fe al margen de la sociedad donde está inserta? R.-Hay pueblos de 10, 20, 30 o más de miles de habitantes donde muchos de ellos, para no decir la gran mayoría, desconocen que en medio suyo existe una iglesia evangélica o protestante. Sin embargo, también hay que destacar que la situación de crisis que vivimos ha acercado la Iglesia a la sociedad de su entorno. La misma se ha hecho visible a muchos trabajando y sirviendo con dedicación, honradez y buen testimonio entre la sociedad necesitada. P.- La Biblia nos aporta una serie de recomendaciones de parte de Dios acerca del trato que hay que tener para con los más desprotegidos, marginados, enfermos, corruptos; para los que se prostituyen, emigran… Pregunto si tendrán vigencia para el pueblo de Dios de este siglo XXI… ¿O es que debemos evangelizarnos a nosotros mismos? R.-La degradación en el ser humano es consecuencia de su estado alejado de Dios. Jesús vino a buscar y a salvar al que se encuentra perdido. Su objetivo no es el marginado, ni el enfermo, ni el corrupto o el drogadicto o la prostituta, etc., etc. Su objetivo es el hombre perdido. El que se considera perdido, sin esperanza y sin paz en este mundo. Su mensaje es para el rico que reconoce que sus riquezas no satisfacen su vacío interior, y es para el drogadicto que reconoce que las drogas no dan la paz que ansía su corazón. Su mensaje es para el enfermo que habiéndolo gastado todo en médicos y remedios, reconoce que su principal enfermedad es su alma dolida y enferma. Para él hay sanidad. Su mensaje es para aquel que considerándose justo y buen hombre o mujer, un día reconoce que su propia justicia le golpea la cara diciéndole que de nada le valen sus buenos actos de propia justicia. Este es un hecho que hemos perdido de vista como iglesia. No todas por supuesto. Pero sí hemos olvidado y creo que por engaño del propio enemigo, que cada iglesia es un hospital donde todos estamos enfermos de muerte, y que sólo por Gracia se nos ha provisto de una sanidad presente y eterna de Gloria. Nadie es merecedor de nada, excepto de la condenación eterna, que la Obra expiatoria de Cristo nos ha librado del castigo y de la muerte. El no aceptar a aquel que por causa del pecado su vida ha caído en los niveles más bajos de la condición humana, es olvidar o desconocer el verdadero mensaje del Evangelio. Creo que la Iglesia, y cada uno en particular, debe mirarse en el espejo del modelo de Jesucristo y actuar en consecuencia. P.- Usted es de origen sirio. Cuál su experiencia como extranjero en España. R.-Por parte paterna provengo de familia siria, y por parte de madre, italiana. Nací en Argentina y hace 17 años que vivo en España. Como inmigrante no he sentido discriminación ni rechazo por parte de la sociedad española. Como cristiano venía sabiendo y reconociendo que España tiene una historia pasada de sangre y dolor por causa de su fe en Jesucristo y mi responsabilidad era respetar tanto su historia como su liderazgo. Mi llamado a esta tierra era y es servir desde mis propios dones y limitaciones a la iglesia local donde Dios me puso y al Pueblo de Dios en general. Ha sido una experiencia enriquecedora para mi vida. P.- ¿Cómo conoció a Jesús? R.-Le conocí a la edad de 24 años, en una Iglesia Bautista de Barrio Alberdi en la ciudad de Córdoba, Argentina. Allí crecí en la fe y allí el Señor me llamó a servir a los hermanos como Pastor de la misma iglesia donde le había conocido 16 años antes. Es la misma iglesia que -después de 7 años de pastorado- nos encomendó a la obra misionera; y es la misma iglesia que hasta el día de hoy nos apoya con oración, acompañamiento y sostén económico. Finaliza la entrevista. Gracias, Miguel, por esas pautas para facilitarnos el cómo hablar con nuestros vecinos musulmanes, quienes también necesitan conocer la fuente de toda gracia y verdad: Jesucristo. Termino con la oración de Salomón cuando se puso delante del altar y del Señor, y en presencia de toda la asamblea de Israel (1 Reyes 8.41. NVI): Dijo: “Trata de igual manera al extranjero que no pertenece a tu pueblo Israel, pero que atraído por tu fama ha venido de lejanas tierras. (En efecto, los pueblos oirán hablar de tu gran nombre y de tus despliegues de fuerza y poder). Cuando ese extranjero venga y ore en este templo, óyelo tú desde el cielo, donde habitas, y concédele cualquier petición que te haga. Así todos los pueblos de la tierra conocerán tu nombre y, al igual que tu pueblo Israel, tendrán temor de ti y comprenderán que en este templo que he construido se invoca tu nombre”.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Muy Personal - Miguel Juez: el pueblo de Dios y los musulmanes