La historia de un cactus y la de ALEC

La Asociación Latinoamericana de Escritores Cristianos como movimiento de proyección internacional ha cerrado sus puertas. Tal como se la conoció ya no existe más.

08 DE JUNIO DE 2013 · 22:00

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Pep Guardiola se fue, en apariencia voluntariamente, aupado por el más dulce de los elixires que proporciona la gloria futbolera. Como director técnico del Barça estuvo a punto de conseguirlo todo. A José Mourinho, entrenador del Real Madrid la presión de los medios “lo fue” o, como decimos en Costa Rica, “lo hizo echado”. (¡Nunca había visto tanta saña junta para atacar a un entrenador de fútbol y al equipo bajo su mando!) Guardiola se instaló temporalmente en Nueva York a esperar ofertas de nuevos contratos que no tardaron en llegar. Mourinho ya firmó con el Chelsea inglés con lo cual es de esperar que la prensa española termine por dejar de meterse con él. Ambos se dieron un tiempo para conseguir un nuevo empleo. Hay otros, no necesariamente en el mundo de los deportes, que tienen contratos permanentes; de por vida, y que no necesitan esperar que alguien los invite para seguir trabajando. ALEC, Asociación Latinoamericana de Escritores Cristianos, como un movimiento de proyección internacional, ha cerrado sus puertas. Tal como se la conoció en América Latina, Norteamérica y España, ya no existe más. ¿Guardiola? ¿Mourinho? Usted elija. El día 4 de junio, el director internacional y fundador de ALEC dio a la publicidad en forma restringida el comunicado que ahora difunde en un ámbito más amplio: COMUNICADO A LAS PERSONAS VINCULADAS A ALEC San José, Costa Rica. Junio 4(*), 2013.- Los acontecimientos surgidos inmediatamente antes y después del Encuentro de ALEC en la ciudad de Miami (28 al 31 de marzo, 2013) han resultado determinantes para darle a este ministerio una nueva orientación. Desde noviembre de 1999 hasta ahora han sido muchas y variadas las experiencias vividas. Aunque no buscamos hacer alarde de lo que se ha alcanzado ni lamentarnos por lo que se ha dejado de hacer, hay logros que están a la vista y que, de alguna manera, constituyen un hito en la historia de las letras cristianas en nuestro idioma. Justo es también reconocer que aún hay mucho trabajo por ejecutar. Esperamos que otros movimientos surgidos antes, durante o después de ALEC sigan esforzándose por alcanzar lo que a ALEC se le tornó esquivo en estos casi 14 años de vida. Al momento de redactar este comunicado no quiero avanzar más sin reconocer y agradecer el gran aporte que hicieron a la Asociación las personas que se integraron a ella. Escritores, profesores, asesores, consejeros merecen todo nuestro reconocimiento. La mayoría, si no todos, de los que inscribieron sus nombres como colaboradores voluntarios de ALEC lo hicieron porque en un momento vieron la validez del esfuerzo. Esto lo agradecemos y valoramos. A partir de este comunicado, sin embargo, ALEC cierra sus puertas como lo que fue hasta ahora. Creemos que ha llegado el momento de darle un nuevo enfoque al ministerio y lo haremos partiendo —como lo hicimos en un comienzo— nada más que con una visión, una pasión y una esperanza: Seguir aportando a la culturización secular y cristiana de nuestros pueblos hispano hablantes. Seguiremos procurando acercar el libro –cristiano y secular— a las nuevas generaciones que vienen tras nosotros. Y lo haremos con los medios de que dispongamos. Esta nueva ALEC no interferirá en los planes de ALEC-Miami que desde la última asamblea celebrada el 25 de abril recién pasado cuenta con un director nacional y tiene su propio plan de trabajo. No se trata de una división en dos ALECs sino en que cada una se moverá en esferas diferentes aunque siempre como un solo movimiento y mutua cooperación. Deseo prosperidad y éxito a los que, junto a nosotros, hicieron parte del camino que nos llevó por las cautivantes rutas del libro y de la cultura literaria en nuestra lengua. Atentamente, Eugenio Orellana, Director internacional de la Asociación Latinoamericana de Escritores Cristianos, ALEC Para algunos, la idea de «una nueva ALEC» no queda clara en el comunicado. Pretendo, en las siguientes líneas explicar algo que ayude a entender mejor el concepto. ALEC nació en 1999; pero cinco años antes había nacido Ministerios de Literatura a Hispanoamérica con un auspicioso abanico de programas, algunos de los cuales alcanzaron a desarrollarse aunque en forma incipiente. Y aquí, permítaseme contar una fábula que si bien no interpreta exactamente lo que estamos tratando de decir, a lo menos se le acerca.(*) FABULA DEL CACTUS QUE MATÓ DE SED A LOS ÁRBOLES CIRCUNDANTES Alguien lo encontró, raquítico y casi muerto, metido en una maceta abandonada en plena calle. Para evitar que se muriera del todo, lo llevó a su casa, lo puso en una maceta un poco más acogedora. Y le dio un poco de agua. A los pocos días, el pequeño cactus dio muestras de haber reaccionado. Se le siguió dando agua y él siguió recuperándose. A la vuelta de unos meses, comenzó a crecer. Dentro de poco fue necesario trasplantarlo a una maceta más grande. Y siguió creciendo. Se veía fuerte y saludable. Llegó el día cuando cualquiera maceta le habría quedado chica por lo que se le volvió a trasplantar, esta vez en el antejardín, a unos treinta centímetros de la casa. Ya en un hábitat más apropiado no fue necesario seguirle dando agua. Se la procuraría él solo. En el antejardín ya había, cuando el cactus llegó, varios árboles que lucían lozanos y fuertes. Un eucaliptus se había encumbrado varios metros por sobre la altura de la casa; tres palmeras lucían airosas sus grandes hojas y parecían conversar felices al ritmo del viento que las agitaba. Y el cactus seguía creciendo. Nuevos brotes se transformaban rápidamente en brazos y más brazos. Las espinas se hicieron fuertes. Y el cactus se hizo orgulloso. No permitía que nadie se le acercara. Cuando ya parecía haber alcanzado la edad de adulto y con varias docenas de brazos, los árboles que lo circundaban empezaron a dar muestra de sentirse enfermos. Agotados. Poco a poco fueron languideciendo a medida que el cactus se hacía más grande y frondoso. Una mañana, el eucaliptus amaneció muerto… de sed. Y poco a poco, también murieron de sed las palmeras. Nada quedaba alrededor del cactus. Solo él, cada vez más fuerte y saludable. ¿Qué había pasado? El cactus se había bebido toda el agua del subsuelo alrededor de la casa que lo cobijaba. Había cometido un homicidio múltiple, matando de sed a todos los que lo rodeaban. La decisión que fue necesario hacer no resultó tan dolorosa como la muerte de los otros árboles. Hubo que derribarlo y así pagó el cactus su ambición de querer ser él, y solo él, la admiración del antejardín. Cuando nació ALEC, ya existían en el antejardín de Ministerios de Literatura a Hispanoamérica varios proyectos que si bien no murieron, quedaron postergados ante el crecimiento inusitado de ALEC. Con ellos y otros se configurará la nueva ALEC. Dios sabrá quiénes se unirán a nosotros en el desarrollo de nuestra agenda; o, si por el contrario, haremos solos esta etapa final del camino. (Solos es un decir porque los labradores en la viña del Señor nunca están solos; Él está con ellos.) No estamos seguros que “la nueva ALEC” se llamará, precisamente, ALEC. Quizás adopte otro nombre. No lo podemos decir en este momento con algún grado de certeza. Pero el nombre será lo de menos. Lo importante es la implementación de los programas mencionados y otros que dejamos de individualizar por ahora. Por otra parte, en un intento por descentralizar la actividad global de ALEC, se ha propuesto a ALEC-Miami un estado de autonomía creativa. La estructura legal de la Asociación, debidamente inscrita y registrada en el Estado de la Florida sigue sin modificaciones; la programación y ejecución del trabajo, sin embargo, corresponderá mayormente a la nueva dirección que se le ha dado. (*) Esta es una historia verídica, de la cual fuimos testigos y protagonistas los Orellana. Quien encontró el cactus abandonado fue nuestro hijo Kenny; quienes lo cuidaron y alimentaron fuimos Cire y yo. Nosotros lo trasplantamos al antejardín de nuestra casa en Homestead, Florida y me correspondió a mí dar la orden de su derribamiento. Quizás algunos de quienes nos visitaron por esos años lo recuerden. Hoy no es más que eso: un recuerdo.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - El escribidor - La historia de un cactus y la de ALEC