Martirio de Epigmenio Monroy en Apizaco, Tlaxcala

A puñetazos, patadas y armas punzo cortantes el grupo hace víctima a Epigmenio.

26 DE ABRIL DE 2013 · 22:00

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	Epigmenio Monroy</p>
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Epigmenio Monroy

Epigmenio Monroy fue asesinado arteramente. El siguiente es el párrafo inicial de una nota informativa que dio cuenta del suceso: “La Iglesia Evangélica de México ha tenido que lamentar un acontecimiento que ha agregado al martirologio mexicano otro nombre que no muy pronto se olvidará”.[i] Sobre el año de nacimiento de Monroy hemos hallado consignadas dos fechas, una de 1845 y otra de 1854, en Real del Monte, Hidalgo.[ii] En su niñez y adolescencia mantiene lejanía con el catolicismo romano. Al cumplir la mayoría de edad “oyó por primera vez la predicación del Evangelio [y] se hallaba predispuesto a recibir con fe y ardor las enseñanzas de las Sagradas Escrituras y profesó con entusiasmo la verdadera religión evangélica que tan bien satisfacía las aspiraciones de su alma”.[iii] Inicialmente tiene vínculos con la congregación evangélica de Pachuca, para más tarde ser un personaje clave en la consolidación del núcleo en Real del Monte. Paulatinamente adquiere compromisos ministeriales, al tiempo que ejerce distintos empleos y oficios para proveerse el sustento. En 1880 es nombrado predicador en la Iglesia Metodista Episcopal, además dirige el colegio y la congregación metodista de Amecameca. Epigmenio Monroy es uno de los asistentes a la conferencia de ministros que se desarrolla en la ciudad de México en enero de 1881, donde es nombrado para trabajar en Apizaco, Tlaxcala. Junto con su familia (esposa y dos hijos) se traslada al nuevo lugar de residencia. Allí “principió con entusiasmo sus trabajos dirigiendo los cultos y abriendo un establecimiento de enseñanza en el que pronto se inscribieron más de veinte alumnos”.[iv] Vecinos de Santa Anita, poblado cercano a Apizaco, invitan a Monroy para que dirija cultos metodistas en una casa, lo que acepta y preside las reuniones varias ocasiones. El 8 de abril de 1881, tras haber predicado por la tarde en el culto en Santa Anita, Epigmenio emprende el regreso hacia Apizaco. A las siete de la noche sale del poblado, le acompañan dos correligionarios del lugar. Él va en un caballo, en otro sus dos acompañantes. Uno de éstos últimos, Diego Baz, nota que un grupo de hombres sale de un costado del camino. Les atacan a golpes y como consecuencia caen del caballo. El objetivo de los agresores era neutralizarlos para que no pudiesen auxiliar a Epigmenio Monroy de lo que habían tramado contra él. A puñetazos, patadas y armas punzo cortantes el grupo hace víctima a Epigmenio, dejándole por muerto a un lado del camino. Diego Baz logra dar parte del suceso a integrantes de la célula protestante en Apizaco y al juez Luis Delgado. Son aprehendidos ocho de los agresores, pero no el principal atacante. Las autoridades hallan a Monroy semi enterrado, pero todavía con vida, y es trasladado para ser atendido en Apizaco. La noche del 9 de abril, sábado, muere Epigmenio Monroy. Acerca de que el objetivo de los agresores era él, deja plena constancia la saña con que violentaron al predicador. Para los protestantes de Apizaco y Santa Anita hubo certeza que todo se explicaba por la oposición de los atacantes a que en esos lugares estuviera desarrollando obra evangélica Epigmenio Monroy. Mediante escrito del pastor Gamboa, fechada el 11 de abril, se sabe que el cuerpo de Monroy debe ser llevado a Tlaxcala para la autopsia y posterior inhumación. Gamboa está presente en la autopsia, realizada por el doctor Manzanares. La siguiente es una descripción de lo hallado por el médico: “Tenía en la cabeza, por el lado izquierdo, una herida de machete del largo de dos pulgadas, el cráneo abierto, debajo de la oreja y por el mismo lado tenía otra herida bastante profunda; en el resto de la cabeza y lado derecho, pudo contar el doctor hasta nueve protuberancias producidas por otros tantos golpes con palos. El brazo izquierdo tenía dos roturas, una cerca de la muñeca, y la otra en el antebrazo, todo el brazo estaba cubierto de un color amoratado, efecto de golpes: del mismo lado, y debajo de la tetilla, como tres pulgadas, tenía otra herida de una pulgada de ancho, no grave, según me dijo el doctor. La pierna izquierda estaba rota; el hueso que está arriba de la rodilla estaba abierto por la mitad. En el pecho resistió muchos golpes”.[v] El cuerpo fue sepultado en Tlaxcala, en el panteón de San Dieguito. Su viuda y sus dos hijos quedaron bajo la protección de las comunidades metodistas de Apizaco y Santa Anita. El identificado como asesino de Epigmenio Monroy es aprehendido más de seis años después del hecho.[vi] La noticia da lugar para que en el órgano informativo de la Iglesia Metodista Episcopal se haga una remembranza de Monroy, quien “por sus excelentes cualidades y su completa devoción a su pacífica y noble misión de predicador evangélico y maestro de escuela, se conquistó pronto las simpatías y el respeto de las personas más caracterizadas de Apizaco”. En el mismo espacio se informa de los avances del proyecto para trasladar los restos de Epigmenio Monroy a Puebla o a la ciudad de México. El mencionado traslado se hace al panteón Dolores en la capital del país. En la tumba es erigido un monumento en recuerdo de Epigmenio Monroy. El día de la inauguración del monumento, 28 de noviembre de 1888, tiene a su cargo el discurso el pastor Simón Loza. Hace una extensa descripción del significado del martirio de Epigmenio Monroy, lo pone en perspectiva bíblica e histórica. Hace una diferenciación entre el ministerio validado institucionalmente (al que respeta y reconoce), y el desarrollado sin ese respaldo: “Nuestro hermano el Sr. Monroy no era todavía, a la fecha de su muerte, un ministro ordenado según los cánones de la Iglesia Metodista de México, pero era, no lo dudéis, un ministro ordenado según los cánones del Espíritu de Dios, y esta ordenación, sin dejar de respetar la otra, lo ha hecho merecedor de nuestro recuerdo, de nuestros homenajes y de nuestro reconocimiento, pues su vida religiosa y su martirio por la santa causa cristiana en la República nos ha dado ejemplo […]”.[vii] En 1910, al escribir Pedro Flores Valderrama un amplio artículo titulado “¿Qué ha hecho el protestantismo para asegurar la libertad de conciencia en México?”, menciona varios casos en que por ejercer el derecho a la libertad de creencia y de culto los protestantes del país padecieron represalias, persecuciones y no pocas muertes. En esa línea ubica a Monroy, “tenemos una larga lista de mártires, entre los que figura como uno de los primeros el humilde y sufrido predicador metodista Epigmenio Monroy, asesinado villanamente”.[viii]

[i] El Abogado Cristiano Ilustrado, 1/V/1881, p. 14. [ii] Ibid y El Abogado Cristiano Ilustrado, 15/XII/1888, p. 190. [iii] El Abogado Cristiano Ilustrado, 1/V/1881, p. 14. [iv] Ibid. [v] Ibid. [vi] El Abogado Cristiano Ilustrado, 15/VIII/1887, p. 121. [vii] El Abogado Cristiano Ilustrado, 15/XII/1888, p. 190. [viii] El Abogado Cristiano, 6/X/1910, p. 629.

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