Paz en medio de tu tormenta

Alguien dijo: “Nuestra mayor fortaleza, quizá sea poder estar quietos y confiar en Dios”.

29 DE JUNIO DE 2012 · 22:00

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Cuando un oftalmólogo le dice a su paciente durante una operación que mantenga los ojos inmóviles, sería del género bobo intentar no hacerle caso; porque todos sabemos que lo hace por nuestro bien y para que la operación pueda salir con éxito. Entonces, por qué no actuamos de la misma manera cuando se trata de tener quietud espiritual?. Sin descanso, a todos los niveles, no podemos ver con claridad. Recordáis a Elías y el impresionante evento contra los profetas de Baal en el monte Carmelo?, recordáis lo que ocurrió después?... Elías se quedó exhausto, se apoderó de él una profunda depresión y quería morirse. Recordáis lo que le manda el Señor?, “Levántate y come; porque largo camino te espera”. Elías lo hace así y luego descansa mucho tiempo, y es que Dios sigue siendo el mejor especialista en siquiatría. Después de aquello, el profeta se metió en la cueva de Horeb y saliendo afuera por mandato divino, primero vio un viento que rompía los montes y quebraba las peñas, después un terremoto, luego un fuego y, al final........ y esto me encanta y me emociona!.... Un silbo apacible y delicado. Cuando Elías lo oyó, cubrió su rostro con su manto y salió; porque sabía que allí estaba la presencia de Dios. A veces, en nuestras vidas, ocurren imponderables y creemos que no vamos a poder superarlos y tenemos prisa y queremos, igual que Sara con Agar “echarle una manita al Señor”. Yo ya he aprendido que eso no es más que complicar las cosas y prefiero estar quieta y conocer la salvación del Señor. No quiero dar ni un sólo paso en mi vida fuera de Su voluntad, sabiendo que ese será el único camino correcto para mi vida. Tal como un enfermo debe quedar inmóvil ante su oftalmólogo para que sus ojos sean sanados, todos necesitamos quedarnos quietos para que el Señor pueda mantener clara nuestra visión espiritual. Alguien dijo: “Nuestra mayor fortaleza, quizá sea poder estar quietos y confiar en Dios”. Todavía no has escuchado el silbo apacible y delicado de la presencia de Dios en tu vida?, yo te invito a hacerlo en este instante, sal de tu dolor, de tu cueva y escúchalo, está lleno de toda la ternura del Señor y es para ti, ahora mismo, ese será el único modo en el que puedas encontrar paz en medio de tu tormenta.

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