Eutanasia: una palabra confusa
Hay confusión cuando se trata de averiguar lo que el hombre de la calle entiende hoy por eutanasia.
18 DE NOVIEMBRE DE 2011 · 23:00
Desde el punto de vista etimológico la definición de eutanasia es clara, el prefijo griego eu significa “buena” y thánatos es “muerte”. Por lo tanto el término se refiere a la “buena muerte” o al “bien morir”.
No obstante, la confusión surge cuando se trata de averiguar lo que el hombre de la calle entiende hoy por eutanasia.
Para algunos se trataría de un homicidio hecho por compasión ante el sufrimiento de alguien que voluntariamente pide morir. Para otros, ser partidario de ella sería intentar no convertirse en víctima del llamado “encarnizamiento terapéutico”. También procurar tener una agonía sin los angustiosos sufrimientos que puede provocar la actual tecnología médica. Mientras que a veces la eutanasia se entiende como el derecho a la propia muerte o a lo que se denomina la “muerte digna”.
Frente a estas posibilidades ¿de qué se habla en realidad cuando se utiliza el término eutanasia? Es importante definirlo correctamente pues según el significado que se le dé, es posible interpretarlo como un crimen que atenta contra la naturaleza humana o como un acto solidario y hasta misericordioso.
Una de las definiciones más completas que hasta ahora se han dado de eutanasia es la siguiente: “Muerte indolora infligida a una persona humana, consciente o no, que sufre abundantemente a causa de enfermedades graves e incurables o por su condición de disminuido, sean estas dolencias congénitas o adquiridas, llevada a cabo de manera deliberada por el personal sanitario, o al menos con su ayuda, mediante fármacos o con la suspensión de curas vitales ordinarias, porque se considera irracional que prosiga una vida que, en tales condiciones, se valora como ya no digna de ser vivida” (Ciccone, La ética y el término de la vida humana, Rialp, Madrid, 1997: 424).
Ya en los siglos XVI y XVII se empezó a distinguir entre dos tipos de eutanasia, en función del propósito con que ésta se realiza, la activa y la pasiva.
La primera, llamada también directa, sería la que busca terminar con la vida del enfermo, mientras que la pasiva o indirecta sólo pretende eliminar o disminuir los sufrimientos aunque de ello se pueda derivar indirectamente el acortamiento de su vida.
En nuestra opinión este segundo tipo no debería considerarse como auténtica eutanasia ya que, en realidad, no persigue el fin prioritario de dar muerte al paciente.
La eutanasia activa ha recibido a su vez numerosos calificativos. Se ha hablado, por ejemplo, de eutanasia agónica para señalar la interrupción de la vida durante la fase terminal; eutanasia social o eugenésica que tendría por fin eliminar a los bebés subnormales, enfermos mentales, incurables o personas pertenecientes a razas consideradas inferiores; cacotanasia, aquella en la que se da muerte al paciente sin contar con su voluntad y, en fin, la eutanasia lenitiva, suicida u homicida.
En el mismo nivel que la eutanasia pero opuesta por completo a ella se sitúa la llamada distanasia (también del griego dis, “mal, algo mal hecho”, y thánatos, “muerte”).
La idea aquí es la de retrasar la muerte del enfermo mediante todos los medios tecnológicos posibles, incluso aunque se reconozca que no existe esperanza de curación y a pesar del dolor o sufrimiento que se le pueda causar. De manera que la distanasia equivaldría a la “muerte mala”, al ensañamiento terapéutico, a la obstinación clínica por conseguir alargar la vida sea como sea.
Las atrocidades y encarnizamientos cometidos en tantos hospitales sobre los enfermos terminales han contribuido decisivamente a la difusión de la eutanasia como solución para acceder a una muerte digna. Lo contrario de la distanasia no sería la eutanasia sino la adistanasia, es decir, el derecho a morir dignamente, sin someter a los pacientes terminales a prolongadas e inhumanas agonías. Ciertos autores prefieren este concepto de no-prolongación irracional de la muerte (adistanasia) en vez del de eutanasia pasiva, con el fin de no crear confusiones entre lo que es eutanasia y lo que no.
Por último, existe también otro término, el de ortotanasia, para referirse a la muerte correcta (del griego orthos, “recto” y thánatos, “muerte”). Mediante él se pretende señalar la muerte adecuada y a su tiempo, sin acortarla drásticamente ni dilatarla de manera innecesaria. Este concepto rivaliza con el de eutanasia ya que cuestiona que ésta constituya, tal como se pretende, una auténtica buena muerte.
La semana próxima trataremos la Historia de la eutanasia.
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