La sucursal
Jorge miraba a través de la ventana la nieve caer.
28 DE OCTUBRE DE 2011 · 22:00
- Ya queda menos para la hora del café.- Exclamó Jorge.- Casi veinte minutos.
Esteban asintió sin perder la cuenta. Los billetes resbalaban entre sus dedos como angulas, rápidos y precisos.
Tomó nota de lo contabilizado y volvió a empezar, siempre había que revisarlo dos veces.
- ¡Este es falso!- Gritó.- Qué poca vergüenza…
Jorge miraba a través de la ventana la nieve caer. Con un manto tupido cubría el pavimento, las ramas delgadas de los árboles, las hojas de la jardinera.
Suspiró y miró de nuevo el reloj. Ya sólo dieciséis minutos para el café.
En la sucursal desierta no aparecía nadie, irrumpía tan solo, de vez en cuando, el zumbido del sistema eléctrico del cajero automático.
- ¡Y encima este asco de tiempo!- Se quejó Esteban.
Jorge pensó, sin embargo, que la nevada había traído el silencio y la paz. Le emocionó la sensación del suelo rompiéndose bajo sus pies, entre pasos cortos y atentos, avanzando bajo los copos.
Se descubrió a sí mismo, por primera vez en más de veinte años, ilusionándose de nuevo con los pequeños detalles que surgen en la vida.
Por fin él podía descubrir, y sonreír con ello, un regalo de la cotidianidad que a todos pasaba desapercibido.
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Ojo de pez - La sucursal
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