Cierre sin despedida

Esta es la última “Carta de tu amigo” y con ella se cierra la sección. A veces uno siente la necesidad de parar, valorar, reorganizar, desfragmentar, compactar los archivos de la mente y el ama, trabajar en la trastienda y resituarse para seguir.

11 DE DICIEMBRE DE 2010 · 23:00

,
Estoy seguro en este caso de hacer lo que hay que hacer pero triste por acabar con algo tan estimulante y enriquecedor para mí. ¿Por qué, entonces, ponerle punto final a lo que ha significado tanto? Pues, a lo mejor por eso precisamente, por culminar aquello que inició Carles Pujol hace años y se vio impedido de desarrollar al máximo porque Dios tenía otros planes para él. En su momento sentí la necesidad de retocar levemente el título de la sección para marcar la segunda fase y mantener vivo el recuerdo del amigo inolvidable. Eso se ha hecho. Decir que en el último tiempo he pensado mucho en Carles sería verdad pero no toda la verdad porque no ha habido día que no me haya topado con su fotografía en mi despacho y, aunque sea por un momento, le haya recordado. Desde entonces he aprendido que, cuando se trata de verdaderos amigos, no hay sucesiones, ni sustituciones, ni suplencias, ni reemplazos. Si no está, no está. He aprendido la diferencia que existe entre recordar y echar de menos, aunque sean dos experiencias cohabitantes. Con el tiempo ha llegado a ser agradable volver a pie por lugares señalados del Montseny o del Montnegre principalmente y notar cómo se activa la memoria. Recordar tropezones del camino, despistes en la ruta, anécdotas y conversaciones triviales y otras de gran calado. Es posible que la memoria me traicione pero con frecuencia recuerdo hasta las palabras exactas intercambiadas con los tonos empleados por cada uno y eso es para mí una riqueza personal. Es distinta la sensación de echarle de menos porque es mucho más amarga. Noto a faltar la posibilidad de conversar, sacar la lengua a pasear y hacer excursiones mentales. Decir lo que uno piensa sin filtros de ninguna clase y sin temor a juicios baratos y estrechos de miras. Hablar sin estar pendiente de si le das al otro oportunidad de hablar o no. Me falta la posibilidad de hablar, hablar y hablar hasta que el tema se agote, la mente no dé para más o la lengua se canse. Detecto la carencia de escuchar, escuchar y escuchar en silencio y activamente hasta el completo vaciado del otro. No hay quien formule la pregunta certera que te hace reflexionar y dar un giro a lo que estás pensando ni quien guarde deliberadamente silencio para ayudarte a pensar, ni los hombros que se encojen para decir sin palabras “tú verás lo que haces”. Tengo especial interés en cerrar con un recuerdo personal muy vinculado a esta sección. No me despido. Me voy a mantener en contacto como lector siempre y como colaborador más adelante con participaciones y reflexiones que aparecerán en el futuro, si Dios no dispone otra cosa. Sería contra natura despedirse por voluntad propia de algo tan cercano como Protestante Digital y de todo lo que significa, cortar con lo que me siento tan identificado e implicado. Sobre todo cuando -como es mi caso- conozco de primera mano y con todo lujo de detalles algunas partes de sus mismas tripas. Hasta pronto.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Cartas de un Amigo - Cierre sin despedida