La buena vejez

Según León Trotsky “envejecer es una de las mayores sorpresas que te da la vida”. En principio parece que ´vejez´ y ´buena´ son dos palabras con muchas dificultades para ir juntas. En esa etapa, cuando ya no se esperan demasiadas cosas de la vida, sombras tales como el deterioro físico, el desgaste de vivir y la perspectiva de un desenlace final no deseado pueden tener suficiente fuerza como para hacerla nada apetecible.

24 DE ENERO DE 2009 · 23:00

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Buena podría ser la infancia, la adolescencia, la juventud e incluso, por vía de concesión, la madurez; pero no la vejez. Hace pocos días —en un periódico lleno de noticias sobre la investidura de Obama, el alto el fuego en Gaza, el contencioso entre Rusia y Ucrania por el gas y, cómo no, la crisis económica mundial— aparecían dos noticias de signo contrario sobre la vejez. El “síndrome del abuelo esclavo” por un lado y el “placer del triunfo tardío” por otro. La primera se refería a que según un estudio reciente el cuarenta y dos por ciento de los abuelos que cuidan a sus nietos mientras sus hijos trabajan sufre ansiedad, estrés y sentimiento de frustración. Les desborda la obligación diaria, la actividad desproporcionada a su edad y la limitación de poder hacer otras cosas que les apetecen. Muchos de ellos creen que plantear la necesidad de su propio espacio es egoísta. Otros, por el contrario, lo viven como una tarea gratificante que los mantiene activos y con vitalidad proporcionándoles un envejecimiento activo. La segunda hablaba de cuatro escritores que han publicado su primera novela de éxito después de su jubilación. El éxito tardío ha supuesto para ellos una satisfacción enorme y se sienten viviendo la mejor época de toda su vida porque la perciben como un momento de plenitud en el que escribir les compensa de muchas cosas que van faltando. Tienen el placer de hacer lo que quieren sin que nadie les mande. En buena medida la vejez, como el resto de tiempos de la vida, no es algo que nos toca en suerte sino aquello que nosotros mismos construimos. Es bueno tener un claro sentido de la medida y las propias limitaciones para no abarcar más de lo que se puede. Hay que mantener vivo el sentido del espacio propio y también, porqué no, del ocio y la diversión. Seguir buscándole —y disfrutarlo— el sentido a la vida y alimentar el sentido de la esperanza en la vida eterna. Ser productivos una vez superada la etapa productiva de la vida nos ayudará a dar vida a los años. Aun en la vejez darán fruto; estarán vigorosos y muy verdes, para anunciar cuán recto es el Señor, mi roca, y que no hay injusticia en él (Salmo 92:14-15).

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