Timoteo Glasscock: levantar los ojos para ver los campos

Una entrevista a Timoteo Glasscock, misionero inglés, teólogo, conferenciante, licenciado en Derecho por la Oxford University, escritor cristiano y Anciano de la Iglesia de Pº de la Estación en Salamanca. Realizada por Jacqueline Alencar.

06 DE NOVIEMBRE DE 2010 · 23:00

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Destacamos la labor de este inglés-español, cuyo ministerio le ha llevado a desterrarse de su patria y a entregarse por completo a la Obra en España. Ya lleva 40 años en España como misionero, anciano, profesor en institutos bíblicos, colaborador con los GBU y también en importantes publicaciones evangélicas, esposo, padre de tres hijos… Creo que podemos decir que de Inglaterra ha salido algo bueno, ¿no lo cree? Esta pregunta no puede quedar en blanco. Lo que salió de Inglaterra en el año 1972 fue un joven cristiano que tenía muchas ganas de servir al Señor, pero que necesitaba madurar mucho. El Señor ha puesto en mi camino, a lo largo de estos años, a personas maravillosas que me han ayudado en este proceso. Poder trabajar en España como misionero durante cuatro décadas ha sido, sin duda, un privilegio inmenso. Lo que he recibido de la iglesia en España es mucho más de lo que haya podido dar. Quizá el regalo mayor que me ha dado este país ha sido una esposa increíble, y tres hijos maravillosos. ¿Cómo ha sido su periplo por lugares tan distintos como Londres, Madrid, Marín y ahora Salamanca? Mi padre trabajaba en Londres hasta que se jubiló, de manera que siempre vivíamos en las afueras de la ciudad. Espiritualmente, me marcaron de forma muy positiva mis años en la universidad. Llegué a Madrid mientras corrían los últimos años del franquismo. Allí conocí a la que hoy es mi esposa, y a principios de los ochenta recibimos una invitación a integrarnos en su iglesia de origen, en Marín (Pontevedra), como parte del equipo pastoral de la iglesia. Después de veintitrés años allí, de mucha bendición, decidimos que un cambio de ubicación sería estimulante para nosotros, como también para la iglesia, y respondimos a una invitación para trasladarnos a Salamanca e incorporarnos a la iglesia en Paseo de la Estación. Lo cierto es que los años en Galicia me contagiaron de aquel sentimiento tan gallego de la “morriña”, de manera que volvemos a Marín con frecuencia, pero estamos muy contentos en Salamanca en esta etapa de nuestro servicio al Señor. Si hiciera un balance en este momento de la carrera (todavía queda por delante), viera los recuerdos del pasado, pensara en todos los hermanos que han pasado por su vida y en lo que el Señor ha hecho por ellos… A pesar de que el camino no es de rosas… A pesar de que la carrera no está exenta de obstáculos… ¿Qué le diría a Dios, de todo corazón? Gracias, Señor, por las personas que tanto nos han enriquecido, por los momentos de entusiasmo, viendo progresos en la obra, y también por las crisis, las luchas, las tragedias, en las que hemos sentido tu amor de una forma tan potente. ¿Podría citar algunos nombres que destacan en esa “nube de testigos” que le han estimulado y edificado en los momentos claves de su vida y ministerio, hasta hoy? Son tantos… Es imposible ser justo en esta valoración, porque la lista sería interminable. La influencia de Pablo Wickham en mi llegada a España fue fundamental. Luego tuve el gran privilegio de un contacto estrecho y continuado, no sólo con Pablo y Catalina, sino con Ernesto Trenchard y su esposa Gertrudis, Juan Solé, Jaime Stunt, Pedro Inglés, Saturnino Martínez y su hermano Alejandro, Antonio Ruiz, y muchos otros hermanos de Madrid. El contacto con Eric Bermejo en las llamadas “campañas de Toro” me fue de mucha bendición. Cuando nos trasladamos a Galicia, hemos disfrutado de una colaboración estrecha con Julio Torres, Ramón Lagos y otros hermanos de Marín, y de un contacto frecuente con otros siervos de Dios como Samuel Pérez Millos, Álvaro y Timoteo Figueirido, Jaime Fernández, Walter Hofkamp y muchos más. En un contexto más amplio, he sido muy bendecido por mis contactos con José María Martínez y su hijo Pablo, Francisco Mira, David Burt, Stuart Park, y otros hermanos del entorno de G.B.U. ¡Ahora a disfrutar con hermanos muy queridos en Salamanca! No es labor fácil conducir un grupo, un país, una empresa… y la iglesia no es una excepción. Las relaciones interpersonales son complejas, a veces no faltan las personas complicadas, pero insisto, ¿puede alguien que ha aceptado una responsabilidad de dirección permitirse el lujo de preocuparse selectivamente de sus hermanos en la fe, de no alegrarse por ellos, de no alegrarse por lo que Dios está haciendo en sus vidas? Comento este tema porque es el que ha ocupado los días en el último encuentro de los GBG. Vemos en las cartas de Pablo como él se alegraba intensamente viendo la obra de Dios en las vidas de personas a quienes había enseñando y discipulado, y también su dolor intenso cuando el maligno lograba dificultar y dañar el progreso espiritual de éstas. Creo que en alguna medida éstas son las sensaciones que tiene todo aquel que detenta una responsabilidad pastoral. Hay sombras que entristecen con frecuencia, pero hay gozos también viendo la gracia de Dios transformando vidas. Me parece que los Grupos Bíblicos Universitarios tienen un lugar dentro de su recargada agenda, lo cual es una bendición: poder colaborar con los jóvenes, en este caso los estudiantes universitarios. Entonces, quisiera preguntarle su opinión acerca del papel de este ministerio como brazo evangelístico de la iglesia en la Universidad y en la formación de futuros líderes y personas comprometidas con la Obra. Como antes dije, mis años en la universidad contribuyeron mucho a mi desarrollo espiritual, y el contacto con los G.B.U. en Inglaterra tuvo una gran parte de la culpa de ello. En G.B.U. recibí una visión nueva y mucho más amplia de lo que era la realidad del Cuerpo de Cristo, escuché presentaciones del evangelio en clave apologética de una potencia y coherencia que desconocía hasta aquel momento, fui impactado por un estilo de enseñar la Palabra de Dios que fue tanto sistemático como muy iluminador, y me contagié con el entusiasmo por la obra misionera. Desde entonces tengo la convicción de que la obra de G.B.U., tanto en su aspecto evangelizador como en su faceta de formación y entrenamiento, es clave para el progreso del evangelio en España. ¿Hay muchos Elías en nuestro tiempo que se parezcan a ese que lo dejó todo por un llamado? Ha elegido este personaje del Antiguo Testamento como tema en uno de sus libros. Lo cierto es que abundan en el Antiguo Testamento personajes muy llamativos, empezando por Enoc, Noé o Abraham y llegando hasta Esdras, Nehemías o Malaquías, y de todos ellos hay mucho que aprender. Elías me llama la atención por su dedicación incondicional al servicio de Dios como su portavoz, a pesar del precio que tuvo que pagar por ello, pero también por la forma tan humana de agotarse en un momento dado y de buscar la renovación en Dios cuando todo lo demás fallaba. Es un personaje que sirve de modelo, pero con quien uno puede identificarse. Recomiendo encarecidamente la lectura del libro de Lance Pierson, titulado “Elías, representante de Dios en un mundo hostil”, editado por Andamio. Mark Driscoll, pastor de una iglesia evangélica norteamericana, opina en una noticia publicada en P+D que “La responsabilidad del pastor es cuidar de su familia y que sacrificar a su mujer e hijos por el ministerio cristiano es injustificable”. ¿Qué cree que diría Moisés en su lugar? Séfora y sus hijos no tuvieron el privilegio de contar con él para siempre. ¿Qué diría el apóstol Pablo? ¿Qué diría Jesús, nuestro modelo por excelencia? Entiendo lo que Driscoll quiere decir, aunque creo que posiblemente lo expresa de una manera extrema. Tanto Pablo como Jesús pudieron priorizar su atención a la familia de la fe, sin responsabilidades familiares inmediatas. En mi experiencia personal, tuve que replantear esta cuestión cuando mi esposa me dijo en cierto momento que, si seguía con el ritmo de compromisos y desplazamientos con los que llenaba mi agenda, iba a perder a mis hijos. Reflexionando, me di cuenta que si el maligno lograba destruir mi matrimonio y mi familia, también destruiría mi ministerio, y que era marido y padre además de misionero, y responsable delante del Señor en cada una de estas áreas. Juntos, Elena y yo hicimos algunos ajustes que permitieron dar más tiempo a la convivencia como familia, nos fue de maravilla, y nunca me he arrepentido de ello. ¿Cuál es la misión de la Iglesia? ¿Cree que deberíamos, como tales, examinarnos, revisar la salud de nuestras convicciones, de nuestro compromiso con Dios y con el prójimo? ¿Vendría bien recordarnos que la iglesia debe ser ecclesia reformata, quia semper reformanda? Por supuesto que este lema de la Reforma es de una importancia capital. La realidad de nuestra naturaleza caída, que nos seguirá influyendo hasta que estemos con el Señor, hace
que, tanto a nivel individual como a nivel colectivo, necesitemos revisar constantemente nuestras convicciones y nuestro comportamiento a la luz de la Palabra de Dios, para arrepentirnos de todo aquello que no agrada al Señor ni contribuye al avance del reino de Dios, y permitir que Él renueve nuestras vidas, nuestro testimonio y nuestras iglesias conforme a su voluntad. La misión de la iglesia no cambia: extender la buena noticia del evangelio a todos los pueblos y edificar en Cristo a los que responden con fe. Pero nosotros sí cambiamos; nuestra visión y nuestro compromiso, tanto con Dios como con el prójimo, pueden diluirse, y tenemos que volver una y otra vez al Señor y a su Palabra para experimentar de nuevo su gracia en renovación. ¿Son necesarias grandes estrategias evangelísticas para dar las buenas nuevas de salvación? Voy constatando que nuestros actos, obras, formas de tratar a los demás o nuestro amor en acción valen igual que los grandes mensajes que podamos pronunciar. Muchos estiman que los mensajes deben ir acompañados de ejemplos prácticos y que la gente descree de palabras que no llevan guarnición. ¿Cuál es su parecer? Gracias a Dios por todos los esfuerzos evangelísticos y estrategias eficaces que pueden contribuir a llevar el testimonio cristiano hasta lo último de la tierra. Para los que somos soldados “de a pie”, llamados a hablar de Cristo en el contexto donde el Señor nos ha puesto, es saludable recordar que Él nos ha llamado a ser sal y luz en nuestra vida cotidiana (Mateo 5:13-16). La sal ha de salir del salero, como diría Becky Pippert, la luz debe estar colocada donde puede iluminar a toda la casa, la iglesia tiene que involucrarse en la sociedad como luz de Cristo en un lugar muy oscuro. Parece que en las palabras de Jesús el énfasis recae sobre lo que somos (sal y luz) y sobre lo que hacemos (nuestras acciones) como elementos evangelizadores esenciales. Pedro nos recalca también la importancia de la presentación verbal del evangelio (1ª Pedro 3:15). Pienso, por lo tanto, que en nuestro testimonio a Cristo deben ir perfectamente integrados los tres elementos de nuestro estilo de vida, expresiones prácticas y concretas del amor de Cristo, y palabras que explican con claridad el camino de salvación. ¿Va incrementándose el número de profesores de Enseñanza Religiosa Evangélica en España y en Salamanca? Gracias a Dios hemos visto un aumento en el número de profesores de ERE en los últimos tres años. En este momento tenemos cinco profesoras en la provincia, aunque sólo dos tienen jornada completa. Hay una preocupación internacional por la libertad religiosa en España. ¿Se puede decir que es fundada? ¿Piensa que se ejerce por parte de las iglesias el derecho a establecer lugares de culto o de reunión con fines religiosos? Creo que no hay punto de comparación entre la situación vivida durante los peores años del franquismo, y las libertades y oportunidades que disfrutamos ahora. Puede haber una discrepancia entre los términos de la legislación sobre la libertad religiosa y su aplicación en situaciones concretas, pero la verdad es que tenemos muchas oportunidades para difundir el evangelio en la actualidad, y lo que hace falta es aprovechar bien las posibilidades que tenemos. Aunque suene a generalización, quizá lo más importante sea un cambio en la mentalidad de las iglesias evangélicas, que dejemos de ser tan introspectivas, que levantemos la mirada para ver los campos, y que pongamos manos a la obra de cosechar. Lleva más de treinta años casado con Elena Gil. Seguro que han vivido circunstancias de todo tipo. Pero ahí están… ¿Qué se le puede decir a una compañera y colaboradora infatigable? Faltan palabras, o por lo menos la capacidad de expresar todo lo que uno siente en el corazón. El Señor me ha dado un regalo incomparable en Elena. Tener a tu lado a alguien que te conoce íntimamente, los aspectos negativos además de los positivos, y que sin embargo te ama de forma incondicional, te acompaña y te apoya en todo momento y en toda circunstancia, es una experiencia que no tiene parangón. ¿Cómo se siente en Salamanca? ¿Es grato vivir en esa ciudad azul y oro, cargada de historia… recorriendo sus calles tras los pasos de Jorge Borrow y Miguel de Unamuno? Es muy grato. Cuando nos trasladamos a Salamanca, pensaba que iba a echar mucho de menos la hermosura de los paisajes gallegos que tanto había disfrutado durante nuestra estancia en Marín. Y así ha sido, pero la belleza espectacular de Salamanca aporta mucho a la hora de compensar esta añoranza. Pasear por las calles de esta ciudad es una de las experiencias más placenteras que conozco. ¡Y además en las iglesias evangélicas de la ciudad hay muchos hermanos estupendos con quienes la comunión es una delicia! Como muchos evangélicos, estará expectante en cuanto a los aires renovadores que llegan desde tierras africanas, concretamente de Ciudad del Cabo donde acaba de clausurarse el III Congreso de Lausana. ¿Piensa que se ha ido más allá de lo declarado en el congreso que tuvo lugar el año 1974 en Suiza? ¿Nos sentará las pautas que nos harán ser más fieles al evangelio? Todavía no he tenido tiempo de analizar el contenido y los resultados de este III Congreso. El primero en Lausana, por supuesto, supuso un revulsivo muy positivo para el testimonio cristiano en todo el mundo. Deseo fervientemente que el III Congreso tenga un impacto igual de fuerte y estimulante, dentro del marco de una fidelidad absoluta a la Palabra de Dios. Esto dependerá de cómo cada uno de nosotros plantee la práctica de las pautas bíblicas. Es incuestionable la urgencia de que la iglesia de Cristo renueve su fidelidad a la misión que le ha dado su Señor, de ser sus testigos “hasta lo último de la tierra”. Gracias, Timoteo, por su amor y entrega a la labor pastoral y a la enseñanza en pro de la edificación de sus hermanos, así como a la evangelización en campos difíciles de arar. Para conocer algo más de sus escritos, citamos algunos de ellos: Malaquías, Hageo y Zacarías (en colaboración), CEFB, 1985; Elías, Editorial Andamio, 2007; Ética Cristiana para una Sociedad en Crisis (en colaboración), Andamio, 2007. Escribe en las Notas Diarias de la Unión Bíblica desde 1982.

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