Un ejército común, la propuesta de la Unión Europea para superar su crisis existencial

El presidente del Parlamento Europeo, junto con Alemania y Francia, insisten en la creación de una fuerza armada a nivel continental, en un momento en que el Reino Unida acaba de acordar el Brexit e Italia se niega a obedecer en política presupuestaria y migratoria. 

Jonatán Soriano

BARCELONA · 23 DE NOVIEMBRE DE 2018 · 12:00

Una compañía de soldados eslovacos en una maniobra al este de Letonia en este octubre. / Nato Flickr,
Una compañía de soldados eslovacos en una maniobra al este de Letonia en este octubre. / Nato Flickr

La crisis diplomática entre algunos de los estados miembros y fundadores de la Unión Europea ha vuelto a generar debate acerca del futuro de la entidad supranacional. El Reino Unido acaba de pactar un acuerdo para efectuar el Brexit, su salida de los órganos del gobierno continental. Italia, con su presupuesto para 2019 bloqueado desde Bruselas, encabeza la que podría ser una agrupación de países díscolos, junto con Hungría, sobre todo en cuanto a política migratoria. Y en el extremo opuesto, el presidente de Francia, Emanuel Macron, y la canciller alemana, Angela Merkel, han recuperado en sus discursos la idea de crear un ejército común continental. Propuesta que también secunda el presidente del Parlamento europeo, Antonio Tajani. 

“No es una idea nueva”, asegura el analista político de Imparcial Consultores, Olaf Bernárdez. “Ya en 1954 se intentó crear una Comunidad Europea de Defensa pero no cuajó por las desavenencias internas en Francia. Es un tema que evoluciona lentamente y es uno de los objetivos finales de la Unión Europea. Desde 2016 se recoge en la estrategia global de la unión con la idea final de alcanzar una autonomía estratégica en el panorama internacional”, añade. 

Merkel, sin embargo, ha enfatizado que la propuesta no afecta al acuerdo de la OTAN, sino que lo complementa. “Nadie quiere echar por la borda una alianza que se ha probado valiosa”, ha manifestado la canciller alemana. En la misma línea, la Alta Representante de Política Exterior de la Unión Europea, Federica Mogherini, ha subrayado que “al fortalecer la defensa europea estamos fortaleciendo de una manera sin precedentes nuestra cooperación con la OTAN”, en relación a una serie de reuniones mantenidas con diferentes ministros de Exteriores y Defensa este mes.

 

El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, y la Alta Representante de Política Exterior de la Unión Europea, Federica Mogherini. / NATO Flickr

CUESTIÓN DE PODER

Desde la OTAN observan estos movimientos con recelo. Los miembros del Tratado Atlántico Norte firmaron en 2014 un compromiso para que en un plazo de diez años, todos estuviesen destinando como mínimo el 2% del PIB nacional a Defensa, y desde la organización ahora exigen que se cumpla. Algo que a día de hoy sólo han hecho efectivo el Reino Unido, Polonia, Grecia, Rumanía y Estonia. 

Además, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció que aumentaría el gasto militar a un 10% en 2019, y Rusia sigue tratando de ganar influencia en el este. Lo que genera un cerco de presión en el que la Unión Europea quiere tener su propia voz. “El deseo expresado por las dos cabezas de la unión (Francia y Alemania) busca dar un impulso político a una Europa afectada por varias situaciones como los brotes nacionalistas en diferentes países de reciente entrada, como lo son varios países pertenecientes a la antigua influencia de la Unión Soviética y otros fundadores, como el caso de Italia”, remarca Bernárdez. 

 

Maniobras en un portaaviones. / Nato Facebook

¿HACIA UNA MAYOR PÉRDIDA DE LA SOBERANÍA NACIONAL?

El aumento de las tensiones con Italia desde la formación del nuevo gobierno, a cargo de dos partidos euroescépticos, tiene que ver con los límites de la soberanía nacional en la Unión Europea. Sin ir más lejos, la entidad supranacional ha vetado los presupuestos italianos para el 2019, pero desde Roma están dispuestos a seguir adelante y desobedecer. La cuestión migratoria ha servido también de enfrentamiento frontal entre Italia, que reclama un endurecimiento de las fronteras, y algunos de sus socios europeos, especialmente Francia y Alemania. 

“Antes de proceder a la creación de un ejército común europeo habría que dar pasos reales que completen el proceso de unión político y económico de la Unión Europea. En este sentido es vital que exista, como en un país democrático cualquiera, un gobierno común al que se subordine dicho ejército”, apunta el analista político. 

Para Bernárdez, la creación de una fuerza armada conjunta a nivel continental “supondría una pérdida de la tan preciada soberanía nacional”. “Por eso es un proceso lento que debe apoyarse en una previa creación y consolidación del proyecto político-económico e incluso fiscal. Unas Fuerzas Armadas sin un ejecutivo fuerte y democrático que las dirija y controle, no son por ahora visibles”, reitera Bernárdez. 

 

LA IDEA DE LA PAZ

En su novela 1984, George Orwell utiliza el apelativo de “Ministerio de la Paz” para referirse a la institución encargada de la gestión de la defensa nacional y completa su juego de palabras con el axioma “la guerra es la paz”. El énfasis de algunos discursos políticos en los últimos meses sobre la recuperación de la idea de un ejército común europeo ha vuelto a poner sobre la mesa qué concepto de paz tiene la Unión Europea y sus instituciones. “Hoy más que nunca, necesitamos entender que la tolerancia es el alma de Europa. Esa tolerancia es parte fundamental de quiénes somos y de qué somos como europeos. Y sólo con tolerancia podremos ver los intereses y las necesidades de los otros como propias”, ha afirmado la canciller alemana. 

 

El presidente francés, Emanuel Macron, se dirige a otros representantes políticos en el acto de conmemoración del armisticio de la Primera Guerra Mundial. / NATO Flickr

Para Dionisio Byler, en consenso con líderes de la comunidad de Anabautistas, Menonitas y Hermanos de Cristo en España (AMyHCE), defensores tradicionales de la no violencia en el protestantismo, la situación actual tiene relación con las secuelas de los grandes conflictos modernos, como la Segunda Guerra Mundial o la Guerra Fría. “Tales enfrentamientos bélicos entre europeos son hoy casi inconcebibles”, defiende. 

“También es cierto que no hace tanto de los horrores de las guerras de los Balcanes, y que el mismo tribalismo que destruyó a la antigua Yugoslavia se va abriendo camino de diferentes maneras en nuestro continente”, alerta. “No es que haya habido paz, sino que como en casi todas las edades de la humanidad, la guerra es una realidad permanente, y a la vez, más o menos localizada en conflictos geográficamente limitados”, añade. “Cada cual lucha con lo que tiene disponible; un chaleco con explosivos para inmolarse en una plaza pública, o un dron teledirigido desde miles de kilómetros de distancia, según el presupuesto que se tenga”. 

 

LA GUERRA Y EL REFLEJO DE LA HUMANIDAD

Parte del problema, según explica Byler, está en la disciplina militar. Y ese carácter, dicen desde la AMyHCE, no se puede cambiar porque está ligado al propio ejercicio del enfrentamiento bélico. “La ideología de la disciplina militar hoy día quiere hacernos creer que un ejército en guerra no tiene por qué constituirse en una enorme multitud de depredadores, pero la realidad se escapa de esa ideología y de esa disciplina. Está escrito en nuestro ADN; si nos desinhibimos de matar al prójimo, todos los demás frenos morales también caen”, dice. 

 

Soldados de una compañía sueca en una maniobra militar con armamento antitanque en Roros, Noruega. / Nato Flickr

La cultura del perdón como paso previo a la cultura de paz, y el evangelio, son los elementos que proponen desde esta tradición protestante de objetores de conciencia y partidarios de una acción no violenta. “Lo primero es enseñar una cultura de perdón, convivencia armoniosa, renuncia a alimentar resentimientos, etc.. Esta pedagogía de empezar con lo pequeño y lo próximo, donde más hace falta cada día vivir los valores del reino de Dios, tiene su contrapartida con la presentación y argumentación de los valores del reino de Dios para edificación de otros muchos, en otras iglesias y otras tradiciones, que jamás han tenido la oportunidad de considerar la inmensidad del mensaje bíblico a favor de la convivencia reconciliada y armoniosa”, considera Byler. 

Y eso pasa, primero, por los mismos cristianos. “Difícilmente vamos a tener un mensaje persuasivo para el mundo que no cree que Dios tenga poder ni disposición para defender a los que se le encomiendan, cuando la propia iglesia está llena de personas que tampoco creen que Dios tenga ese poder. A quiénes primero habrá que evangelizar con el mensaje de renuncia voluntaria a defenderse por medios violentos es a los que se piensan ya cristianos evangelizados y en disposición de evangelizar al prójimo. Jesús no gobierna desde arriba, por la fuerza, sino desde abajo, desde la cruz”, concluye. 

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