Doctor Santiago

Hay un lugar en Bata en el que las sonrisas se pueden escuchar y el oír permite sonreír. Allí se encuentra Santiago, el único responsable médico de la zona. 

Jonatán Soriano

BATA · 16 DE NOVIEMBRE DE 2018 · 11:00

Las audiometrías no siempre son fáciles. A veces, resulta dolorosa darse cuenta de que no se oye bien, por lo que los profesionales intentan sacar alguna sonrisa. / Jonatán Soriano,
Las audiometrías no siempre son fáciles. A veces, resulta dolorosa darse cuenta de que no se oye bien, por lo que los profesionales intentan sacar alguna sonrisa. / Jonatán Soriano

El palacio de congresos de Bata destaca con grandilocuencia en medio del paisaje de la ciudad, más modesto. Un recinto amplio con el escudo de Guinea Ecuatorial grabado en piedra en los muros que lo rodean. Justo al otro lado de la carretera se encuentra el espacio de la organización SOS Aldeas Infantiles, donde vive un centenar de niños y niñas huérfanos. En paralelo al V Congreso de Ciencias Médicas y de la Salud, un equipo de otorrinolaringología y audioprotesistas y otro de odontología, también de Más que Salud, han llenado los caminos de la aldea de cientos de personas, tanto del centro como de la ciudad, con problemas bucodentales y auditivos. 

Las filas observan el entorno con curiosidad mientras avanzan en un goteo lento pero constante. Hay hombres adultos, madres con niños, grupos de amigos y parejas de hermanos. A la puerta de la improvisada clínica dental, una voluntaria ofrece una formación rápida sobre cómo lavarse los dientes a grupos de unas veinte personas. Unos metros más allá del olor a higiene de cepillo y crema, se abre otra sala de la que emerge un hombre, o una mujer, o un niño, puede ser cualquiera, con un punto rojo en alguna de la orejas o ambas. Si se puede asociar alguna cara al hecho de estrenar audífono, ese es el lugar indicado. Previo paso, claro está, por la consulta de otorrinolaringología, ubicada al otro lado de un pequeño patio cuadrado y con un gran árbol en el centro. 

 

Cerca de 100 niños y niñas huérfanos viven en la aldea infantil de Bata. / Jonatán Soriano

De alguna manera, en el lugar se crea un ecosistema diferente al que se respira en el resto de la ciudad. Incluso llega a ser posible dejar de escuchar el tráfico para concentrarse en el murmullo de tantas y diferentes conversaciones al mismo tiempo. Algún lloro por los nervios de la última espera antes de pasar a la consulta. El grupo de cepillado de dientes repitiendo que el movimiento de fregado debe ser circular y no rectilíneo. Un joven que, paradójicamente, canta la canción Vine a alabar a Dios mientras sujeta al bebé de su hermana, a quien están haciendo una audiometría. 

 

MÁS QUE PALABRAS

Según la Organización Mundial de la Salud, el 20% de las personas con sordera parcial en el mundo podrían mejorar su situación a través del uso de audífonos o implantes cocleares. La otorrinolaringología ha sido una de las especialidades en las que más ha enfatizado Más que Salud, mediante campañas específicas con el nombre de +Q Palabras y que cuentan con el apoyo de la Fundación Amplifon.  En Guinea Ecuatorial, muchos menores sufren algún grado de sordera, relacionada en parte con el uso de quinina contra la malaria y el paludismo. “Desde occidente siempre se habla de los problemas de salud de muchos países en África y, generalmente, no somos conscientes de lo graves que llegan a ser. La patología que vemos aquí es bastante diferente de la que vemos allí. Vemos pacientes con tumores que son incurables o no quirúrgicos, pero lo que más me ha impactado ha sido conocer a una niña de ocho años con parálisis cerebral, con ceguera total y sordera total”, explica el otorrinolaringólogo Josep Molera. 

A su lado está Santiago Abege, el único responsable médico que pasa consulta en SOS Aldeas Infantiles desde hace un año y medio. Cuando se le pregunta por su especialidad,  mira hacia cualquier lado y habla de la otorrinolaringología no con una pasión vocacional, sino como lo que le ha tocado vivir, aunque actúa como médico general puesto que en Guinea Ecuatorial no existe el MIR. “Me han estimulado mucho en la especialidad”, dice sobre su formación con Más que Salud que le llevó a pasar unos meses de prácticas en un hospital en Barcelona. “Todo lo que sé de otorrinolaringología lo he aprendido en mis prácticas. De hecho, ahora estoy haciendo cosas en la consulta de SOS Aldeas Infantiles. 

 

Concha y su hermano, Wenceslao, mientras les explican cómo funciona el audífono. / Jonatán Soriano

Este año ha vuelto a participar en el congreso con una ponencia por la que ha obtenido el segundo premio. Al final de su charla una mujer del público le ha hecho una pregunta que no le ha gustado. “Hay mucha competencia en la universidad”, manifiesta el joven médico de 28 años. “La mayoría de estudiantes ecuatoguineanos están motivados para aprender. La gente quiere aprender medicina y mejorar la calidad asistencial”, añade Abege. El prototipo de doctor que encontraría puertas abiertas en el poderoso sector privado o en la exótica Europa, pero que hasta ahora permanece en su consulta de SOS Aldeas Infantiles. 

Una de sus pacientes sería Concha. Una niña de unos 12 años a la que acaban de poner dos audífonos. Una de las voluntarias explica el funcionamiento del aparato, cómo modular el volumen y cambiar las pilas. Son pocos días pero frenéticos para los audioprotesistas. Más de un centenar de personas, como Concha, se sientan en la silla para pasar una revisión y obtener, en la mayoría de los casos, un audífono. “Parece que empezamos a tener un seguimiento de los pacientes que hemos adaptado. Se perdían muchos, pero creo que estamos evolucionando. Por ejemplo, hemos visto a un niño de nueve años que tenía una pérdida de lenguaje muy marcada por el tratamiento contra la malaria y ahora pronuncia su nombre, dice su edad y llama a su padre correctamente. Todo esto en un transcurso de diez meses desde la última vez que le visitamos”, asegura Francisco Cervantes, uno de los audioprotesistas del equipo, que también estuvo en una campaña en enero. 

 

El acompañamiento durante la intervención es imprescindible en odontología. Sobre todo con los más pequeños. / Jonatán Soriano

LAS SONRISAS SON EL FUTURO

Desde la sala de odontología llega el lloro de una niña. Más de doscientas personas pasarán por ella en apenas tres días, para intervenciones que van desde la limpieza bucal hasta técnicas más complejas y con unos recursos limitados. En ocasiones, la puerta se abre y aparece una persona que no deja de sonreír. Saca su teléfono para hacerse alguna foto, o utiliza cualquier espejo donde mirarse. Quiere que todo el mundo se fije en ella. Sin embargo, hay quienes salen de la consulta, habiendo recuperado igualmente su sonrisa, pero son más austeros en la celebración. Un sincero abrazo a la voluntaria que le ha atendido y regreso rápido a la rutina de la ciudad. Los niños son más de dibujos y han llenado toda una pared de la habitación de papeles que recogen animales, motivos deportivos o figuras humanas con diferentes nombres.

 

Una paciente en un momento de descanso durante su intervención. Con un equipo limitado, se han llegado a realizar reconstrucciones de piezas dentales. / Jonatán Soriano

“Muchas personas vienen con caries y eso hace que su sonrisa esté estropeada o que directamente no tengan dientes, por lo que dejan de sonreír. En el momento en el que se sientan en la silla no creo que tengan la expectativa de lo que va a pasar, pero una vez les hemos reconstruido los dientes anteriores, cuando se ven en el espejo, se sorprenden y unos lo expresan saltando de alegría y otros llorando por dentro”, explica Emma Fortea, odontóloga y responsable del equipo de Más que Salud en esta campaña. 

 

UN ENCUENTRO

Cuando acaba la jornada, Santiago barre y friega su consulta en la aldea infantil. Resulta imposible saber si por su cabeza pasan los casos más extraños y graves que ha atendido hoy. O quizás el repaso semanal al estado de sus sueños de joven estudiante de medicina. 

 

Apenas tres años después de acabar sus estudios en medicina, Santiago es el único médico de la aldea infantil de Bata. / Jonatán Soriano

Muchas veces se le escucha lamentar que todavía no existan las especializaciones en el país. O que el ámbito público sea tan carente. O que la presión por la competencia en un mercado del que todo el mundo, incluida una fuerte presencia china, quiere sacar su beneficio, sea a veces insoportable. Lo cierto es que hablando con Santiago se puede ver la realidad de cualquier joven recién graduado en cualquier ciencia y lugar del mundo, con las mismas dificultades y retos que afrontar. Entonces, Guinea Ecuatorial desaparece del mapa. Y también la vecina Camerún. Y Europa. Y la conciencia de una realidad universal se hace patente. 

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Internacional - Doctor Santiago