“La situación es muy difícil. Hay pánico, terror”

Los evangélicos nicaragüenses siguen denunciando la situación de crisis e inseguridad. La Alianza Evangélica pide a entidades internacionales que actúen para que “cese la represión y mortandad del pueblo”.

Redacción PD

Evangélico Digital · MANAGUA · 18 DE JULIO DE 2018 · 12:01

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El conflicto que se vive en Nicaragua en las últimas semanas sigue afectando a entidades e iglesias evangélicas de la zona.

Tanto pastores evangélicos como sacerdotes y obispos católicos han sido blanco en los últimos días de la represión por parte de las autoridades nicaragüenses. El obispo de Estelí, Juan Abelardo Mata, sufrió este domingo un atentado del que salió ileso. La agresión fue perpetrada por efectivos parapoliciales. Por su parte, un pastor afiliado a la Alianza Evangélica Nicaragüense fue detenido de manera arbitraria hace poco más de una semana.

La Alianza Evangélica Nicaragüense ha hecho público un comunicado el 10 de julio en el que denunciaba la escasa seguridad para los ciudadanos, pedía al Gobierno que cumpla con la legalidad y reclamaba “respeto” ante “el flagelo de intolerancia e injusticia que a diario están viviendo (evangélicos y católicos)” al denunciar “con voz profética los atropellos que hoy vive Nicaragua”.

La Alianza Evangélica solicita en la misiva, firmada por su presidente Mauricio Fonseca, que los organismos internacionales de Derechos Humanos de la ONU, la OEA y la Comunidad Europea actúen “con mayor beligerancia a fin de que el Estado de Nicaragua a través de su Ejecutivo respeten los derechos humanos y cese la represión y mortandad del pueblo”.

 

Pastores de la Alianza Evangélica Nicaragüense, orando juntos. / Fb Alianza Evangélica Nicaragüense

 

REPRESIÓN A CRISTIANOS

Evangélico Digital tuvo acceso exclusivo vía telefónica a fuentes totalmente confiables en Nicaragua, conocedoras de la realidad que está viviendo el país, y cercanas a la iglesia evangélica y católica, las cuales han pedido encarecidamente guardar su anonimato.

Aquí hay una persecución a todo lo que es el cristianismo. Tanto a pastores como a sacerdotes, los paramilitares han expresado, que los van a agarrar a golpes. Ellos consideran que [pastores y sacerdotes] están haciendo daño”, explica una fuente en conversación con Evangélico Digital.

“Me llama el sacerdote [de la comunidad] y me pide que me persone a su iglesia católica. Cuando llego él no está, pero hay un alboroto como a una cuadra de distancia. En la iglesia me dicen que vaya ahí. Yo voy, y al llegar veo que están masacrando a un joven. Lo estaban masacrando personas encapuchadas. Entonces yo me tiro sobre el joven porque mi función es evitar, de cualquier lado que sea, la violencia. Levanto al joven y el sacerdote se acerca a mí para que no le sigan dando. Entonces el sacerdote y yo tomamos al joven y lo llevamos a la casa cural de la iglesia. El padre tiene un amigo que es médico quien llega a curarlo. El joven nos agradece al sacerdote y a mí y nos dice: ‘si no hubiera sido por ustedes, me hubieran matado’. Yo le digo al joven: ‘Nuestra función es que no agredan ni violenten los derechos de ninguna persona sin distingos de colores, ni religiones, ni etnias. Aquí estamos para ayudarle a las personas, que no las dañen ni físicamente, ni verbalmente’”.

“Fui a dejar a mi esposa a la casa de un familiar. Cuando llegamos, vemos muchos paramilitares y policías encapuchados. Entro a la casa y le digo a mi esposa, ‘no voy a comer, dame la comida para llevármela porque estoy viendo muchas cosas aquí peligrosas, hay mucho paramilitar’. Yo salgo de la casa y cuando voy caminando como a los 30 metros me ponen cuatro fusiles M16, unos de frente a mi cara y los otros atrás. Me preguntan [la identidad] y yo digo que sí, yo soy. Entonces me ofenden con palabras vulgares, groseras. Me montan a un vehículo, me ponen una M16 en la cabeza y se disponen a disparar. Entonces yo digo ‘espérame hermano, voy a orarle a mi Señor’. Y le digo al Señor que le entrego mi espíritu. Y después les digo, ‘ya, haga lo que tenga que hacer’. Ellos dicen, ‘No, te vamos a llevar’. Me llevaron a la estación de policía y ahí me golpearon. Me golpearon bastante y me encerraron”.

El entrevistado explica que teme por su vida y por la seguridad de su familia: “Yo ando buscando protección. Porque la vida de mi familia… [se entrecorta la voz en el teléfono] mi hijo está prácticamente encarcelado, no puede salir de la casa. La situación aquí es muy difícil. Hay pánico, hay terror. No sé qué decir, no sé qué hacer. Estamos orando, pidiéndole al Señor que nos proteja porque aquí la vida, no vale nada. Absolutamente nada en estos momentos”.

Además, muestra su desconfianza en una resolución mediada: “Esto no tiene cómo resolverse de una forma pacífica. No se puede. Aquí hay personas que están dirigiendo que no lo van a resolver de forma pacífica. Con marchas, con trancones… con eso no van a quitar al Gobierno actual. Nunca lo van a quitar así. Ellos lo han expresado públicamente; se llegó al poder con armas, y si no es así nadie los va a quitar”.

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