“El peligro de ser víctima de abuso es real”
Tras sobrevivir a su propia travesía, Zinash Witsel apoya a otras personas que llegan a Europa. “Intento ayudarles lo mejor que puedo, porque sé lo que es ser una refugiada”, explica.
Evangelical Focus · CATANIA · 23 DE FEBRERO DE 2016 · 12:44
“Cuando eres un refugiado no siempre sientes que eres humano”. El largo viaje de Zinash hacia Europa le llevó a perder la confianza, la esperanza y su propia identidad.
Ahora las cosas han cambiado mucho. Ha encontrado estabilidad, un nuevo hogar, se casó con Jan y “Dios nos dio una niña preciosa el pasado diciembre”, explica. Viven en Antwerp, Bélgica.
“En mi vida nunca tuve oportunidad de estudiar, lo que hace que sea mucho más difícil encontrar un trabajo que me guste de verdad. De momento estoy en casa con mi bebé pero en el futuro espero hacer varios cursos y conseguir un buen trabajo a media jornada”, cuenta a Evangelical Focus.
Su deseo es conectar con otros refugiados, ayudarles a encontrar un lugar seguro y darles esperanza. “En nuestra iglesia en Antwerp conocemos a muchos refugiados de diferentes lugares y también en mi red personal sé de gente que está intentando llegar a Europa”, asegura.
Pregunta. ¿Cómo te afectó un viaje tan difícil?
Respuesta. Mi experiencia personal es que un refugiado no siempre se siente como un ser humano. Mi viaje fue espantoso y duro. Me arrebataron mi libertad, y también mi confianza.
Desde el momento que dejé mi país, todo fue nuevo y extraño para mí. Fue muy duro tanto física como mentalmente. El camino no fue fácil y durante días estuve caminando por el desierto. Mi historia es muy larga y complicada, pero después de mucho tiempo llegué a Europa y fui muy feliz de encontrarme en un entorno seguro y pacífico.
P. ¿Qué papel jugó tu fe en todas las situaciones por las que pasaste?
R. Jesús es quien me dio esperanza y felicidad. Incluso cuando mi vida era muy difícil y mi corazón lloraba, Jesús siempre estuvo conmigo. Cada día escuchaba canciones de alabanza en mi idioma. Me hacía estar en paz.
Ahora cuando echo la vista atrás, me doy cuenta de que viví muchos buenos momentos con Dios en esa etapa. Estoy feliz de que mi vida ahora sea estable. Pienso que pase lo que pase, Dios siempre cuidará de mí.
P. ¿Hay situaciones difíciles concretas a las que se enfrentan mujeres refugiadas como tú?
R. Creo que las mujeres son más vulnerables que los hombres. Somos más sensibles y perdemos nuestra confianza. Tenemos que tener cuidado con el abuso físico y sexual. En realidad, como mujer no te puedes fiar de nadie. Tienes que ser fuerte y luchar por ti misma.
Otra cosa práctica es la salud. Las mujeres tienen el periodo cada mes y necesitan tener el derecho a materiales y privacidad para cuidar de sí mismas. Desafortunadamente no siempre es posible.
Ahora soy madre y también pienso mucho en las mujeres embarazadas que están de camino. Necesitan cuidado extra, pero la realidad es que a menudo no lo reciben.
P. ¿Cuáles son otros peligros a los que se enfrenta una mujer en el camino?
R. El abuso. Los traficantes de personas intentan sacar beneficio y a muchos no les importa la forma de hacer las cosas. Algunos te ayudan a cruzar la frontera, otros te obligan a tener trabajos que no quieres y te esclavizan. No solo de camino a Europa. ¡Esto está pasando dentro de Europa!
P. ¿Hay algo que quieres que sepan los cristianos europeos sobre las mujeres que llegan a Europa como refugiadas?
R. Experimentan muchos peligros y estrés. Por lo tanto, puede que reaccionen con recelo a las muchas preguntas que les haces, pero no han venido aquí a contar cómo ha sido su horrible viaje. ¡Han venido para empezar una nueva vida!
Es importante no etiquetarlas de ‘refugiadas’, sino verlas como mujeres que son. Antes de que dejaran su país tenían un hogar, una familia, un trabajo, unas cualidades. Cocinaban platos deliciosos, se ponían guapas, iban a comprar y lo pasaban bien con amigos.
P. ¿Qué pueden hacer mejor las iglesias?
R. Para los cristianos que se dirigen a las mujeres refugiadas, es importante mostrar tu amor, pero también respetar su privacidad. Con frecuencia hemos pasado por situaciones que solo ves en las películas, así que no preguntes muchos detalles sobre los problemas del pasado, sino más bien céntrate en el futuro. ¿Cuáles son sus sueños? ¿Y cómo puede tu iglesia ayudarles a hacerlos realidad?
A veces simplemente crear un lugar donde las mujeres puedan relajarse ya significa mucho. Ten una habitación para tomar té o café. Haz una fiesta de pasteles o juega a algún juego. Ayuda a que se sientan parte de una comunidad mayor y hará que ganen confianza en un lugar nuevo.
Y lo más importante: dales esperanza. No siempre seremos capaces de encontrar una solución a su situación, ¡pero háblales de Jesús! ¡Con él en nuestras vidas tenemos una perspectiva que va más allá de esta vida!
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