Dimite la presidenta de la Iglesia Evangélica alemana (EKD) tras conducir con un nivel alto de alcoholemia

Margot Kässmann, obispo de Hannover y presidenta del Consejo de la Iglesia Evangélica en Alemania (EKD), fue interceptada por la Policía tras saltarse un semáforo y triplicar la tasa de alcoholemia permitida.

23 DE FEBRERO DE 2010 · 23:00

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La presidenta del Consejo de la Iglesia Evangélica en Alemania (EKD) y obispo de Hannover, Margot Kässmann, ha presentado hoy mismo la dimisión de todos sus cargos eclesiásticos. Esto ocurre tras haber sido interceptada por la Policía el pasado fin de semana cuando conducía con una tasa alta de alcoholemia. Según la edición digital del popular diario Bild, Kässman asume con ello las consecuencias del caso, después de que el pasado sábado la Policía detuviera su automóvil tras saltarse un semáforo en rojo en una calle de Hannover y le determinaran unos niveles de 1,54 miligramos de alcoholemia, lo que triplica la cifra autorizada en Alemania. El Consejo Evangélico expresó este pasado miércoles su apoyo a su presidenta, en un comunicado en que se hacía hincapié en que se la respaldaría, fuera cual fuera su decisión. "El consejo deja con plena confianza a su presidenta la decisión sobre el camino que deberemos tomar juntos", señaló un comunicado del máximo órgano de representación de los intereses de los 25 millones de fieles de la iglesia protestante y luterana en Alemania. La máxima representante de la Iglesia Evangélica reconoció ya el martes en declaraciones a la prensa su error y arrepentimiento por haber conducido bajo los efectos del alcohol, mientras su oficina anunció que suspendía todos los actos de su agenda hasta que se aclare su futuro. Kässmann se convirtió el pasado octubre en la primera mujer en presidir el EKD. LOS HECHOS La obispa de Hannover fue detenida el pasado sábado a las 23 horas, después de saltarse un semáforo en rojo al volante de su coche oficial, un Volkswagen Phaenton. Tras los rutinarios "documentación" y "por favor, baje del coche" de los agentes de policía, fue invitada a soplar en el controlador de alcoholemia y dio un nivel de 1,3 miligramos de alcohol en sangre, dato que aumentó hasta los 1,54 miligramos en el posterior análisis de sangre efectuado en comisaría, tras hacerle la ficha policial, según informó Jürgen Lendeckel, fiscal y portavoz de la Fiscalía de Hannover. El Consejo Evangélico mantuvo una reunión de crisis tratando de esclarecer por qué no conducía el coche el chófer que la obispa de Hannover, de 51 años, divorciada y con dos hijos, tiene asignado y ella respondió que acudía a "una cita privada" y que el chófer no estaba de servicio. UN GRAVE ERROR El "grave error", tal y como ella misma lo ha calificado al reconocer los hechos, pone la guinda al polémico perfil de la que, desde que llegó al cargo de presidenta de la Iglesia Evangélica alemana, se ha erigido en autoridad moral y azote público de la rebaja fiscal aplicada por el gobierno Merkel, de los miembros de gobiernos regionales con antecedentes políticos o policiales en la RDA o de las medidas contra la crisis financiera internacional, dando al puesto un perfil político desconocido hasta ahora. Curiosamente, Käsmann también ha dedicado duras prédicas a "los conductores irresponsables que no respetan las normas de tráfico, especialmente cuando hay de por medio alcohol o drogas", tal y como se ha encargado de recordar y reproducir TÜV-Nord. Tras los hechos ya se escucharon las primeras sugerencias de dimisión, como es el caso del presidente de los protestantes conservadores, Ulrich Rüss: "No hace falta tomar medidas disciplinarias porque ella es lo suficientemente sensible como para entender la situación tan difícil en que ha puesto a nuestra Iglesia y decidir las consecuencias por sí misma". UN DELITO Su dimisión era vista como ineludible, no por el hecho de haber tomado alcohol, sino por haber conducido ebria, lo que en Alemania es un delito. La detención con unos niveles de alcohol como los registrados en el caso de Margot Kässmann contempla la retirada por un año de la licencia de conducir y una multa de un salario mensual, y cabe incluso que sea obligada a realizar un nuevo examen de conducir. El proceso judicial contra una persona que es detenida con alcoholemia alta al volante puede desarrollarse por escrito y sin necesidad de que el interesado se presente personalmente ante un tribunal si no se trata de un reincidente.

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