Fructificando en la gestión empresarial (6): Bondad
Las escuelas de negocios pueden proveer el conocimiento y experiencia para que lleguemos a ser buenos lideres empresariales, pero llegar a ser lideres empresariales buenos es otra cosa.
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Hace poco escuché en las redes sociales a Mario Draghi explicando la historia de una persona que está esperando un trasplante de corazón y el doctor que lo trata le dice que tienen dos corazones a su disposición, uno de una persona joven de 25 años con una condición física espléndida, y el otro, el corazón de una persona de 87 años que fue banquero. ¿Cual prefiere? le pregunta, y él elige el del segundo, el del banquero de 87 años. El doctor le pregunta que por qué escogió el corazón del banquero, y le responde: porque nunca lo ha utilizado.
El sexto elemento del fruto del Espíritu Santo que deberíamos evidenciar en nuestras vidas es la bondad.
El significado bíblico de bondad se refiere a la persona que es misericordiosa, buena, clemente, compasiva y generosa.
¿Qué tal ejercemos la misericordia, la clemencia y la capacidad de ser compasivos en nuestras relaciones empresariales?
¿Alguno de tus colaboradores o clientes/proveedores te reconocen como “una buena persona”?
El mejor elogio que he recibido en mi carrera profesional en alta dirección es cuando un gran ejecutivo que era un referente profesional para mí me dijo que era una buena persona.
Seguro que, en nuestros inicios profesionales, tuvimos a nuestro lado a mentores que tuvieron esas actitudes con nosotros y esos ejemplos nos han acompañado en toda nuestra carrera profesional. De la misma forma que intentamos borrar de nuestra memoria aquellos ejemplos de personas que nos han mostrado ser insensibles, justicieros y, en definitiva, malas personas.
La bondad, bíblicamente hablando, no es una cualidad que recibimos genéticamente, sino que es un atributo que recibimos a través de nuestra relación con Dios y que viene acompañada de la Sabiduría. “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación” (Santiago 1:17).
Las escuelas de negocios pueden proveer de todo el conocimiento y experiencia para que lleguemos a ser buenos lideres empresariales, pero llegar a ser lideres empresariales buenos, es otra cosa.
Dios es bueno y sabio, y misericordioso y justo con el hombre. Estos son los atributos que deberían estar presentes en nuestra relación con los demás al desempeñar un cargo de liderazgo.
La bondad como fruto del Espíritu Santo, es la virtud que crea en nosotros la disposición a ser bondadosos: “Pero estoy seguro de vosotros, hermanos míos, de que vosotros mismos estáis llenos de bondad…”. Romanos 15:14. Pablo exhorta a Timoteo a dar unas recomendaciones a los empresarios o personas con un poder adquisitivo alto de aquella época que “hagan el bien, que sean ricos en buenas obras, y generosos, dispuestos a compartir lo que tienen”.1 Timoteo 7:18.
Y es que la consecuencia directa de atesorar un corazón bondadoso es hacer el bien, lo dice el mismo Jesús en Mateo 12:35. Eso se traduce en ser generoso, y eso lo hemos aprendido de Dios mismo. La bondad de Dios se hizo visible al hombre a través de entregar a su propio Hijo por todos nosotros. Romanos 8:32
Hoy en día vemos a muchas corporaciones empresariales utilizar la generosidad como parte de la estrategia de marketing social o responsabilidad social corporativa, en muchos casos para mejorar la imagen de la empresa. Esto no es malo porque de alguna forma llevan recursos a segmentos sociales necesitados de recursos, pero no es de lo que trata esta virtud de la Bondad.
No se trata de ser generosos para obtener algo, incluso una satisfacción personal, sino ser generosos como resultado de nuestra bondad, sin esperar nada y si queremos agradar a alguien, que sea a Dios: “Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios”, Hebreos 13:16.
Uno de los pecados del liderazgo es querer estar siempre en primer plano, incluyendo el momento de ejercer la generosidad.
Seamos ejemplos de bondad a nivel público, pero de generosidad a nivel privado. Dios ya premia nuestra generosidad incluso a nivel público (Salmo 112:9) y puede tener consecuencias beneficiosas para nuestro negocio: “El que ayuda al pobre no conocerá la pobreza; el que le niega su ayuda será maldecido.” Proverbios 28:27.
Las empresas necesitan de buenas personas que ejerzan el liderazgo empresarial.
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