‘España quiso los logros de la Reforma, pero dejando el fondo’

“El pensamiento calvinista elaboró profundamente el concepto del necesario control al poder”, explica Evangelina Sierra, historiadora.

Joel Forster

OURENSE · 30 DE OCTUBRE DE 2015 · 09:53

El muro de los reformadores, en Ginebra. ,reformadores
El muro de los reformadores, en Ginebra.

¿Es posible ver aun hoy en Europa el impacto que tuvo la Reforma protestante hace 5 siglos? ¿Se puede decir que la visión bíblica de Lutero y Calvino cambió la historia del continente? Y sobre todo, ¿cómo sería España si se asentaran los valores bíblicos reformados?

Evangelina Sierra, historiadora especializada en la Reforma, ha respondido a algunas de estas preguntas en una entrevista con Protestante Digital.

P. ¿Qué imagen tienen de los conceptos “Reforma” o “Protestantismo” los académicos en España actualmente? ¿Los asocian con la Historia de Europa? ¿Para bien o para mal?

R. Desde hace unos años, la imagen sobre la Reforma va lentamente evolucionando positivamente en los medios académicos, gracias a la aparición de algunas monografías interesantes sobre el tema, que han aportado nueva luz y nuevos datos, aunque todavía hay muchísimo por hacer. El concepto ‘protestantismo’ todavía ‘goza’ de total incomprensión en la mayor parte de los ambientes académicos españoles. No podemos olvidar que el historiador es sobre todo, un ser humano, sujeto también a subjetividad y el estigma que durante siglos ha acompañado en España a ese término hace que muy pocos investigadores se acerquen al tema sin prejuicios.

Por otra parte, se hace muy difícil acabar con las ideas estereotipadas sobre la Reforma y España, de modo que lo más común es comprobar que una y otra vez se repite que no hubo Reforma en España o que los pocos que la siguieron no eran gente de nivel ni de gran talla intelectual.

También en el caso de que se equipare al proceso en Europa se tiende a asociarla negativamente, mostrando también ideas preconcebidas: Miguel Servet, la guerra de los campesinos, los ejércitos hugonotes franceses, etc., se sacan de contexto con una facilidad pasmosa para entablar discusión y hacer ver que se tienen conocimientos sobre la materia, sin percibir que son lugares comunes recurrentes, en la mayoría de los casos, argumentado de forma simplista.

 

Evangelina Sierra.

P. La Reforma empezó con Lutero rebelándose contra unas prácticas que consideraba injustas porque chocaban con la verdad de la Biblia. ¿Crees que desde su rebelión, se convirtió en más habitual la idea de controlar al poder (o incluso rebelarse contra el?

R. La idea de la rebelión contra lo establecido por motivos de conciencia no fue nueva con Lutero, se había producido muchas veces antes que en aquel momento en el que él se las tuvo que ver con el emperador y con los representantes del poder eclesiástico.

Desde Prisciliano hasta Jan Huss pasando por otros muchos que el mismo Lutero reconoció como una larga estirpe de valientes, la confrontación con las verdades bíblicas llevaron a esas personas a posicionarse frente a lo que consideraban injusto.

Lo que pasa es que su disidencia pudo extenderse, gracias a la acción de la imprenta, con tal rapidez que ya fue un movimiento y un pensamiento imparables.

Fundamentalmente, los conceptos de conciencia individual ligada a la Palabra de Dios y del valor del individuo (ejemplificado en la parábola de la oveja perdida) abrieron lentamente las puertas del pensamiento de los creyentes respecto a la disidencia frente normas antibíblicas.

Pero fue el pensamiento calvinista el que elaboró mucho más profundamente este concepto del necesario control al poder (basado en la desconfianza de la capacidad del ser humano de mantenerse íntegro por sí mismo) y a partir del que se establecieron sistemas eficaces para detectar y denunciar actitudes tiránicas de cualquier índole

P. Hay movimientos ideológicos actuales (secularismo, extrema izquierda) que abogan por eliminar totalmente de la vida pública a todo lo que tenga que ver con la fe religiosa. Con ello argumentan que el avance hacia la libertad, la tolerancia y la democracia sería más rápido. ¿Les da la razón la Historia de Europa?

R. De ninguna manera, este tipo de movimientos confunde fe con integrismo intolerante y, por cierto, asume que el integrismo intolerante sólo es producto de la fe, como si este tipo de actitudes no se dieran y no se hayan constatado, de hecho, fuera de ese ámbito.

La historia de Europa demuestra que los grandes logros democráticos y las mayores libertades para todos los colectivos se han conseguido a partir de postulados bíblicos y de la fe coherente de sus promotores: los primeros movimientos feministas, los abolicionistas, los constructores de la democracia occidental... Todos ellos tienen en su base la fe y el concepto bíblico sobre el hombre en relación con Dios y en relación con los demás hombres organizados en sociedad y convivencia.

Por el contrario, basar el avance social exclusivamente sobre la fe en el ser humano ya ha dado ejemplos tremendos de opresión en la historia. Quizá el que nos viene a la mente con más fuerza puede ser el nazismo, pero no es ni mucho menos el único ejemplo.

Es importante tener muy en cuenta que los individuos con unos valores y fe profundos suelen ser muy incómodos para aquellos que desean construir una sociedad aparentemente más libre pero olvidando deliberadamente la figura trascendente de Dios.

Cuando las personas tienen un concepto de libertad y de justicia que está basado en el conocimiento de la verdad se hace mucho más complicado manipularles. Definitivamente son elementos incómodos.

P. ¿Puedes enumerar algunas diferencias sociales que podemos observar entre países que han vivido una Reforma y países que no la vivieron?

R. La primera y más evidente ha sido el nivel educativo. Hasta el siglo XIX el nivel de analfabetismo en España era de un vergonzoso índice en torno al 60-70% del total de la población y cuando se trataba de las mujeres, el porcentaje subía en algunas regiones a más del 90% frente a índices bajísimos del resto, de la Europa protestante.

Precisamente los modelos educativos más avanzados y desarrollados en esos países fueron los que se trataron de implantar en España para elevar la educación y la alfabetización.

Educación integral de los ciudadanos, niveles democráticos altos y también a nivel cultural y social, la capacidad de dialogar, de respetar los puntos de vista de los demás.

También hay algo que cada vez me admira más de los países con tradición en valores reformados y que han vivido un conflicto. Los procesos y tribunales populares de reconciliación en los que verdugos y víctimas deben escucharse son, con todas las limitaciones que podamos argumentar, un ejemplo de capacidad bíblica de resolución de conflictos que, desde luego, no parece posible en países como, por ejemplo, el nuestro, en el que hay cosas absolutamente intocables. Por cierto, esas obligatorias amnesias históricas forzadas siempre acaban pasando factura porque las heridas quedan enquistadas y tarde o temprano afloran, radicalizadas.

P. ¿Cómo moldea los valores y las interacciones de una sociedad la noción de que existe un Dios soberano, y a la vez cercano, que lo ve todo y que al final hará justicia?

R. Pues en mi opinión es la clave. Si los que practican el cohecho y los procesados por corrupción en nuestro país hubiesen tenido clarísimo que, aunque nadie les veía mientras se dejaban sobornar o los que sisaban de fondos públicos, Dios sí les estaba viendo, si hubiesen tenido esa convicción a buen seguro muchos de ellos habrían sentido el freno que supone tener que rendir cuentas ante quien un día sin la menor duda, juzgará a todos.

Mientras se tiene un concepto del pecado jerarquizado en categorías y niveles de gravedad, se encuentra justificación para casi todo. El recurso de la "mentira piadosa" en España es un comodín  excelente para justificar infinidad de irregularidades que siempre convergen en el interés personal.

Por otro lado, para quienes pretenden aprovechar el poder para beneficio propio prefieren claramente gente a su lado que tenga los mismos criterios sobre la flexibilidad de los valores éticos, así no hay problema; si todos hacen lo mismo no hay ningún ‘pepito grillo’ que les toque sus conciencias y les recrimine. Si todos participan, no lo que cada uno hace a nivel individual  no es inmoral, no está mal...

P. “Ecclesia Reformata, Semper Reformanda”. ¿Ha habido momentos en los que también los movimientos protestantes se hayan estancado, perdiendo así su función renovadora? ¿Cómo se ha ido reformando la propia fe reformada?

R. Yo creo que en los lugares en los que la sociedad se organizó a partir de los valores surgidos en la Reforma siempre se ha contado con un remanente que ha liderado movimientos de renovación. Eso no significa que esos movimientos  hayan sido bien vistos por el poder, pero creo que siempre ha estado presente el germen de la renovación y de la denuncia del punto en el que el movimiento se ha estancado.

Lo que es muy importante es tener presente que la denuncia de estancamiento legítima, adecuada y además sugerida en la propia Reforma debe ir siempre acompañada de la idea clara de pertenencia, de identificación con la misma Reforma. Tenemos tendencia a despreciar lo que hicieron quienes nos precedieron y eso es un elemento absolutamente disgregador para cualquier grupo humano. Así que, conocer nuestra historia de modo cabal, nos ayuda a avanzar reformando continuamente pero sin perder las señas de identidad como pertenecientes a una misma estirpe. Hablar mal de tus abuelos o desmarcarte de tus ancestros te desvincula de tu familia, ¿no? Pues el desconocimiento y el desprecio de lo que hicieron los que nos precedieron nos incapacita para actuar de manera constructiva en nuestra propia generación y, seguramente, nos condena a repetir los mismos errores y a no aprovechar sus logros y conquistas.

P. Hay países en los que ahora la población ya no se considera cristiana mayoritariamente, pero que sin embargo mantienen valores bíblicos. ¿Pueden los valores bíblicos incluso ser buenos para gobiernos, empresas, organizaciones que no ven la fe cristiana como una prioridad?

R. Hay dos niveles, entiendo. Uno está ligado a la convicción de la transformación que recibe el ser humano, del cambio que se opera cuando Dios entra de lleno en su vida, porque los valores éticos cambian y eso se ve reflejado en su relación con su familia, con sus vecinos, con sus compañeros, etc; sin embargo esto es una cuestión totalmente personal, de decisión individual, algo entre Dios y cada uno.

Ahora bien, todos los seres humanos claman por justicia, todos desean la convivencia en armonía y con unas bases éticas, unos principios morales que hagan funcionar los gobiernos, las empresas, las asociaciones de cualquier tipo. En esto no tiene por qué haber un deseo de tener un encuentro personal con Dios o, de encontrase con él, estar dispuesto a llevar ese encuentro hasta el fondo; de nuevo, es una cuestión de cada individuo.

Quiero decir que no todos los seres humanos estarán dispuestos a encontrarse con Dios pero al mismo tiempo todos buscan justicia y sólida convivencia en paz. Dice en Proverbios 11:10a: "en el bien de los justos la ciudad se alegra", y en 11ª: " por la bendición de los rectos la ciudad será engrandecida". En ningún caso dice: "será salva", de modo que hay efectos sociales y económicos en la actitud basada en valores bíblicos que, en el fondo, todos los seres humanos desean, aunque no quieran ir más allá en su relación con el creador de esos mismo valores.

P. ¿Qué valores bíblicos crees que necesita España como sociedad, en estos momentos?

R. España es, como bien sabemos, uno de los países que ha vivido al margen de los valores reformados y que se ha sumado al carro de los logros políticos y sociales surgidos inicialmente de la Reforma pero negando el valor de la Reforma en sí misma.

Ha intentado quedarse precisamente con la forma y ha dejado el fondo. En ese fondo que no ha querido asumir están gran parte de las carencias que vemos. De modo que la forma democrática no asegura la capacidad de escuchar al ‘otro’, de ponerse en el lugar del ‘otro’. Tampoco la forma capacita para respetar las voces que se encuentran en minoría, porque en este país se ha aprendido a través de los siglos de andadura que la discrepancia (religiosa, política, en gestión de la educación, por poner ejemplos) eran signos de traición a los valores identitarios españoles, por lo que el fondo el principio que sustentó el nacimiento de la democracia occidental no ha permeado, no ha empapado la sociedad española.

Y tampoco lo ha hecho a la hora de asumir las culpas ante quienes se es responsable de nuestra gestión (jefes, ciudadanos, clientes de nuestras cajas de ahorros, etc.)

Ni que decir tiene que la esencia del concepto bíblico de ‘Verdad’ está ausente en la sociedad española como tal y, en mi opinión, eso explica claramente, por ejemplo, todo el entramado de corrupción que está sacudiendo el país, dando igual el signo político de los implicados porque  dicha implicación afecta por igual a todos y en todas las esferas sociales.

La capacidad de meter la mano en el saco sólo depende del puesto en el que se está colocado; obviamente, si se ocupa el puesto municipal relacionado con las obras públicas o en la dirección de la banca se tendrá mayor capacidad de ‘sustraer’ pero, si aplicásemos en este país el concepto bíblico de que no hay pecados de diferente categoría y gravedad y que todas las faltas son una agresión igualmente brutal a la santidad que Dios reclama y a la responsabilidad que tenemos en la gestión de nuestro país -da igual si te pillan que si jamás se llega a saber-, pues los secretarios tampoco harían uso personal de las fotocopiadoras ni perderían el tiempo en medio del horario laboral por el que son remunerados para consultar Facebook, el personal sanitario no saquearía los almacenes de guantes estériles, gasas y un larguísimo etc., que me tocó ver en mis tiempos de auxiliar de clínica en varios hospitales, o infinidad de funcionarios dejarían de pedir bajas injustificadas para obtener o prolongar vacaciones a costa del trabajo del resto de sus compañeros. Aunque parezca que estas pequeñas ‘sisas’ no van a ninguna parte y no sacan a un país de la crisis, la ética bíblica llama a todos sus practicantes de la misma manera, da igual el lugar o el puesto de trabajo en el que se esté colocado.

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