El guionista de «Lost» explica la inspiración bíblica del guión de la famosa serie

El guionista y productor ejecutivo de «Perdidos», Carlon Cuse, visitó Madrid la pasada semana para impartir una «Master Class» patrocinada por la SGAE. Cuse, que junto a Damon Lindelof fue el cerebro de la exitosa serie, explicó que «la Biblia fue una de las fuentes de inspiración». Después de seis temporadas, «Perdidos» terminó apuntando al desenlace espiritual de los protagonistas.

MADRID · 18 DE OCTUBRE DE 2010 · 22:00

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Antes de reunirse en Madrid con sus colegas de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), Cuse confesó que «contamos la historia de manera metafórica y de hecho La Biblia fue una de las fuentes de inspiración». «Estas alegorías fueron parte del éxito, con unos personajes que estaban perdidos en sus propias vidas y que se encuentran en una isla, con sentimientos que puede compartir todo el mundo. Hay buenos y malos. Todo el mundo se puede identificar con esta historia y estos personajes, pero no éramos conscientes de que podría ser un éxito mundial», añadió. DEBATES ESPIRITUALES Y REDENCIÓN Detrás de cada guión de la serie puede notarse que hay un interés por recoger aspectos primordiales del hecho religioso, y su influencia en la vida de las personas. En «Perdidos», la religión –como la ciencia– es una constante. Una dualidad reflejada, sobre todo, en dos personajes: John Locke, el «hombre de fe», y Jack Shepard –en inglés «pastor», otra referencia bíblica a su función protectora en la isla– el «hombre de ciencia», el médico racional que, conforme avanza la serie, da un «salto a la fe» pulsando un botón que podría salvar el mundo y que termina por abrir una puerta a la esperanza («nada es irreversible», dijo en el episodio que abría la sexta temporada). Si algo caracteriza a la serie desde sus comienzos es que todos sus personajes llegan a la isla con su mundo destrozado. Todos tienen razones para querer comenzar a vivir una nueva vida. «Todo el mundo recibe una nueva vida en esta isla», dice John Locke, el personaje más carismático de la compleja trama de «Perdidos». Cada uno de los personajes se enfrenta a situaciones que se asemejan a las de su pasado y, en cierto modo, «la isla» les permite corregir sus errores, aunque sólo sea a través del arrepentimiento. En una época marcada por el narcisismo y el individualismo, «Perdidos» recupera el valor de la comunidad y la conciencia de que el hombre necesita ser «salvado». Desparecidas las falsas seguridades, sólo queda afrontar el «misterio» y hacerlo desde la esperanza.

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