Claroscuros

Debemos saber distanciarnos de lo que nos rodea, que los árboles no nos impidan ver el bosque.

Redacción PD

18 DE JULIO DE 2016 · 09:00

,puente, atardecer

La realidad que nos rodea viene teñida no sólo de la actualidad, sino también del filtro y ampliación que los medios de comunicación realizan.

Nunca más que ahora se cumple que “nada es verdad ni mentira, todo depende del color del cristal con que se mira”.

Es fácil ver la oscuridad que nos rodea. Desde la inestabilidad política y económica, el Brexit que se aleja (pero no desaparece) en el horizonte, hasta la reciente masacre de Niza, el conflicto racial en EEUU, la crisis venezolana y el intento de golpe de Estado en Turquía, con un Erdogan reforzado que en nada tranquiliza al resto del mundo con el petróleo de Daesh circulando por sus fronteras y su línea de autoritarismo y alejamiento de un Estado laico.

Pero no sólo existe esta realidad.

En la Edad Media los ciudadanos eran prácticamente esclavos, la libertad de conciencia suponía una utopía, las mujeres y niños eran en muchos países meros objetos, y las personas (incluso reyes y señores feudales) morían de una neumonía o una apendicitis.

En aquellos tiempos no tan lejanos la brutalidad era la norma.

Podríamos acudir a tiempos más recientes, y existirían parecidas situaciones de injusticia, opresión, inseguridad y temor al presente y el futuro.

Por eso debemos saber distanciarnos de lo que nos rodea, que los árboles no nos impidan ver el bosque, los avances, mejoras y derechos justamente adquiridos. Si vemos la oscuridad -y no hay que negarla- es porque alrededor de ella y de nosotros hay luz.

Y en especial, quienes creemos en Jesús como Dios vivo, real, tenemos toda la esperanza del mundo y de los cielos. No sólo para la eternidad (que ya es mucho), sino también para cada momento, circunstancia, país o nación.

Siempre ha habido cristianos que han marcado la diferencia. Algunos famosos (muchos reconocidos a posteriori), pero también anónimos, padres y madres, ciudadanos responsables y honrados.

Hay esperanza siempre. Mantengamos la fe. Un pesimista es un realista mal informado, no conoce que Jesús trae paz, seguridad, esperanza y fortaleza a todo el que se rinde ante su amor.

En definitiva, los tiempos que el propio Jesús vivió fueron terribles: edictos del César extranjero, matanza de niños por el capricho de un político (rey) cruel, religiosos hipócritas, mujeres y niños desfavorecidos… y Él revolucionó la Historia, cambió el mundo de su tiempo y todos los mundos que desde entonces han sido.

Y Él dijo: “De cierto, de cierto os digo: el que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aún mayores hará” (Juan 14:12)

¿Qué pues entonces? ¡Fuera temores, manos a la obra!

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Editorial - Claroscuros