No todo ha cambiado, pero nada sigue igual
Un análisis -subjetivo, aunque intenta ser objetivo y claro- del resultado de las elecciones municipales y autonómicas celebradas este 24 de mayo en España.
24 DE MAYO DE 2015 · 21:00
Las elecciones del 24 de mayo en España han supuesto una revolución del panorama político en los gobiernos de municipios y autonomías.
Sin duda el bipartidismo, PP y PSOE, han caído en la confianza de los ciudadanos, aunque han seguido siendo los dos partidos más votados. En ambos casos la corrupción no ha sido universal, pero sí generalizada, y ha sido un factor fundamental en que los votantes les dieran la espalda.
Al fracaso del PSOE de ZP en la crisis económica se añadieron las medidas de la crisis del PP que han ahogado a la clase media y baja manteniendo privilegios a la clase alta, recortando servicios sociales y manteniendo una impermeabilidad ante una sociedad que sólo encontraba en los grandes partidos una jerarquía que gobernaba para el pueblo pero sin el pueblo. Todo ello ha supuesto un castigo en las urnas.
Podemos ha irrumpido con energía, ilusión y fuerza, con las alas de las manifestaciones del 15M. Pero ha perdido las expectativas máximas que se alimentaron de ser el partido vencedor, o al menos tutearse con los dos grandes partidos.
Ciertos escándalos de alguno de sus líderes, vinculaciones bolivarianas y sobre todo el miedo a la realidad de sus propuestas en un partido sin experiencia real del gobierno. La oportunidad que se les abre dirá sin duda si en las próximas elecciones generales en España superarán esta desconfianza o si, por el contrario, se acrecentará.
Finalmente, Ciudadanos creó mucha expectación, pero cuando bajó la espuma se ha quedado en una presencia nada desdeñable, pero que no es ni mucho menos una fuerza emergente como sí ha sido Podemos. Sin embargo serán necesarios e importantes para pactos de Gobierno en ayuntamientos y autonomías, por lo que su papel cobrará importancia y poder, a la vez que le comprometerá en los pactos que quiera asumir para bien o para mal.
Izquierda Unida y UpyD han sufrido el desafecto de los votantes, quedándose reducidos a algo testimonial.
Por todo ello, no todo ha cambiado, pero nada sigue igual. De aquí a las próximas elecciones generales se verá si esta revolución se consolida, y si su resultado es positivo para los ciudadanos.
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