Des_confianza

Cuando se puede confiar en alguien se dice que es creíble, que se puede creer en él (o ella).

24 DE NOVIEMBRE DE 2014 · 22:50

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Todas las relaciones, desde la amistad y la familia hasta la política y los negocios, se basan en la confianza.

Cuando se puede confiar en alguien se dice que es creíble, que se puede creer en él (o ella).

Quien es creíble es a la vez fiable. La fiabilidad no es sólo una cualidad, sino que supone que la persona es fiel a sus ideas, se puede confiar, tener fe en su palabra.

Por supuesto, nadie es totalmente confiable a ojos cerrados, ni creíble al cien por cien por muy larga que sea su trayectoria, ni se puede depositar una fe ciega en una persona. Porque las humanidad es una condición caída, imperfecta, dual y falible.

Pero el conjunto de una trayectoria si permite que se descanse en que la dirección es la correcta, y que con errores -que deben llevar siempre a una actitud activa de análisis y vigilancia- se puede asumir que existe el deseo, la actitud y el carácter para que una persona o entidad tengan nuestra confianza.

A la inversa, la desconfianza, la incredulidad, y la infidelidad llevan a una destrucción de las relaciones.

Con la enorme diferencia de que la confianza se construye en años, y la desconfianza más absoluta puede estallar en horas. Y esta desconfianza, como muchos de los sentimientos negativos (odio, envidia, violencia, egoísmo, materialismo, hedonismo, intolerancia) son más contagiosos y dañinos que el ébola para el alma de la persona y la sociedad; llegando a manchar de sospecha a quienes siguen siendo fiables a pesar de todo.

Esto es lo que ha ocurrido con la banca, la política, el matrimonio, la relación empresario-empleado, los conflictos entre las naciones, y un largo etcétera. La humanidad entera está bajo sospecha más que nunca.

Quizás si alguien lo dejase todo, abandonase sus cargos, dinero, poder y comodidades, para defender así la limpieza de su ideología sería creíble.

Mucho más fiable nos resultaría si tuviese una vida pública y privada ejemplar, coherente con lo que habla.

Si añadiésemos que no se rindiese al poder y a la riqueza, manteniéndose independiente y cuando fuese justo del lado del oprimido, del débil, del agraviado, del marginado, sería sin duda una luz en medio de estas tinieblas.

¡Y qué decir si ante sus opositores supiese ser firme, pero a la vez capaz de mantener siempre la mano tendida, sabiendo perdonar las ofensas sin desalentarse!

Si finalmente esa persona diese su vida por defender la verdad en la que cree, sería alguien irrepetible, único, digno de aprender de él, de impulsar sus creencias.

Ese fue Jesús. Los que le conocieron dan fe de que venció a la muerte, resucitando. Que era Dios mismo. Sin duda sólo Dios puede vivir y llevar este mensaje vivo. Por eso es veraz, confiable, fiable, digno de depositar en Él nuestra fe.

Si le conoce, no deje de seguirle. Si sólo sabe de Él de oídas, lea su Palabra. En ellas está el camino, la verdad y la vida en las que puede cimentar con total confianza su existencia, presente y futura.

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