¿Hombre o gusano?

La Biblia emplea coloquialmente la palabra “gusano” para referirse a animales de cuerpo blando y alargado.

12 DE DICIEMBRE DE 2019 · 20:20

La lombriz de tierra es un anélido oligoqueto (llamado vulgarmente “gusano”) que vive bajo tierra, alimentándose de materia orgánica en descomposición.,
La lombriz de tierra es un anélido oligoqueto (llamado vulgarmente “gusano”) que vive bajo tierra, alimentándose de materia orgánica en descomposición.

Mas ellos no obedecieron a Moisés, sino que algunos dejaron de ello para otro día, y crió gusanos, y hedió; y se enojó contra ellos Moisés. (Ex. 16:20)

Plantarás viñas y labrarás, pero no beberás vino, ni recogerás uvas, porque el gusano se las comerá. (Dt. 28:39)

Mi carne está vestida de gusanos, y de costras de polvo; mi piel hendida y abominable. (Job 7:5)

La palabra “gusano” es un término vulgar que puede poseer numerosos significados, aunque actualmente casi todos carecen de valor científico.

No obstante, antiguamente, la zoología sistemática reconocía el nombre de Gusanos o Vermes para designar distintos grupos de invertebrados que tenían en común características como: simetría bilateral, carencia de apéndices articulados, cuerpo blando y alargado que podía ser plano (platelmintos), filiforme (nematelmintos) o dividido en segmentos (anélidos).

Sin embargo, a finales del siglo XIX, algunos zoólogos se empezaron a dar cuenta de que este tipo de animales o phymun Gusanos era mucho más complejo de lo que parecía y no podía seguir manteniéndose por ser artificioso o no corresponder a la realidad.

 

Entre los llamados vulgarmente “gusanos marinos” está Bonellia viridis, que pertenece a la clase Equiuroideos y resulta notable por su excepcional dimorfismo sexual.

De manera que fue sustituido por varios phyla o filos naturales diferentes.[1]

Por tanto, la antigua idea de “gusano” se sigue aplicando sólo coloquialmente (aunque no científicamente) a algunos grupos animales como los siguientes: anélidos (lombrices de tierra y sanguijuelas); platelmintos (tenias, duelas y planarias); nematodos (lombrices intestinales); onicóforos (gusanos aterciopelados), etc.

 

Penacho branquial de Serpula vermicularis, un gusano tubícola serpentino de unos 6 centímetros de longitud, que vive dentro de un tubo calcáreo de 15 cm.

También se llama vulgarmente gusanos a ciertas larvas de insectos, como las orugas que invaden las plantas y las frutas (larvas de mariposas); las cresas que devoran los cadáveres de los animales (larvas de moscas) o incluso ciertos miriápodos como los ciempiés y milpiés.

Aunque es menester insistir que tales denominaciones no son correctas desde el punto de vista zoológico.

De la misma manera, la Biblia emplea coloquialmente la palabra “gusano” para referirse a animales de cuerpo blando y alargado, sobre todo a orugas de insectos (mariposas, moscas, escarabajos, etc.) capaces de corroer cosechas, frutas o cadáveres y convertirse así en plagas para el hombre.

Hay tres términos hebreos que recogen otros tantos aspectos del concepto “gusano” en la Escritura. El primero es rimmah, רִמָּה (Sept. skólex, σκώληξ, sepsis, σῆψις, sapría, σαπρία; Vulg. vermis, putredo, tineas) y se refiere tanto a gusanos vermiformes como a larvas de diferentes insectos que se alimentan de cadáveres pero no son lombrices de tierra.

 

Equivocadamente se llama “gusano” a las orugas de insectos lepidópteros que posteriormente, después de la metamorfosis, se convertirán en mariposas.

Es una palabra relacionada con la enfermedad, muerte y putrefacción de los cadáveres humanos (Job 7:5; cf. 17:14; 21:26; 24:20).

El segundo término es tolá, תּוֹלָע (Ex. 16:20; Is. 1:18; Lam. 4:5), cuyo femenino es toleah, תּוֹלֵעָה, o toláath, תּוֹלַעַת (Dt. 28:39; Job 25:6; Sal. 22:6; Is. 14:11; 41:14; 66:24; Jon. 4:7) y se refiere a todo tipo de animal invertebrado que se desplaza reptando por el suelo.

En la Septuaginta se tradujo por skólex, σκώληξ y en la Vulgata latina por vermis. Se emplea para aquellos gusanos que aparecieron en el maná de los israelitas desconfiados que lo guardaron para tener reservas al día siguiente (Ex. 16:20).

También se usa en el libro de Job con el fin de comparar al ser humano con su Creador: ¿Cuánto menos el hombre, que es un gusano, y el hijo de hombre, también gusano? (Job 25:6).

 

A veces, en el lenguaje vulgar, también se llama “gusanos” a las larvas de los escarabajos que, en realidad, son insectos coleópteros.

Por último, el tercer término bíblico para “gusano que no muere” es el griego ya mencionado, skólex, σκώληξ que aparece en el Nuevo Testamento con el fin de referirse al infierno o a la persistencia de la muerte eterna (Mc. 9:44, 46 y 48).

Se trata de una expresión tomada del Antiguo Testamento (Is. 66:24) para indicar el castigo eterno. Asimismo se usa en el libro de los Hechos de los Apóstoles para describir la terrible muerte de Herodes Agripa: Al momento un ángel del Señor le hirió, por cuanto no dio la gloria a Dios; y expiró comido de gusanos (Hch. 12:23).

El salmista recoge la idea ya expresa en Job (25:6) y dice: Mas yo soy gusano, y no hombre; oprobio de los hombres, y despreciado del pueblo (Sal. 22:6).

Estas mismas palabras se pueden aplicar también a Cristo ya que fue insultado, se mofaron de él, le escupieron, le abofetearon, le azotaron, atormentaron y pisotearon, como si fuera un vil gusano y no un hombre bueno que nunca hizo mal a nadie.

 

Milpiés del género Ommatoiulus, que posee cuarenta segmentos y dos pares de patas por segmento

El Hijo de Dios no sólo se rebajó a encarnarse en un ser humano, por amor a éste, sino que fue tratado más como gusano que como persona.

La palabra hebrea que se traduce aquí por gusano se refiere al gusano escarlata (ver COCHINILLA) o gusano carmesí que aparece sobre las enormes hojas de la chumbera y del que se extrae el famoso tinte escarlata.

El simbolismo resulta claro: el cuerpo de Jesucristo se tiñó también de rojo cuando colgaba de la cruz, debido a la sangre que derramaban sus heridas. Sangre roja vertida para que la maldad humana de color carmesí fuera lavada y se tornara blanca como la más pura nieve (Is. 1:18).

Por eso los cristianos debemos mantener viva la paradoja de la cruz y continuar predicándola cada día.

[1] Alvarado, S. et al., 1968, Enciclopedia Salvat de las Ciencias, T. 3, Salvat-Agostini, Barcelona, p. 129-131.

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