Un gorrión en el muro de las Lamentaciones

La población de gorriones está disminuyendo sobre todo en las grandes ciudades europeas.

14 DE NOVIEMBRE DE 2019 · 20:10

Gorrión común hembra observando atentamente a los turistas que entran y salen de la iglesia de la Multiplicación (Galilea, Israel). A veces, algunos se detienen y les proporcionan alimento. / Antonio Cruz.,
Gorrión común hembra observando atentamente a los turistas que entran y salen de la iglesia de la Multiplicación (Galilea, Israel). A veces, algunos se detienen y les proporcionan alimento. / Antonio Cruz.

Como el gorrión en su vagar, y como la golondrina en su vuelo, así la maldición nunca vendrá sin causa. (Pr. 26:2) 

El término hebreo tsiphor, צִפוֹר, que significa literalmente “pájaro o avecilla” (Gn. 7:14; Dt. 4:17; Job 41:5), es el que se tradujo como “gorrión”, aunque puede referirse también a otros pájaros que atraviesan anualmente Israel siguiendo sus migraciones (Dt. 14:11; Lv. 14:1-8; Am. 3:5).

Los gorriones son unas pequeñas y ubicuas aves de tonalidades parduscas presentes actualmente no sólo en Israel sino también en ciudades, jardines y tierras cultivadas de casi todo el mundo.

Únicamente faltan en el continente de la Antártida, ya que allí las condiciones ambientales son inadecuadas.

Presentan un cierto dimorfismo sexual, los machos son algo más oscuros que las hembras y, a diferencia que éstas, tienen una franja alar blanquecina.

Son pájaros sociables y ruidosos que prosperan por todas partes, aunque actualmente su número está sufriendo cierta disminución en algunas zonas.

 

Grupo de gorriones agolpados sobre un contenedor de envases, situado a la puerta de un restaurante de En Guedi (Israel). Entre los desechos dejados por el turismo encuentran suficiente agua y alimento.  / Antonio Cruz.

El gorrión (Passer domesticus) es el ave paseriforme perteneciente a la familia Passeridae más frecuente en los ambientes urbanos ya que es comensal con el ser humano. Es decir, que se alimenta de restos generados por el hombre, así como de semillas, yemas, raíces, bayas y larvas de insectos.

También suele capturar insectos alados al vuelo. Aunque es originario de Eurasia y el norte de África, ha sido introducido en el resto de los continentes. Su longevidad alcanza alrededor de los siete años, pero en cautividad puede sobrevivir hasta los trece.

Desgraciadamente, la población de gorriones está disminuyendo sobre todo en las grandes ciudades europeas.[1] En los dos últimas décadas, su número bajó en España alrededor del 15%, lo que supone unos 25 millones de gorriones menos.

En Gran Bretaña, sólo en la década de 1970 a 1980, se perdieron diez millones de estas aves, tanto en el campo como en la ciudad. Aunque, al perecer, desaparecen más rápidamente en las ciudades que en el campo.

Las causas de esta dramática diminución no están claras, pero el mal estado de salud de los gorriones se ha relacionado con el exceso de contaminación atmosférica y la falta de alimentos.

También puede deberse al electromagnetismo que generan la gran cantidad de antenas existentes en las ciudades, así como a la depredación, la competencia con especies invasoras y a la escasez de zonas verdes o de lugares para nidificar.

 

Este gorrión constituye una buena ilustración del salmo 84:3. / Antonio Cruz.

Cada vez se construyen más edificios que son inadecuados para que los gorriones instalen sus nidos, a la vez que se retiran las ramas viejas de los árboles, en los parque públicos, en cuyos huecos anidaban antes estas aves.

La Biblia informa que los gorriones hacen su nido en los techos de las viviendas humanas y entre las grietas de los muros de piedra (Sal. 84:3). Incluso entre los grandes bloques del muro de las Lamentaciones, en Jerusalén, se les puede ver todavía hoy perfectamente instalados.

En tiempos de Jesús, los judíos consumían pájaros como los gorriones y otras especies similares ya que eran un alimento barato y abundante, al alcance de cualquiera (Mt. 10:29-31).

De ahí que el propio Señor los ponga como ejemplo del cuidado amoroso que Dios tiene de sus hijos. También el libro de Proverbios (26:2) se refiere al gorrión sin rumbo aparente, capaz de escapar en cualquier momento, o a la golondrina sin nido que huye veloz, y los compara con la maldición sin fundamento que no permanece. La maldición sin motivo jamás llega a su destino, tal como descubrió el profeta Balaam (Nm. 23:8; Dt. 23:5).

John Spencer (1559-1614), comentando este salmo 84, escribió:

“Aun el gorrión halla casa. Este salmo muestra el tierno cuidado de Dios sobre las más débiles de sus criaturas, en una figura de matices emotivos. Como exilado, el salmista envidia los privilegios de los gorriones del tabernáculo, anhela poder tener su nido en las moradas de Dios. También el creyente halla en los altares de Dios su hogar predilecto y un perfecto lugar de descanso. O dicho en otras palabras, no en los altares en sí mismos, sino en las verdades trascendentes que simbolizan. Su confianza en Dios se ve fortalecida, potenciada y endulzada por el conocimiento del divino cuidado paterno, providencial y universal, cada instante de cada minuto, algo que le infunde deleite y admiración. Alguien ha afirmado poéticamente: «Dios nunca falla en proveer casa al hombre desesperado, y nido al gorrión atribulado» ¡Qué confianza tan enorme nos proporciona esto!”[2]

[2] Spurgeon, C. H., 2015, El tesoro de David, CLIE, Viladecavalls, Barcelona, p. 1364.

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