El lirio martagón

Hoy vivimos también en la sociedad de la apariencia, en la que predomina la estética sobre la ética y la moralidad.

11 DE AGOSTO DE 2016 · 19:40

Foto: Antonio Cruz.,
Foto: Antonio Cruz.

Los pétalos blancos de una flor como la margarita son famosos por su supuesta disposición a comunicar la sinceridad de algún amor verdadero. Por su parte, los sépalos verdes del cáliz constituyen un pequeño vasito que sirve de protección a tales pétalos.

¿Qué son entonces los “tépalos”? Pues la fusión de ambas estructuras florales. Algunas flores, como las de este lirio martagón (Lilium martagon) que fotografié en el Pirineo, tienen los pétalos de la corola fusionados a los sépalos del cáliz en una sola pieza que conforma los llamados tépalos.

En esta especie de montaña, dichos tépalos se arquean hacia arriba formando una singular y llamativa corona, de la que penden unos grandes estambres y un pistilo de color anaranjado. Es una flor muy bella pero, desde la perspectiva humana, tiene un grave problema.

Sus tépalos despiden un intenso y desagradable olor que atrae a las moscas con fines polinizadores. Son flores muy estéticas pero apestan cuando se las huele, ya que están diseñadas para atraer todo tipo de dípteros voladores. En fin, nada que ver con las aromáticas rosas.

Esto me hace pensar que, en el fondo, todos los seres humanos somos un poco así, como estas florecillas silvestres. Le damos más importancia a la estética, a la apariencia externa, que a la ética de nuestras acciones.

Cuando Jesús llamó a los fariseos de su época “sepulcros blanqueados”, se estaba refiriendo precisamente a esto. Por fuera procuraban parecer inmaculados, mientras el hedor y la podredumbre la guardaban en su interior.

Hoy vivimos también en la sociedad de la apariencia, en la que predomina la estética sobre la ética y la moralidad. En mi opinión, esto se debe a la convicción creciente de que no hay más vida que la cotidiana y, por tanto, no habrá que dar cuentas a nadie. Sin embargo, las duras palabras de juicio que el Maestro lanzó contra aquellos religiosos de su tiempo (Mt 23:33) penden también sobre la cabeza de esta generación escéptica. Dios sigue esperándonos tras la última frontera de la vida para demandarnos ese precioso visado manchado de sangre que se llama Jesucristo.

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