Unas lágrimas, son poca cosa (II)

A lo largo de esta primera noche en la India, fragmentos de ruidos de la calle trepan a lo largo de las paredes para infiltrarse por las ventanas mal aisladas de la habitación de mi hotel y cosquillean mi sentimiento de seguridad occidental.

08 DE ENERO DE 2016 · 07:10

Imagen: Alain Auderset,alain auderset, india
Imagen: Alain Auderset

Descripción de la imagen: Durante mi primera noche en la India, me vino a la idea un dibujo que me permitiría presentar a Jesús a alguien que no supiera leer y no tuviera en su bagaje la influencia de la cultura occidental cristiana.

El Espíritu del creador simbolizado por sus dos manos indica el camino al que desea realmente encontrarlo. Eso requiere estar atento a las señales y a Su voz que susurra en medio del bullicio del mundo a todo aquel que es sincero.

Eso demanda el retroceso que da la sabiduría para darse cuenta de que los pequeños caminos fáciles que la sociedad nos propone durante todo nuestro camino son atractivos, bien vendidos, pero su final es la ruina. (imagen sacada del Cómic Idées reçues 3)

 

Lee la primera parte de esta historia aquí.


UNAS LÁGRIMAS, SON POCA COSA...
Apenas me bajo del taxi que éste desaparece atrapado por la afluencia de la circulación. A mi alrededor no hay más que gente. La hay por todas partes y en todo momento. Pasan, venden, miran al infinito, incluso duermen a ras del suelo (a menos que se trate de un muerto).

La miseria, bajo todas sus formas, habita aquí. Hay tal sed de esperanza que están incluso dispuestos a rezarle a cualquier objeto, árbol, estatua, con la esperanza de poder saciar su sed de lo Divino. Es un mundo olvidado de los cristianos bien pensantes, y, veo por todas partes, tanta gente perdida... tanta...
A lo largo de esta primera noche en la India, fragmentos de ruidos de la calle trepan a lo largo de las paredes para infiltrarse por las ventanas mal aisladas de la habitación de mi hotel y cosquillean mi sentimiento de seguridad occidental.

Ante la amplitud de esta miseria que me ha golpeado de frente, me siento totalmente desprovisto. Solo, sentado sobre mi cama, oro por este país.

Tengo el corazón hecho pedazos, no hay nada que pueda darles sino estas lágrimas que lucen en mis mejillas por ellos... Jesús, mi Maestro, silencioso pero presente a los pies de mi cama, sabrá quizás hacer algo con todo esto...(?)

 

VIAJE AL BORDE DEL MUNDO
Desde que los responsables se reúnen conmigo, el viejo cliché del misionero blanco con casco colonial desaparece como por encanto. Aquí la misión es administrada por y para los indios... Ellos son los que me guían a través de la jungla humana de este país hasta nuestro próximo lugar de encuentro.
Viajamos en ciencia ficción (¡ o en tren, viene a ser lo mismo!). La puerta del cansado y viejo tren está abierta de par en par y yo estoy sentado como al borde del agua mojando mis pies en el vacío justo por encima del suelo que se va desplazando. En todo momento tengo la impresión de que voy a oír a mis espaldas los reproches de un controlador que me dirá, con su acento suizo alemán:

- ¡Nein, verboten (prohibido)! ¡¡Eso no se puede hacer!! Pero no, aquí las gentes no están infantilizadas, es estupendo, (¿Quizá en Suiza no somos tan libres como pensamos...?) Al borde de los railes del tren hay gente y más gente... ¿Qué hacen? ¿Están viendo pasar el tiempo?

Me sonríen de buen grado y me doy cuenta de que lo hacen de corazón... (¡Ahora sí que estoy seguro: me encuentro en otro planeta!)
Pasamos delante de una escombrera pública interminable, la gente hace allí sus necesidades sin ningún pudor. A un tiro de piedra más lejos, un niño hambriento busca su alimento cotidiano entre los apestosos escombros.

Delante de una cabaña improvisada, construida con ayuda de materiales tirados por el suelo, toda una familia me observa silenciosa. ¡Así es como viven la mayoría de los habitantes de mi planeta! ¡Es insoportable! Menos mal que las lágrimas me enturbian la vista...
... Con el corazón lleno de rabia, agarro mi lápiz y les dibujo como en un grito de desesperación:
- ¡¡ No habéis sido olvidados!! ¡¡Sois preciosos, Dios os ama, su Hijo ha nacido entre vosotros!! ¡Ánimo! (un día les llegará mi dibujo…)


PERSECUCIONES
El centro de acogida de la misión es un oasis de paz tangible, liberado de la latente opresión que se siente un poco por todas partes. Además de ser nuestro lugar de encuentro, es también el de los líderes de las iglesias llegados de todo el país. Algunos han tenido que afrontar distancias desmesuradas para llegar hasta aquí.

Desde mi llegada, se me ha recomendado discreción porque, aunque la India presuma de ser el país democrático más grande del mundo, la libertad de expresión sigue esperando sentada en la sala de espera.

Los hindúes creen en las castas, las personas “mal nacidas” ni siquiera son consideradas como animales, aguantan y aceptan el desprecio y la esclavitud. No es el dinero, sino un cambio de mentalidad lo que necesitan los pobres para salir de esto.

Cuando se enteran de que el Hijo de Dios en persona les ama y ha tomado su condición, que son de alta estima ante sus ojos, su vida cambia radicalmente y se libera de la fatalidad.

No siendo ya condenados a ser una casta inferior, se ponen manos a la obra. Las castas más altas, indignadas por perder una mano de obra gratuita, empujan a los fanáticos religiosos hindúes hacia la sublevación.
5.000 cristianos de la región de Orissa han visto sus hogares incendiados, sus mujeres violadas y sus pastores salvajemente asesinados a puñaladas. Las familias que han logrado escapar han encontrado un “abrigo” en la selva. Pero esta está habitada por otros depredadores como el tigre y la enfermedad…

Los responsables de diferentes comunidades se consultaron entre ellos: ¿debían tomar las armas para defenderse?
Todos, de común acuerdo, optaron por la no violencia que enseña Cristo. Y decidieron perdonar…

Continuará la semana próxima…

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Cita con Dios - Unas lágrimas, son poca cosa (II)