Los otros mártires, de Marta Velasco

Tomo que repasa el encaje del protestantismo y otras religiones minoritarias en su contexto político y social a lo largo del último siglo. Publicado por Ediciones Akal, Madrid, con la colaboración de la Fundación Pluralismo y Convivencia.

24 DE SEPTIEMBRE DE 2015 · 21:45

,Iglesia Católica, Franquismo

LOS OTROS MÁRTIRES, por Marta Velasco,

            Ediciones Akal, Madrid,

con la colaboración de la Fundación Pluralismo y Convivencia,

318 páginas.

 

En dos de mis libros, La transición religiosa en España (2007) y Un protestante en la España de franco (2011), hago referencia a ese imposible que el expresidente socialista José Luis Rodríguez Zapatero llamó “Recuperación de la memoria histórica” el año 2007. Zapatero decretó por ley que fueran reconocidos y protegidos los derechos de aquellas personas que fueron objeto de persecución durante la guerra civil y la larga dictadura impuesta a los españoles por el general, o generalísimo, Francisco Franco, elegido caudillo por la gracia de Dios, la barbarie de los moros, la fuerza aérea de los alemanes, el ejército italiano de tierra y la eficaz política maquiavélica del Vaticano y de la jerarquía católica española.

 

Portada del libro.

¿En qué ha quedado la memoria histórica que quería Zapatero? En una oficina muy bien instalada dirigida por Emilio Silva. Pero ¿qué ha recuperado? Por lo que a los protestantes se refiere, absolutamente nada. Que le pregunten a Mariano Blázquez, secretario ejecutivo de la FEREDE, el líder protestante que lleva años pidiendo a todos los gobiernos que han mandado en España que reconozcan, siquiera, una parte de todo lo que se les negó a pastores españoles a lo largo de ese pasado histórico. Desde las alturas del Estado, los derechos históricos protestantes han quedado reducidos, como dicen que dijo Shakespeare, a palabras, palabras, palabras, puritas palabras, en lenguaje de Cantinflas.

La memoria histórica de los protestantes de ayer la estamos recuperando los protestantes de hoy, como hace el significativo número de viejos protestantes (no protestantes viejos) que han suministrado datos de primera mano a la investigadora sevillana Marta Velasco para la estructuración de este excelente libro, bien documentado, escrito con rigor, sin inclinar la verdad a derecha ni a izquierda, fiel a la historia y a su memoria.

Los hechos que narra Velasco arrancan desde la Segunda República, aquél desafortunado período que se saldó en tan sólo cinco años, de 1931 a 1936. Mucha prisa se dieron los nuevos gobernantes en tratar el tema religioso que afectaba a los protestantes, porque justo un día después de la instauración de la República, esto es, el 15 de abril, publicaron un manifiesto en el que se leía: “El “Gobierno provisional hace pública su decisión de respetar de manera plena la conciencia individual mediante la libertad y cultos, sin que el Estado en momento alguno pueda pedir al ciudadano revelación de sus convicciones religiosas”. Muy halagador para los protestantes, pero ninguna alusión a los atropellos e injusticias del pasado. Desmemoria histórica.

Cuando el 17 de diciembre de 1992 el Congreso de los Diputados se reunió para aprobar los Acuerdos entre el Estado y las confesiones protestantes inscritas en la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España (FEREDE), el diputado socialista Cuesta Martínez dijo en el hemiciclo: “Cerramos hoy definitivamente cuatro siglos de intolerancia religiosa. Atrás quedan los tiempos del Estado confesional, anclado en la idea medieval de la cristiandad del siglo XVI o del carácter legalista del siglo XVIII”. Bien; muy bien; aplausos.

La autora del libro que estoy comentando, mujer inteligente, buena observadora, historiadora de categoría, investigadora sumamente meticulosa, pudo haber iniciado su obra, creo yo, con un primer capítulo describiendo las atrocidades cometidas contra los protestantes españoles desde ese citado siglo XVI, cuando la Inquisición torturaba, encarcelaba y mataba a herejes protestantes. Nunca he podido digerir a un intelectual de la categoría que tuvo Menéndez y Pelayo cuando escribió estas palabras inspiradas en Lucifer: “Comprendo, y aplaudo, y hasta bendigo la Inquisición”.

Entiendo que este no fuera el propósito de la autora. Dejando atrás siglos oscuros inicia su trabajo con la luz bienhechora que trajo a España la Segunda República y que definió admirablemente el tema religioso con la Constitución de diciembre de 1931, cuyo artículo 27 decía: “la libertad de conciencia y el derecho de profesar y practicar libremente cualquier religión quedan garantizadas en el territorio español”.

Demasiado bueno para un país al que no se había impuesto otra religión que la católica. Emulando al célebre Guillermo Tell, jerarcas católicos jugaron a disparar flechas envenenadas contra esos inocentes párrafos hasta herirlos de muerte. Y desapareció la legalidad. Y se impuso la injusticia. Y regresó la intolerancia. Y volvió la Inquisición, aunque sin sangre. Y amaneció otro día negro para los protestantes, privados de sus derechos civiles, perseguidos, encarcelados algunos, considerados ciudadanos de segunda, de tercera y de cuarta categoría, según el gobernador señor de la provincia bajo su mando.

Marta Velasco divide las 318 páginas de su libro en cuatro capítulos, todos ellos desbordantes de información, que para la mayoría de lectores será un descubrimiento. Información bien estructurada, con asignaturas, materias y disciplinas claves en el conjunto de la obra. Los citados capítulos están encabezados por títulos donde se encuentra la más trascendental diferencia entre uno y otro, si bien perfectamente coordinados y asociados al tema general del libro: La Segunda República; La Guerra Civil; el Franquismo: de la Transición a la actualidad.

Cinco páginas de selecta bibliografía avalan la pulcritud de la historiadora. Entre las obras citadas figuran algunas poco conocidas por los historiadores protestantes del momento español.

Una de las primeras acciones del franquismo fue la restauración de la religión católica bajo el lema “Un Dios, una Patria, un Caudillo”. La Iglesia católica recuperó la situación de privilegio que la República le había quitado y para los protestantes comenzó un camino tortuoso, “primero para no desaparecer del todo y después para hacerse sitio y tener una cierta presencia en la sociedad española. Pero eso sería mucho después”, escribe Velasco, quien añade: “la incautación de bienes fue uno de los casos que afectaron a diversas comunidades y congregaciones pertenecientes a las religiones minoritarias. Los expolios se llevan a cabo mediante la acción de las mencionadas Delegación de Asuntos Especiales y del Servicio de Recuperación de Documentos. Ninguna de las religiones minoritarias, entre ellas el protestantismo, se libró del expolio de sus bienes”. 

El 26 de junio de 1967 las entonces Cortes españolas aprobaron por mayoría una Ley regulando el derecho civil al ejercicio de la libertad religiosa.

Franco muere el 20 de noviembre de 1975. Dos días después Juan Carlos de Borbón es proclamado rey de España. El 3 de julio de 1976, sorprendiendo a toda la clase política, el rey designa presidente del Gobierno a Adolfo Suárez. El 24 de junio de 1980 se promulga una nueva Ley de Libertad Religiosa. El “padre” de esta Ley fue el vasco Eduardo de Zulueta, diplomático, embajador y en aquél entonces Director General de Asuntos Eclesiásticos, posteriormente llamado Asuntos Religiosos. El 11 de noviembre de 1986, ante el Notario de Madrid José Antonio Torrente Secorum, quedó constituida la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España (FEREDE). Finalmente, el 10 de noviembre de 1992 el Estado firmó en beneficio de las comunidades protestantes, judías y musulmanas una serie de Acuerdos compuestos de doce artículos, tres disposiciones adicionales y una disposición final única.

José Cardona, fallecido mucho antes de lo debido, en aquél entonces Secretario Ejecutivo de la FEREDE, diría algún tiempo después: “Los Acuerdos de las Iglesias con el Estado no han tenido el desarrollo y plenitud que ellos mismos comportaban, pero hicieron practicable la libertad y la convivencia”.

En este comentario de crítica literaria quedan varias cosas que, sin ser importantes, exigen ser aclaradas. La autora del libro, Marta Velasco, es licenciada en Historia por la Universidad de Sevilla y miembro del Cuerpo de Ayudantes de Archivos y Bibliotecas. Buena escritora, buena investigadora. Pero Marta Velasco no es protestante.

Los mártires de los que habla en su obra no fueron exclusivamente protestantes. Esto se aclara en los subtítulos del libro. Sufrieron en “otras religiones minoritarias” tantas adversidades e intolerancias como los protestantes, destacando los testigos de Jehová, frecuentemente citados en la obra.

Los otros mártires no ha sido editado por editorial protestante alguna. Ha sido producido por los organismos estatales Fundación Pluralismo y Convivencia y Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica. A las dos entidades hay que agradecerles el haber puesto a disposición del público un tomo que contribuye a iluminar las luchas, frecuentemente silenciadas, de “los otros españoles”, víctimas de una dictadura represiva y de un nacionalcatolicismo intolerante, abusivo, inquisidor en ocasiones.

A Emilio Silva, presidente de la Recuperación de la Memoria Histórica, ya José Manuel López Rodrigo, director de la Fundación Pluralismo y Convivencia, así como a la propia Marta Velasco, nuestro agradecimiento por haber hecho posible un libro tan valioso. Un agradecimiento que extiendo a la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España y a su secretario ejecutivo, Mariano Blázquez.

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