Osos

Y la bestia que vi era semejante a un leopardo, y sus pies como de oso, y su boca como boca de león” (Ap. 13:2). Los osos del Pirineo, como éste que capté en el Valle de Arán, presentan unas almohadillas en las patas que reducen notablemente la fricción al caminar por el bosque. Son muy silenciosos.

Esto les permite pasar desapercibidos y acercarse sigilosamente a sus presas. La mayoría de las especies de osos del hemisferio norte hibernan en el invierno, es decir que pasan los meses fríos en un estado de sueño en el que la temperatura corporal baja y así también el ritmo cardíaco, lo que les permite pasar los tiempos difíciles en los que no hay alimentos, en un estado que les consume muy poca energía. Durante la hibernación no se despiertan, no comen, no beben, ni defecan. Viven de las grasas que han acumulado durante la temporada cálida.

Este comportamiento me hace pensar en el pueblo de Dios, en la Iglesia universal diseminada por todos los rincones de la Tierra. Actualmente hay cristianos que están muriendo por su fe, mientras otros parece que estemos hibernando como los osos o viviendo del recuerdo de tiempos pasados. ¿Cuándo despertaremos de este sueño invernal?