Misión Urbana cumple tres décadas de ayuda al prójimo
Misión Evangélica Urbana de Madrid cumple 30 años. Su presidente y fundador, Juan Simarro, explica la labor de una entidad que ha sido de inspiración para la obra social evangélica en todo el país.
MADRID · 06 DE OCTUBRE DE 2015 · 10:42
En octubre de 1985 se legalizó la Misión Evangélica Urbana de Madrid. Treinta años después la sociedad ha cambiado mucho, pero las necesidades en las ciudades siguen presentes, donde miles de personas requieren ayuda y asesoramiento que esta entidad ofrece, basada en los principios cristianos de ayuda al prójimo.
Juan Simarro es su actual presidente y fue el fundador de la Misión, surgida en un momento de dificultades para muchas familias en las ciudades y que a pesar de su escasa experiencia, supo concienciar y animar al pueblo evangélico a poner en práctica los valores del evangelio.
Tres décadas después, Simarro considera que los objetivos “se han superado” con creces, y espera que la Misión Evangélica Urbana pueda continuar por mucho tiempo dando ayuda al necesitado.
Pregunta. Haciendo historia, ¿como comenzó todo?
Respuesta. Comenzó en el año 85. Era una época curiosa. Había una crisis económica muy fuerte y comenzó a haber una concienciación en torno a la problematicas sociales. En aquellas épocas había muchos toxicómanos tirados por las plazas, pobres que dormían en los parques, mendicidad infantil... Era una situación dura, de crisis conómica difícil.
La sociedad estaba sensibilizada y surge Misión Urbana, así como también surgieron comunidades de ayuda a drogodependientes en un intento de liberar a las personas.Tuve la suerte de conocer las misiones urbanas en Inglaterra y traer la experiencia a España. Era algo desconocido, sin evaluar. Pero comenzamos a visitar contactos, iglesias en el ámbito interdenominacional. Así se empezó a promocionar la Misión de Madrid, que se legalizó en 1985. Dio resultados, las iglesias confiaron tanto en mí como el proyecto, por lo que doy gracias a todos los que entonces nos apoyaron en aquel momento, cuando comencé a tener carga por la situación tan difícil que vivíamos.
P. ¿Cuáles eran los objetivos de Misión Urbana entonces? ¿Se han mantenido o han cambiado con el tiempo?
R. Los objetivos siempre han sido la reducción de la pobreza de las grandes ciudades, que se une al concepto de evangelización urbana. Hay una vertiente evangelizadora en la gran ciudad. Cuando empezamos a trabajar nos quedamos sorprendidos porque se abrieron las puertas para difundir y concienciar. Pudimos publicar materiales en la editorial CLIE, hacer conferencias, visitar iglesias. Sin ser la Misión Urbana tan grande como otras entidades de ayuda, sí sirvió para hacer visible y ser un cauce de concienciación social muy fuerte.
La Misión superó sus objetivos porque no sólo se mantuvo trabajando con los pobres y necesitados de la ciudad, sino que comenzó a través de esta promoción el contacto con las iglesias. Hoy a la Misión Urbana como entidad hay que sumar un montón de iglesias que realizan obra social siguiendo su ejemplo. Se disparó esta línea de trabajo con las iglesias que hoy mantenemos.
Otro tema importante que superó las expectativas fue la apertura del centro Da Vida, un centro provida que a la vez ayuda a mujeres que venían con hijos recién nacidos y hoy aplica un programa de atención a la mujer y a la infancia.
P. ¿Qué valoración puedes hacer de estas tres décadas de misión?
R. La valoración, viendo la respuesta de las iglesias y como nos han considerado en el ámbito interdenominacional, tiene que ser muy positiva. El agradecimiento al pueblo evangélico español es grande. También con el tiempo se han ido abriendo otras misiones urbanas en otras ciudades, siguiendo el ejemplo de la de Madrid, algo que hay que valorar mucho. La misión de Madrid ha sido la “misión madre” y gracias a la promoción, a las visitas que he podido hacer por todo el país, han ido surgiendo más misiones. Apreciamos que las iglesias nos hayan acogido, respetado y valorado.
En cuanto a la atención, miles de familias e individuos han sido ayudados por nuestro centro. Miles de bebés, madres solteras, mujeres embarazas en situación de riesgo han sido ayudados en el centro Da Vida. Así que la valoración es positiva, se han cumplido y superado los objetivos. Podemos celebrar estos 30 años con satisfacción.
P. Estando durante tantos años activos, sabrás darnos un panorama de la situación social actual. ¿Se ha avanzado en la protección de los débiles, pobres y marginados?
R. Estamos en una época de crisis en la que sabemos que hay hambre en sectores infantiles y que hay situaciones de personas muy desprotegidas. La situación no es buena, sin embargo no es tan grave como cuando comenzamos, de encontrarnos pobres que olían mal, aquellas mujeres que se decía que daban droga a los niños para que no lloraran y los tenían en brazos mientras mendigaban... Aquellas situaciones no están hoy. Entre los años 90 y hace diez años, antes de esta crisis, ha habido una mejoría, porque las comunidades autónomas comenzaron a tener salarios sociales para los desprotegidos. Creo que hubo avances, pero en este momento, con esta crisis a uno le entran dudas: si la crisis va a seguir avanzando, si llegaremos a las cajas de cartón, a las mantas, a aquellas situaciones tan complejas. Nos da cierto miedo mirar al futuro. Tenemos un interrogante grandísimo sobre estas situaciones complejas.
P. En tu blog semanal en Protestante Digital 'De par en par' sueles desafiar a los cristianos a vivir la fe, no solo profesarla. ¿Nos cuesta a los evangélicos abrir los ojos ante las necesidades de los que nos rodean?
R. Cuesta trabajo y hay una explicación. Se ha considerado como algo muy prioritario la alabanza, la oración, el culto, una teología primera, y como algo más secundario la aproximación social, cosa que en la Biblia no aparece así. Los evangélicos deberíamos retomar la idea de un evangelio integral que aúne ambas facetas, equilibrando la balanza de la manera en la que la Biblia se nos indica.
Los profetas protestaban ante estos desequilibrios. Incluso Dios, hablando por el profeta Isaías, decía al pueblo que no quería más rituales, más alabanzas, porque no se estaba haciendo justicia, se estaba oprimiendo al pobre, a las viudas... Esto que en la Biblia aparece tan equilibrado, nos hace ver que la religión comienza por visitar a las viudas y a los huérfanos y después viene la parte más espiritual, de mantenerse sin mancha hasta el fin. Lo que aparece tan unido en la Biblia en nuestras congregaciones y familias no está en el mismo equilibrio. Eso es lo que hace que nos cueste abrir los ojos a las necesidades de quienes nos rodean.
P. Enfrenta Europa la llegada masiva de refugiados. ¿Crees que los cristianos podemos dar una respuesta activa a este desafío?
R. Debemos responder, porque la capacidad de hacer algo siempre existe. Debemos actuar para no caer en el pecado de omisión de ayuda. No podemos dar la espalda. Los extranjeros, los refugiados, los migrantes, son colectivos nombrados en la Biblia para que les hagamos justicia, para que no les robemos, para que les protejamos. Eso nos pone ante el deber ético y cristiano de ayudarlos. Deberíamos forzarnos a buscar las formas para ayudar. Podemos pensar que nuestra capacidad de ayuda es pequeña, pero atendiendo a nuestro deber, debemos encontrar líneas para practicar la ayuda al prójimo. Veo personas en la sociedad civil que sin tener una base cristiana ofrecen sus casas, sus recursos, diciendo que quieren ayudar, que quieren orientar, dar clases de español... Y me pregunto por qué no surge una respuesta igual de fuerte o mayor entre los evangélicos, que tenemos los valores del reino y los valores del prójimo que nos da Jesús. Esto debería motivarnos a hacer posible cumplir con este deber ético y cristiano hacia las familias refugiadas que se acercan.
P. Finalmente, Juan, ¿cuál es tu deseo para la Misión Evangélica Urbana?
R. Quería dar las gracias y destacar que la misión es un caudal para que los esfuerzos evangélicos se canalicen a través de ella y para que las personas encuentren ayuda, y diría a los creyentes que no estén de espaldas al trabajo de Misión Evangélica Urbana y en la medida de lo posible la apoyaran para que siga adelante otros treinta años más y todo lo que el Señor quiera.
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