Poesía de Galilea en la Salamanca de Alencart

Compañeros de camino en la elaboración de este poemario en cinco idiomas acompañaron al poeta Alfredo Pérez Alencart en el acto.

SALAMANCA · 22 DE MAYO DE 2014 · 22:00

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	Stuart Park, Elena D&iacute;az, Pilar Fern&aacute;ndez Labrador, Jos&eacute; Amador Mart&iacute;n, A. P&eacute;rez Alencart, Jos&eacute; M&ordf; S&aacute;nchez Terrones y Miguel El&iacute;as.</p>
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Stuart Park, Elena Díaz, Pilar Fernández Labrador, José Amador Martín, A. Pérez Alencart, José Mª Sánchez Terrones y Miguel Elías.

Este pasado jueves en la Sala de la Palabra del teatro Liceo (Salamanca) pudo acoger los versos del último libro de Alfredo Pérez Alencart, Regreso a Galilea. Siete poemas traducidos al inglés, hebreo, árabe, italiano, logran transmitir lo que el poeta aprende y practica del Galileo de todos los tiempos. El libro se completa con las bien logradas pinturas del artista Miguel Elías, que con gran destreza ha logrado retratar los versos. El pintor también leyó un bello texto sobre la creación y el pensamiento entroncados con la imagen plástica y de cómo se inspiró en los versos. Pilar Fernández Labrador, una gran embajadora de la cultura salmantina, fue la encargada de abrir el acto y dirigirlo, no sin antes agradecer y felicitar al poeta por su nueva obra. Los poetas Elena Díaz, José Amador Martín y José Mª Sánchez Terrones dieron voz a tres conocedores de la obra del poeta que quisieron desde la distancia enviar su visión del libro. En primer lugar, Plutarco Bonilla, biblista y filósofo hispano-costarricense: “El silencio que percibimos en la poesía de Pérez Alencart es una especie de silencio sonoro –valga el oxímoron– que deja de lado el cascarón rutinario de las expresiones que han perdido su fuerza y su significado, y que, forzando el lenguaje casi hasta sus límites, es capaz de transmitir el verdadero y profundo sentido de un mensaje transformador que, de otra manera, se perdería en la palabra manoseada. Él mismo nos lo dice en el poema que constituye la primera sección de este gran pequeño poemario: “Y más que/ repetir palabras// las lijé,/ como un humilde/ carpintero// en su taller”. Luego tocó el turno a Margalit Matitiahu, poeta sefardita nacida en Israel: “El sensible poeta Alfredo Perez Alencart escribió los poemas del libro "Regreso a Galilea" antes de estar físicamente en Galilea. Pero en su espíritu sintió recuerdos de esta tierra en una forma mística.Los poemas nos llevan a las rutas del pensamiento.El corazón guía a la mente, las palabras tocan la esencia de la creación y del amor a lo humano. Luego entra la imaginación, lametáfora. Las palabras se llenan de deseo, pidende nuevo la conformación de la justicia como unhumilde carpintero". Finalmente, Harold Alvarado Tenorio, poeta colombiano, destacó: "Quizás mejor que en otras de las publicaciones de Alencart, enRegreso a Galilease constata la calidad de su escritura y la constancia de su mensaje cristiano. Las traducciones refrendan la diversidad y tesitura de su lengua española, al tanto que los códigos que formula -la pobreza de bienes entre la holgura del buen vivir nos hace dignos de la vida; Eva replica el mundo para perpetuar la salvación del cuerpo por la vida eterna- confirman su indeclinable militancia y convicción religiosa". La intervención central estuvo a cargo del escritor cristiano Stuart Park, quien se desplazó desde Valladolid para acompañar al poeta. Dice Park en su amplia y bien lograda reseña: "La poética de Alfredo se nutre del simbolismo bíblico, el más rico y significativo que hay. El poeta lo esboza ya en su invitación para que le acompañemos en su Regreso a Galilea: "Un viento de otra vida /en el amanecer /del regreso /que preexistía en /mi intuición. //Acostumbrado /al éxodo, / siento que la emoción / gesta señales / para honrar /al más Humilde". Fijémonos en las claves de su viaje de retorno a una tierra que solo había visitado en su imaginación. Viento; otra vida; amanecer; regreso; preexistencia; éxodo; señales para honrar al más Humilde (con mayúscula). Palabras todas ellas que reverberan con poderosas resonancias del texto sagrado, alusiones que el poeta hará explícitas en el hermoso colofón que sirve de despedida a su poemario: "El éxodo tuvo un sentido. También aquella misión del Amado galileo, Goel dejándose crucificar". El éxodo, que es tránsito de un mundo a otro. Goel, el pariente próximo con derecho a redimir, el Amado galileo que dio su vida por nosotros en la Cruz. El lenguaje bíblico no solo nutre la poética de Alfredo como fuente de fe, sino como «hontanar del narrar primigenio» −en palabras de José Jiménez Lozano− que proporciona el modelo definitivo para plasmar con precisión la palabra suficiente, como el humilde carpintero que lija con esmero su obra en ‘El taller’: Vi cosas / que no se ven / y me revestí /de lo justo, /amando en carne / y en espíritu, /cual señales /de lo que aconteció /en mí. //Y más que /repetir palabras, /las lijé, /como un humilde /carpintero /en su taller. Asombra la naturalidad con que el poeta facilita la transición entre imágenes aparentemente inconexas para crear un tejido verbal −un texto− sin costura, que contiene toda la realidad del mundo". Alencart agradeció tan profundos testimonios sobre sus versos, y en gratitud para con ellos y con el público asistente, leyó tres poemas inéditos escritos en un reciente viaje, en Galilea.

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