La unión hace la fuerza entre los anabaptistas de Burgos

Esta es la historia de dos iglesias. Es la historia de una ciudad. De gente real. De promesas cumplidas y sueños hechos realidad a través de esfuerzo, fe y perseverancia.

BURGOS, ESPAÑA · 14 DE OCTUBRE DE 2012 · 22:00

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	Templo de las Comunidades Unidas Anabaptistas de Burgos.</p>
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Templo de las Comunidades Unidas Anabaptistas de Burgos.

La iglesia menonita y la iglesia bautista de Burgos, conocidas comúnmente por “la de San Pablo y la de San Fran”, respectivamente, nombradas así por las calles en las que se encontraban sus lugares de reunión, tienen una larga historia. Tanta, que se podrían rellenar hojas enteras con testimonios, vivencias y anécdotas sólo para contar brevemente los primeros años de cada una por separado. Pero parece necesario contar, aunque sea a grandes rasgos, el origen y los comienzos de la iglesia en Burgos, para así poder comprender el presente de estas dos iglesias que ahora son una sola. Es imposible narrar esta historia sin mencionar los nombres de algunos de los misioneros que llegaron a Burgos entre las décadas de los 60 y 70 desde diversas partes del mundo: El pintor Benito Manninen y su mujer Rita, el músico uruguayo Luís Alfredo Díaz o los estadounidenses Juan y Bonny Driver, La familia Clark y por supuesto, los Jobe. “Roberto Jobe, que falleció hace ya más de 15 años y sus restos descansan en el cementerio de Burgos, el lugar que tanto amó y donde hizo tantos amigos. Roberto “El Americano” fue un personaje popular y querido en Burgos, y especialmente por sus vecinos en Rubena (un pueblo situado a 25 km de Burgos). Su vida y su mensaje estaban plenamente interrelacionados.” Así hablaba Agustín Melguizo, pastor de la iglesia, sobre la familia Jobe durante su discurso de inauguración del nuevo edificio. DOS HISTORIAS QUE SE ENTRELAZAN En los años 70, se produjo un gran movimiento juvenil en la ciudad. La iglesia bautista de “San Francisco”, se reunía en aquel entonces en una cuadra en el pueblo de Quintanadueñas, donde tuvieron lugar las primeras reuniones, lideradas por el ya mencionado Roberto Jobe. Al mismo tiempo, se daban las llamadas “Comunidades de vida” formado por un numeroso grupo de jóvenes que se reunían en diferentes pisos de la ciudad. (Años más tarde, con la desaparición de las Comunidades, tendría lugar la creación de la iglesia menonita.) Entre ambos grupos, existía “una relación muy sana y especial. No había competencias. Lo compartíamos todo, independientemente de si uno era de comunidades o de la iglesia de San Francisco. Lo único que queríamos era que el Reino de Dios tocara Burgos” explica José Luis Moreno, uno de los Ancianos de la iglesia. Este sentimiento por trabajar juntos hizo que al juntarse hubiera un ambiente espiritual muy vivo, que se manifestó en gran parte a través de las artes: “En este aire de jóvenes impulsivos, inmaduros en gran medida también, entusiastas, sin grandes obligaciones familiares, prácticamente todos estudiantes, abiertos a lo diferente, atrevidos, con un punto de locura y desvergüenza, organizados... En medio de música, tremenda actividad y sana diversión, chicos y chicas por decenas. En este aire se respiraba creatividad y se organizaron conciertos e incluso varias ediciones de un festival de cierto impacto bajo el nombre de “Jesús Folk-Rock”. Escribía Miguel Ángel Viera en el libro “Brotes nuevos en el barbecho” recordando su historia. En 1990, la iglesia de San Pablo y San Francisco, funcionaban juntas con un liderazgo común. Fruto de la buena relación entre estas, surgen “Comunidades Cristianas Unidas”, que deciden crear un nuevo punto de misión en el barrio de Gamonal, con miembros de ambas comunidades. Hoy en día se conoce como Iglesia de Buenas Noticias de Capiscol. Durante cinco años, se reunieron “conjuntamente los domingos por la tarde, dejando los domingos por la mañana para las actividades de cada comunidad por separado. También salíamos juntos, bastantes personas de las tres comunidades, todos los sábados al Espolón, donde siempre hacíamos algún acto de media hora y se congregaban muchísimos espectadores. Y organizábamos una vez al año unas "Marchas por Jesús" que a la postre fueron muy imitadas en otras ciudades de España.” Comenta Dionisio Byler, que llegó a Burgos en los años 80 y dirigió durante años la iglesia menonita. Pero en el año 1995, las “Comunidades Cristianas Unidas”, se acabaron disolviendo y cada iglesia comenzó a funcionar por separado. Las reuniones dominicales conjuntas desaparecieron y las salidas de los sábados comenzaron a ser cada vez menos frecuentes. “A mi juicio es imposible entender la facilidad y naturalidad —la falta absoluta de artificialidad ni de forzar las cosas— con que nuestras dos iglesias se han fusionado en una, si no se tiene en cuenta que ya antes, desde la época de los primeros pastores de ambas iglesias (Roberto Jobe y un servidor), nos habíamos sentido y vivido una sola iglesia en la ciudad de Burgos. Y que muchos de los miembros de ambas iglesias sufrimos como una tragedia contraria a la voluntad de Dios, el que nos distanciáramos.” “Ahora no hemos hecho más que reparar lo que se nos había roto. Con estructuras nuevas, tal vez: reunirnos todos juntos en lugar de en "comunidades" de barrio; edificar unas instalaciones excelentes que dan una nueva dimensión a nuestra visibilidad en la ciudad, un único pastor (aunque multitud de "ancianos", predicadores y líderes de toda índole)...” opina Dionisio Byler. EL “CASAMIENTO” En el año 2004, la Iglesia de “San Francisco” pasaba tiempos difíciles. En menos de un año, se encontraban sin pastor y edificio en el que reunirse. Pasaron de los 100 a 30 integrantes (aproximadamente) en pocos meses. Costaba en aquellos momentos imaginarse que lo mejor estaba por venir. El Ayuntamiento de la ciudad había concedido a la iglesia un terreno para la construcción de un nuevo edificio en el que puedan continuar con sus reuniones, pero en esos momentos, el proyecto les sobrepasaba.La hospitalidad de la iglesia menonita hizo que los ya pocos integrantes de la iglesia bautista tuvieran un lugar en el que reunirse. De esta forma, los de “San Pablo” se reunían por las mañanas, y los de “San Francisco” por las tardes. “En cierto momento decidimos compartir el espacio de una de las iglesias, teniendo reuniones separadas los domingos, pero surgió la idea de compartir las reuniones de oración de los martes. En los meses de verano compartíamos juntos los domingos por la mañana. Una iglesia apoyando a otra para ayudarla a pasar una etapa difícil. No fue difícil.” Comparte Connie Byler, una de los Ancianos de la Iglesia. El tiempo pasaba y cada vez eran más las actividades que compartían. Las relaciones se hacían cada vez más fuertes. “El roce duró unos tres años, acabó creando cariño, y lo que nunca había entrado en nuestras cabezas, empezó a surgir. Surgió el amor que conduce a una unidad especial, al compromiso mutuo, a formar una sola iglesia. Yo siempre diré que nos enamoramos. Surgió el amor y nos casamos. Al compromiso lo llamamos "fusión". De parte de todos los responsables hubo unanimidad y empezamos a dar forma al proyecto, con seguridad y expectación, tomando decisiones juntos sobre la visión de cómo queríamos ser y qué dirección íbamos a tomar.” Explica Byler. En el año 2009 la unión entre ambas iglesias ya era un hecho. LA UNIÓN HACE LA FUERZA Ahora, con las dos iglesias juntas, el sueño frustrado de construir en aquel terreno cedido por el Ayuntamiento, hacía más de diez años, no era ya un imposible sino una realidad.Ahora eran más y más fuertes. La visión por tantos años aparcada comenzó a dar forma. “Compartiendo todo ahora, nos vimos con la oportunidad de unir nuestras fuerzas para edificar algo nuevo en una parcela cedida por el Ayuntamiento de la ciudad. Lo cierto es que separados nunca hubiéramos podido conseguirlo. No hay familia con hijos si no hay una madre y un padre biológico, y aquí la analogía se podría aplicar a nuestra unión”. Con ilusión y expectación, y sobre todo, trabajo duro y constancia, los integrantes de la bautizada como “Comunidades Unidas Anabaptistas”, comenzaron a construir lo que sería su nuevo lugar de reuniones. Cada sábado durante algo más de un año, desde tempranas horas de la mañana, se podía ver a un buen grupo variopinto de personas que trabajaban en la obra del edificio. Los curiosos que pasaban por allí, podían ver a gente poniendo cemento, limpiando, poniendo baldosas, desafiando las alturas en altos andamios, y otros que traían el almuerzo (estos últimos tremendamente bien recibidos, como es de esperar). Todo el mundo era más que bienvenido a ayudar con lo que fuera. “La construcción real se llevó a cabo en nuestros corazones y los esfuerzos físicos que fueron necesarios para acabar la construcción dan fe de que el amor mueve montañas. Trabajar juntos los fines de semana durante más de un año fue la luna de miel. No nos merecíamos tanta bendición pero Dios ha superado nuestras expectativas. Ahora lo que anhelamos es seguir viendo que se manifieste la presencia de Dios en nuestras vidas primeramente y también en este edificio para que veamos su gloria llenar esta ciudad.” Concluye Byler. LA CELEBRACIÓN La obra había terminado. El fin de semana del 13 al 15 de Enero del 2012, tuvo lugar la inauguración. Diferentes actividades dieron a conocer a la ciudad el nuevo edificio. Era tiempo de quitarse el mono de trabajo y vestirse de gala. Era hora de celebrar que aquel sueño difícil de alcanzar por tantos años, se había hecho realidad. Y había que celebrarlo. Durante tres días, familiares, amigos, autoridades de la ciudad, viejos conocidos, o simplemente curiosos que pasaban por allí, pisaron por primera vez aquel nuevo “hogar”. Todo el mundo estaba invitado a conocerlo. Los integrantes de la iglesia estaban satisfechos de su labor y se notaba. Se palpaba un ambiente de entusiasmo y un gozo que contagiaba. ¿Y AHORA QUÉ? Las dos iglesias fusionadas, el edificio construido, la celebración realizada, ¿queda acaso, algo más por hacer? El pastor de la iglesia, Agustín Melguizo, en su discurso para la inauguración, contestaba: “Somos una Iglesia autóctona, intergeneracional, actual, pero a la vez primitiva en la identificación con el cristianismo original, que ha hecho florecer entre nosotros una amplia gama de actividades: La vida de la iglesia no se centra únicamente en el culto, este va unido a la obra social, el ocio, la cultura… Así que aquí, tienen su sede dos de nuestras entidades dedicadas a la cooperación al desarrollo La Casa Grande (en Benín) y CercÁfrica (en Costa de Marfil). ADN es nuestra asociación de jóvenes con el proyecto “El Sitio” que ofrece una alternativa para el ocio y tiempo libre en un entorno sano y seguro. La Asociación Francisco de Enzinas se dedica al área cultural y en este momento promueve las actuaciones del coro góspel Soli Deo formado en su mayoría por miembros de diferentes iglesias evangélicas de Burgos. Desde aquí trabajará el Consejo Provincial de Enseñanza Evangélica que regula la enseñanza de esta materia en la escuela pública. Sirvan como ejemplo estas actividades de otras muchas que ya se han hecho sitio en este edificio.” “Aunque sabemos que es mas fácil llegar a otras culturas que conviven en nuestra sociedad, nuestro objetivo es llegar de manera específica a los burgaleses. Queremos impactar a nuestra ciudad”. LO MEJOR ESTÁ POR LLEGAR “Tenemos una oferta para Burgos, y queremos que se vea. Tenemos una fe respetuosa pero desinhibida, en un ambiente intergeneracional, como en una gran familia… en un espíritu de servicio, porque Jesús no vino a ser servido sino a servir.” Finaliza Melguizo. Ahora las “Comunidades Unidas Anabaptistas” miran hacia delante, conscientes de que la culminación de este capítulo no es el fin del libro, sino uno más para su historia. Una historia llena de esperanza, sueños, promesas, fe y constancia.

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