Bombero evangélico leonés se juega la vida en un incendio

"Fue lo más parecido a un infierno, a meterse en un horno de gas, estuvimos entre la vida y la muerte".

LEÓN · 13 DE AGOSTO DE 2012 · 22:00

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Un bombero relata en primera persona lo sucedido durante la extinción del incendio en el Ayuntamiento de León el pasado 10 de agosto y lo plasma en una carta entregada al alcalde durante su visita al parque de Bomberos, en la que reivindica la labor de este Cuerpo.
Según relata leoNoticias.com, la carta fue entregada al alcalde de León durante la visita que éste ha realizado a primera hora de este martes 14 de agosto al Parque de Bomberos de la capital.
"Lo que le pido en esa carta es que valore el gran esfuerzo realizado por los bomberos", ha asegurado Alberto García Sarmiento. Alberto es cristiano evangélico.
En su carta, narra lo sucedido el pasado viernes a partir de las 15:30 horas, cuando se decretó la alerta por el grave incendio sufrido en el edificio municipal, en el que él y sus compañeros se jugaron la vida al luchar por apagarlo.
ALBERTO GARCÍA SARMIENTO
Alberto García Sarmiento es bombero del ayuntamiento leonés desde hace algo más de ocho años, y fue uno de los tres bomberos que tuvieron que ser hospitalizados tras acudir a apagar el incendio.
Tiene treinta y un años, está casado desde hace cinco, y tiene una hija de dos años y un niño que acaba de cumplir seis meses. "Es mi deseo y una necesidad, contarle lo que viví en el pasado incendio", dice en la carta.
Su esposa, Rebeca Bardon, es cristiana evangélica como él y ambos son miembros de la Iglesia de Asambleas de Hermanos de León, de la que es anciano Manuel Corral
LA CARTA
"Cuarenta y dos compañeros, al igual que yo mismo, acudimos voluntariamente al fuego, aún encontrándonos de vacaciones, para jugarnos la vida, literalmente, y cuando menciono `literalmente´ es porque muchos de nosotros rozamos en varias ocasiones el límite entre la vida y la muerte" escribe en las primeras líneas.
Sigue: "Nos encontrábamos en la cuarta planta, a la entrada del pasillo que conducía a un espacio lo más parecido al infierno que pueda existir en la Tierra. Arrodillados en el suelo, con un calor asfixiante, como si te metiesen en el interior de un horno de gas y estuviese soplando a su máxima potencia".
No tenían visibilidad, explica, y se guiaban sólo por el tacto y el oído, aunque el único sonido distinguible era "el tremendo bufido de las llamas que no te permitían comunicarte con el compañero".
Asegura haberse acordado de los suyos "quizás por última vez", mientras avanzaba con un insoportable calor, con una lengua de fuego que recorría todo el pasillo, "varios metros por detrás de nosotros; justo por donde hemos entrado. Arrastrándote como una auténtica rata, y sin saber ni cómo, consigues salir corriendo de aquella zona".
"En un sólo segundo, esa realidad te enseña qué cerca y qué frágil se encuentra la línea que separa la vida de la muerte. Sin embargo, y sin pensarlo ni un instante, das media vuelta y vuelves a intentarlo porque tu corazón no te permite que salgas huyendo [...]"
García Sarmiento espone al Alcalde en la carta que como servicio no se tiene adecuadamente en cuenta su trabajo "hasta que no llega un aciago día, como el pasado 10 de agosto".
En este sentido manifiesta "que el servicio de bomberos de la ciudad de León está infravalorado y que supuestamente, sólo hacemos quejarnos de nuestras carencias o que reclamamos un dinero por un trabajo que ya hemos realizado. Un reclamo que personalmente, considero estar en mi más absoluto derecho a hacerlo".
Por ello, concluye la carta, espera "que este desgraciado incidente, sirva para que usted pueda recapacitar sobre el trabajo que desempeñamos, y suponga un punto de inflexión en la historia de la ciudad de León, en cuanto a la labor de sus bomberos se refiere".
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