Cada vez menos insectos

La actividad humana amenaza la biodiversidad de animales de todas las especies.

  · Traducido por Patricia Bares

04 DE OCTUBRE DE 2019 · 10:00

Una mariposa monarca. / Izabelle Acheson, Unsplash CC,
Una mariposa monarca. / Izabelle Acheson, Unsplash CC

A lo largo de la historia, la actividad humana ha ido afectando la población animal con frecuencia.

Una de las afectaciones más graves probablemente haya sido la del pájaro Dodo, el cual se extinguió en el siglo XVII debido a la actividad humana en las islas Mauricio.

En la actualidad, es bien sabido que las cifras de algunas especies están disminuyendo drásticamente, entre los cuales destacan animales tan conocidos como elefantes y tigres. 

Sin embargo, el descenso de estos mamíferos tan destacados solo es una pequeña parte de un problema global mucho mayor, lo cual ha ido afectando a todo tipo de animales. 

Es el caso de los insectos: las cifras están disminuyendo a una velocidad tan alarmante que se habla de una “caída de insectos”.

Un estudio reciente mostró que un 40% de las especies de insectos corren el riesgo de extinguirse, y los autores estiman que el total de insectos del mundo está disminuyendo a un ritmo anual de un 2,5%.

El ritmo de la extinción de insectos es ocho veces más rápido que el de los animales de mayor tamaño (mamíferos, pájaros y reptiles). 

Esto no es solo una tendencia a largo plazo, sino más bien algo que afecta al presente, pues algunas poblaciones de insectos han caído en apenas unos años. En los Estados Unidos, la población de mariposas monarca cayó un 90% en solo 20 años. 

Un estudio anual llevado a cabo en reservas naturales de Alemania ha demostrado que se ha producido un descenso del 76% en las cifras de insectos desde 1989. En el bosque lluvioso tropical de Luquillo, en Puerto Rico, en tan solo 35 años ha desaparecido un 98% de los insectos de suelo. 

A los animales de mayor tamaño es más fácil hacerles un seguimiento, así como hacer documentales televisivos. Por esta razón solemos pensar que la actividad humana es una amenaza mayor para ellos que para los animales de menor tamaño, como los insectos

No obstante, tal como muestran estudios recientes, la actividad humana amenaza la biodiversidad de todas las especies del mundo. Los científicos concluyen que como no se tomen medidas, “los insectos como conjunto terminarán extinguiéndose en cuestión de décadas.

Las repercusiones que tendrá esto para los ecosistemas del planeta serán, sin exagerar, catastróficas.”

¿Cómo deberíamos pensar los cristianos sobre este descenso de insectos y qué podemos hacer al respecto? Para más información sobre este tema, recomiendo leer el excelente artículo de David Bookless sobre la Biblia y la biodiversidad, pero permitidme que destaque algunos puntos importantes.

  • Dios se preocupa por los insectos

Cuando Dios creó a los insectos, se les describió como “buenos” (Génesis 1:25). Dios sigue preocupándose por su creación, incluidos los animales de todo tipo (Job 38-41, Salmo 104).

En la historia de Noé, Dios se asegura de que todo “tipo” de ser vivo se salve (Génesis 6-9), dando énfasis en el valor que Dios le da a la biodiversidad. Ya que Dios se preocupa por los insectos, nosotros también deberíamos hacerlo. 

  • Ser humano significa actuar como siervo y señor de la creación

En Génesis 1, los seres humanos fueron creados a la “imagen de Dios” para gobernar la tierra. La idea de “gobernar”, sin embargo, es una responsabilidad que se le da a los seres humanos, no un derecho para explotar la tierra y conducir a los insectos a la extinción.

Basándose en los textos del antiguo oriente próximo, los estudiosos sugieren que una implicación del significado de la “imagen de Dios” en Génesis 1 es que Dios escoge a los seres humanos para que sean reyes y reinas en la tierra. 

Con todo, el modelo de monarquía que deberíamos seguir es el de Dios. Nuestro comportamiento como monarcas debería moldearse a partir de su carácter, ejemplificado en su sirviente y rey terrenal perfecto: Jesús.

Los humanos somos los escogidos para gobernar la tierra, pero nuestro papel debería consistir en ofrecer un servicio generoso y compasivo. Nuestra función, desafortunadamente, se ha distorsionado tras la Caída, pero eso no hace desaparecer la vocación que Dios ha otorgado a la humanidad. Preocuparse por los insectos es parte de lo que significa ser verdaderamente humano. 

  • Preocuparse por los insectos es justicia social

Dios se preocupa profundamente por la justicia social (Deuteronomio 10:18) y durante su ministerio, Jesús demostró su compasión por los pobres, vulnerables y marginados. 

Hoy, este descenso acentuado de la población de insectos presenta amenazas graves a al menos dos grupos marginales. El primero son los pobres de todo el mundo: si se disminuye el número de insectos, destruimos los ecosistemas de los más desfavorecidos.

A medida que desaparezcan los insectos polinizadores, por ejemplo, será mucho más difícil producir comida, y serán los pobres de todo el mundo los que se verán más afectados. El otro grupo son las generaciones futuras: los niños del presente y sus futuros hijos.

Con las cifras actuales que muestran que cada vez hay menos insectos, se  puede deducir que el mundo se va a convertir en un lugar para vivir aún peor de lo que habíamos experimentado hasta ahora. Tenemos que llevar a cabo una gran justicia intergeneracional, pues son nuestros hijos y nietos los que sufrirán las consecuencias en el futuro sin tener culpa de nada.

El salmista habla de enseñar a las generaciones futuras sobre el amor y la fidelidad de Dios (Salmos 22:30-31; 89:1), y esto se debe cumplir con hechos y palabras.

 

¿Qué podemos hacer?

Una de los factores más importantes que los científicos identificaron del descenso en la cifra de insectos es el sistema alimenticio global, lo cual conlleva una pérdida de hábitat y un uso de pesticidas y fertilizantes. A nivel individual, podemos plantearnos consumir más alimentos orgánicos, tal como han sugerido recientemente algunos científicos. 

Aunque la acción llevada a cabo a nivel individual es necesaria, no es suficiente. Para revertir este descenso en la cifra de insectos, necesitamos que organizaciones y empresas de todo tipo se involucren, desde granjeros a grupos de campaña medioambiental.

Básicamente, necesitamos alejarnos de una “ética productora”, la cual pone más énfasis en la cantidad y el enriquecimiento. Debemos adoptar una ética que se base en valores de responsabilidad y justicia social

A nivel de política pública, la prohibición de los neonicotinoides respaldada por el gobierno del Reino Unido, por ejemplo, fue un paso en la dirección correcta. No obstante, se necesita hacer más. Además de la decisión de prohibir las pesticidas, el gobierno también debería plantearse apoyar económicamente a los granjeros que promuevan la biodiversidad de forma activa, especialmente granjeros a escala más pequeña que usan métodos menos intensivos de producción.

Todos estos datos son bastante desalentadores, es fácil desanimarse al pensar que tu contribución individual parezca pequeña ante un problema global tan grande. La respuesta emocional natural es sentir temor e impotencia. 

Aun así, sabemos que Jesús nos llamó a seguirle con fe y en todos los aspectos de nuestra vida, incluido el cuidado de los insectos. No nos deja solos en este asunto. 

Podemos tener confianza y esperanza, “porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”. (2ª de Timoteo 1:7)

Andrew Phillips participa en el programa de graduados SAGE del Jubilee Centre. Se graduó de la Universidad de Oxford con la carrera de Clásicos y hebreo bíblico.

Este artículo se publicó por primera vez en la página web del Jubilee Centre y se volvió a publicar con permiso del autor.

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