Del peso justo y dinero honesto

La cuestión del dinero honesto es realmente fundamental para la libertad.

13 DE FEBRERO DE 2019 · 12:32

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En el libro de Levítico Dios establece las leyes por las cuales el pueblo hebreo habría de regirse a partir de entonces. Las leyes son necesarias para vivir en sociedad, ya que establecen el marco en el que los individuos hemos de actuar para no violar la libertad de los demás y, al mismo tiempo, nos dan la seguridad de que nuestra propia libertad también debe de ser respetada por los demás.

Cumplir leyes requiere disciplina; la disciplina nos hace responsables y la responsabilidad es fundamental para la libertad de una sociedad. La alternativa a la responsabilidad individual es el gobierno de los tiranos que nos dictan todo lo que tenemos que hacer. Esta función curiosamente la va asumiendo en medida creciente en nuestros días el Estado del Bienestar, que yendo más allá de mitigar los casos de emergencia social lleva inevitablemente a la corrupción de la sociedad premiando la pasividad y castigando la productividad según el lema: “tengo un problema - ¡que el estado lo arregle!”

En cuanto al dinero y la mercancía honesta, la Ley de Moisés establece lo siguiente:

No cometáis injusticia en los juicios, en medidas de tierra, ni en peso ni en otra medida. Balanzas justas, pesas justas y medidas justas tendréis. Yo soy Jehová, vuestro Dios, que os saqué de la tierra de Egipto.”

Las medidas y las pesas justas, es decir, las que se rigen por unos estándares que podían ser aceptados fácilmente basándose en las costumbres y el sentido común, son sólo un ejemplo de una medida vinculante que garantiza la libertad de individuo. Manipular estándares físicos como las medidas y las pesas significa que con anterioridad se han manipulado los estándares morales.

Y -según la Biblia- existe una conexión muy interesante entre el peso justo y el comportamiento de una persona. En el caso concreto hablamos de un gobernante. Se trata nada menos que del rey de Babilonia.

Los versículos en cuestión no reflejan sólo una forma de disciplinar al pueblo hebreo sino son además una metáforaa plicable a todo el mundo. Dios, el Juez Supremo, “medirá” y “pesará” a cada persona. Daniel 5:25-27 dice:

Y la escritura que trazó es: MENE, MENE, TEKEL, UPARSIN. Esta es la interpretación del asunto: MENE: Contó Dios tu reino, y le ha puesto fin. TEKEL: Pesado has sido en balanza, y fuiste hallado falto.”

Por tanto, al pesar y al medir, el hombre actúa simbólicamente como juez y depende de Él que se haga justicia o no. El mensaje implícito es que el que actúe como juez tenga en cuenta que Dios también hará justicia con él.

La medida y el peso aplicados al dinero que sirve a la vez de mercancía son importantes a la hora de comprobar la autenticidad de éste. El oro y la plata, por ejemplo, tienen una densidad específica, por lo que una moneda o un lingote de unas determinadas medidas tendrá un peso determinado.

Ahora bien, hoy en día ni el oro ni la plata se utilizan como dinero. Lo que solemos utilizar son billetes y monedas que sólo tienen un valor nominal. En un principio, este valor nominal correspondía a la cantidad de metal precioso que se especificaba en el billete y que el banco tenía bajo su custodia en forma de oro o plata. Es decir, un banco expedía tantos billetes (resguardos) como reservas de metales preciosos tenía en su poder, respetando una ratio de 1:1. A veces me sorprende que aún hoy existen personas que creen que el Banco de España (que a esas alturas ya no pinta nada) o el Banco Central Europeo garantizan el valor del dinero por las reservas de oro que tienen. No es así porque apenas tienen oro1.

Y como bien sabemos, hace mucho ya de esos tiempos. El patrón oro, es decir, la garantía del dinero en curso por su contravalor en oro dejó de ser una realidad en casi todos los países del mundo antes de la primera guerra mundial. La razón es sencilla: uno no puede financiar dos guerras mundiales con lo ahorrado. El último vínculo entre una divisa y el oro -el dólar estadounidense- fue cortado por el presidente Nixon el 15 de agosto de 1971. Desde entonces -y por primera vez en la historia de la humanidad- existe únicamente el dinero “fiat” (creado artificialmente por los bancos centrales). Por lo tanto, los papeles que llevamos en la carterano son más que eso, papeles. No están respaldados en metales preciosos ni en nada que tenga ningún tipo de valor, sino únicamente en la confianza que depositamos los que utilizamos ese “dinero” en la entidad emisora, que en última instancia es el Banco Central.2

El hecho de que haya muchísimos más billetes en circulación que reservas de metal precioso es una clara violación del principio bíblico que estamos tratando. Cuando se nos dice que un billete tiene un valor concreto pero a la vez se están emitiendo muchos más sin respaldo alguno, se está produciendo un fraude, ya que nuestro billete vale menos de lo que se nos ha dicho en un principio.La única diferencia que existe entre el dinero mercancía y el dinero papel es que el segundo es más fácil de falsificar. O dicho de otra manera: es imposible medirlo y pesarlo para saber si se trata de un billete auténtico y respaldado (aunque hoy en día sabemos que ninguno está respaldado, en un principio, cuando aparecieron los primeros billetes de banco, sí que lo estaban). La única garantía de su validez es la fe ilimitada de la gente en la palabra de un Banco Central. Personalmente prefiero confiar antes en un individuo que se dedica a la práctica del “tocomocho” que en un Banco Central.3

El sistema (fraudulento) financiero mundial es tan complejo hoy que hasta los expertos en ese tema ya no lo entienden. Sin embargo, el principio del dinero honesto es fácilmente comprensible. Cuando se intercambian bienes, ambas partes esperan recibir lo que se les ha prometido. Cuando una de las partes intercambia un dinero que vale menos de lo que la otra parte cree recibir, se está violando directamente el principio bíblico de justicia y, en concreto, el octavo mandamiento: “No hurtarás”.

La cuestión del dinero honesto es realmente fundamental para la libertad. El dinero honesto requiere de una sociedad honesta formada por individuos responsables y regida por leyes justas que persigan el fraude y la coacción.

Si incluso Dios, que por definición es el monopolista absoluto de nuestra propia existencia, le permite al ser humano vivir su vida con libertad (la prueba está en que según el relato de Génesis, Dios les dio a Adán y a Eva la libertad de elegir respetar o no la prohibición de comer del Árbol del Conocimiento), ¿cómo puede defenderse entonces el monopolio del Estado sobre el dinero desde una óptica bíblica? Tenemos que aceptar que el hombre es un ser limitado que no tiene a su disposición toda la información necesaria para controlar el mercado de forma eficiente, de modo que tampoco puede establecer un monopolio del dinero, que posiblemente sea el monopolio que acarrea las consecuencias más nefastas.Y ejemplo de este tema es la totalidad sin excepción de todos los estados que optaban por una economía planificada en mayor o menor grado - y da perfectamente igual si son de tinte comunista/ socialista o fascista – han fracasado o están fracasando. Otro ejemplo es que hasta el día de hoy el 100% de todas las monedas “fiat” (artificiales) más tarde o temprano se fueron a pique. Lo mismo pasará con los dólares, euros, yenes y - claro - bolívares.

Gracias por haber leído hasta aquí. Admito que no es lectura fácil. Pero aún no hemos terminado. Por lo tanto vamos a dedicar la siguiente edición también a este tema. Darle a César lo que es de César. La pregunta es: Y ¿qué es de César?

 

Notas

1#El valor del oro que tiene el Banco de España suma aproxiamdamente 10.000 millones de euros. Solo la deuda pública asciende (2018) a 1,17 billones de euros (es decir: el 0,9% de la deuda está cubierta por oro) (véase: https://datosmacro.expansion.com/deuda/espana)

2#Si a finales de 1972 España hubiera adoptado una paridad entre la peseta y el oro, los precios serían en la actualidad 23,5 veces menores. El estudio pone de manifiesto que la peseta [y luego el euro, J.H], de media, ha perdido la mitad de su poder adquisitivo cada ocho años. Así, una vivienda que hoy alcanza los 600.000 euros costaría tan sólo 25.466 euros. El abandono del patrón oro ha permitido a los bancos centrales abandonar una disciplina monetaria rigurosa y coherente. (https://www.juandemariana.org/investigacion/archivo-de-publicaciones/el-patron-oro-y-la-inflacion-en-espana)

3#https://oroinformacion.com/mientras-los-bancos-centrales-rearman-sus-reservas-de-oro-espana-hace-el-don-tancredo/

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Teología - Del peso justo y dinero honesto