Poco valor

Todos nos necesitamos. Todos debemos ayudarnos, comenzando por nuestra propia familia. Todos debemos agradecer lo que otros hacen por nosotros.

26 DE NOVIEMBRE DE 2018 · 09:00

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El nadador Michael Phelps fue una de las estrellas de los Juegos Olímpicos celebrados en Atenas 2004 al conseguir ganar cinco medallas de oro y dos de bronce. La verdad es que pudo haber ganado un sexto oro porque había participado en las eliminatorias y semifinal de los 4 x 100 estilos, pero no nadó la final porque cedió su puesto a Ian Crocker, uno de sus amigos. Ian había tenido unos Juegos horribles, incluso había privado a Michael de ganar una medalla más de oro al nadar muy mal en la prueba de los 4 x 100 libres; pero Michael hizo valer su amistad y le dio la oportunidad de ganar un oro «seguro» con el equipo de EE.UU. Más tarde (Pekín 2008), Michael se convertiría en el mejor nadador de la historia al ganar nada menos que ocho medallas de oro más. Y en Londres 2012, antes de retirarse, batió todos los récords alcanzando la cifra de 22 medallas olímpicas ganadas.

A veces el deporte nos recuerda alguno de los valores que merecen la pena en la vida. El trabajo en equipo, la lealtad y la amistad son parte de esos valores universales. «Si alguien puede prevalecer contra el que está solo, dos lo resistirán. Un cordel de tres hilos no se rompe fácilmente» (Eclesiastés 4:12). Palabras sabias que jamás deberíamos olvidar.

Nadie puede subsistir por sí mismo. Ni la persona más famosa o po- derosa del mundo, ni el multimillonario más conocido pueden llevar a cabo sus planes sin contar con los demás. ¡Justo lo contrario! Aquellos a los que muchos desprecian por tener «poco valor» son los que realmente hacen que el mundo siga adelante. Las profesiones que consideramos menos importantes suelen ser las más valiosas.

Lo cierto es que vivimos en un mundo con los valores cambiados, en el que muchas personas que pasan sus vidas sentados y tomando decisiones (en bastantes ocasiones equivocadas, además) son los que cobran millones de euros, mientras otros se juegan la vida ganando muy poco.

Nos queda mucho que aprender. Tenemos que comenzar a apreciar y agradecer a los que trabajan en lo más sencillo pero que, al mismo tiempo, es lo más imprescindible en nuestra vida. Podemos vivir perfectamente sin el último cantante de moda, sin el mejor deportista del mundo, o sin el político más admirado en los últimos meses. Los que ocupan las primeras páginas de la prensa y las personas más poderosas de nuestro país jamás harán algo por nosotros. Pero no podemos vivir sin la persona que nos vende lo que vamos a comer, o sin quienes nos ayudan a limpiar nuestra casa y nuestra calle para que no perdamos nuestra salud con infecciones.

Nos sigue quedando mucho por aprender. Comienza a trabajar en equipo y recuerda siempre que la vida es un regalo de Dios, y ese regalo llega a ti también por muchas personas que te rodean y, quizá, hasta este momento, no les habías dado importancia. Todos nos necesitamos. Todos debemos ayudarnos, comenzando por nuestra propia familia.

Todos debemos agradecer lo que otros hacen por nosotros. Si nos paramos a pensar, quizás son mucho más importantes de lo que creemos. Tú eres mucho más importante de lo que crees.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Con otro ritmo - Poco valor