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El país de las mujeres

VI Premio de Novela La otra orilla 2010, escrito por la nicaraguense Gioconda Belli.

06 DE OCTUBRE DE 2017 · 10:24

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Esta novela ofrece una visión contraria a la del patriarcado. Muestra una perspectiva diferente de la sociedad si algún día fueran equipos de mujeres los que presidiesen los países, alguno al menos, puesto que en cuestión de gobierno están experimentadas, según dice la autora, con el de sus propios hogares.

 

El país de las mujeres

Para llevar a cabo dicho sueño, se usaría el término femenino como uso general y en vez de referirse a la ciudadanía, se adoptaría la expresión "Cuidadanía", ya que todos serían cuidadores los unos de los otros y responsables del país.

Uno de los ejemplos elegidos para esta nación imaginaria sería el cambio en la reforma educativa. Hasta los catorce años, el alumnado aprendería a leer y a escribir. Las horas restantes de clase las emplearían haciendo lo que más les gustara, la asignatura que cada cual eligiera. A partir de ahí, hasta los dieciocho, edad estipulada para alcanzar la mayoría de edad, chicos y chicas, además de gramática y ciencias, con el fin de concienciar recibirían clases de maternidad, estado femenino penalizado por las empresas cuando estas entran a formar parte del mundo laboral.

A los varones adultos también se les enseñaría a cambiar pañales, a educar bien a sus hijos, a desempeñar la labor de amos de casa dejando que sus esposas ejercieran la política y los trabajos que ellos habían estado realizando hasta entonces.

Para conseguir el cometido que pretende la novela, tendrían que expulsar de la administración a los varones. Las mujeres no se verían obligadas a perder su feminidad para ejercer cargos, no habrían de demostrar que eran como los hombres sino que trabajarían haciendo énfasis en lo femenino, esos dones que con frecuencia están obligadas a ocultar para ser aceptadas en la vida pública.

Es una obra centrada en un objetivo, dar la vuelta a la historia, cambiarla por completo, abrir los ojos y hacernos desear que el futuro tenga otras disposiciones, un mundo mejor organizado en el que se pudiera celebrar el "Día de la Igualdad En Todo Sentido", pues el trabajo fuera de casa nunca se adaptó a la vida de las mujeres, más bien las separó de la familia, incluso se les prohibió el aborto en lugar de despenalizar la maternidad. Dicho enfoque de autoridad haría que muchos hombres perdieran el sueño.

Esta administración ocasionaría problemas a ambos sexos, en su argumento surgen dificultades no fáciles de solucionar, pues se incluyen tramas y atentados políticos en contra del proyecto.

Formando parte de su contenido, la novela encierra cierta dosis de humor que no escapa al lector más distraído, como la referencia al cambio social que harían en el trato a los violadores, exponiéndolos al público en jaulas abiertas los jueves con la idea de dejarles allí durante todo el fin de semana. Los lugares estratégicos donde se exhibirían dichos especimenes serían los mercados, las plazas, los barrios o las calles donde fueron violadas sus víctimas. Sobre sus cabezas se colocaría un cartel con la pena que habían de recibir, la edad de las niñas y mujeres agredidas.

El relato es tan real que cuesta descartar la idea de ver, en un futuro quizá no muy lejano, un país regido sólo y exclusivamente por mujeres. El cambio de roles se lleva a cabo con ingenio exquisitamente divertido. Ellos pasan a realizar las tareas asignadas para ellas y viceversa. Toda una lucha de poder bien desarrollada entre sus 276 páginas.

El libro me cautiva por la ilusión feminista que transmite. Un mundo en manos de las mujeres puede parecer un disparate, sobre todo hace peligrar el estatus machista al que tanto nos han acostumbrado y que tanto nos está costando enterrar.

El mensaje general nos conduce a aceptar que no sólo los hombres tienen derecho a tomar decisiones, a poner en práctica sus expectativas, para ello suscribo lo que dice Gioconda Belli en uno de sus poemas "Yo bendigo mi sexo" y, asimismo, me enorgullezco de él.

En definitiva, hay que venirse arriba y luchar por un mundo igualitario, sea en el área que sea, social, política, económica o religiosa.

Termino con unas líneas del libro que espero nos lleven a la reflexión y al cambio:

"Desde niñas nos entrenan para que dudemos de nuestro criterio por emocional, sensible, subjetivo, falto de racionalidad. Yo quiero que las mujeres se den cuenta de que son sabias, que pueden ser tan sabias en gobernar un país como lo son en gobernar su casa".

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Tus ojos abiertos - El país de las mujeres