Deseables migajas

Necesito el silbo apacible que mitigue mis miedos.

14 DE AGOSTO DE 2017 · 16:32

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El hambre es el primero de los conocimientos: tener hambre es la cosa primera que se aprende. (Miguel Hernández )

He sentido holgura en el alma cuando entre las ventanas que en antaño rezumaron imágenes gratas, observo desconocidos parajes.

Lugares que no conozco y que ahora me dan asilo porque cometí la torpeza de abandonar mi casa.

Todo lo que recuerdo tiene impregnado tu esencia, esa ternura inefable que desprendías en mí.

Añoro lo que en un tiempo brotó y que hoy se mustia al sentir la pereza del continuo sueño.

Voy como en un devaneo; delirio de una cabeza que tras largos ratos de apoyo en un hombro amigo, descuidada se troncha sobre un cuello desgastado y senil.

Marcho hacia tierra de nadie, rastreando huellas, inmersa en mil plegarias, soñando con una voz, posible voz amiga, que con el contorno suave de una bien tejida frase, me indique el sendero de baldosas amarillas.

Busco entre los ruidos ensordecedores una nota amable que apacigüe esta desazón.

Busco entre los latigazos lastimeros una caricia que contagie mi ser de esperanza.

Busco tu rostro entre la multitud que espera ansiosa su pan. Me recuesto en el valle y pacientemente aguardo a que se produzca el milagro.

 

Tengo hambre de ti. Necesito ser saciada.

Necesito tu bondad derramada.

Necesito tus palabras sabias.

Necesito el silbo apacible que mitigue mis miedos.

Necesito atraer hasta mí la ilusión y enarbolar el deseo de vivir viviendo. Como un perrillo hambriento, deseo saciarme de esas migajas que caen de la mesa del amo.

Una vez más tengo que recordar

Que hay miles de sendas, pero un solo camino.

Muchas incógnitas, pero una sola respuesta.

Demasiados ídolos, pero un único Dios.

 

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