Annie Johnson encontró mayor gracia

Cuando sufrimos, lo que necesitamos no son explicaciones, sino a una persona, nuestro Padre celestial.

28 DE NOVIEMBRE DE 2013 · 23:00

<p>
	Annie Johnson Flint, compositora.</p>
,

Annie Johnson Flint, compositora.

Annie Johnson Flint fue la autora de más de 6000 himnos y canciones gospel, muchas de las cuales son cantadas hoy en Iglesias evangélicas por todo el mundo. Annie era huérfana, y la mayor parte de su vida sufrió una artritis crónica, que le impedía llevar una vida “normal”. En los últimos años de su vida padeció un cáncer, pero lejos de llenar su vida de tristeza, compuso uno de sus himnos más conocidos: “Dios da más gracia cuando aumenta las cargas... A mayores aflicciones, mayor misericordia. Si las pruebas son muchas mayor es la paz” Se han escrito muchas cosas sobre el sufrimiento. Personalmente he leído casi un centenar de libros en los que se explicaban las razones para sufrir, las verdades psicológicas, bíblicas, o sociológicas por las que sufrimos. Tengo que reconocer que no me han ayudado mucho. Algunos hablan de una actitud que aprende a “soportar” todas las cosas, sin salir del sufrimiento, pero demostrando que somos “buenos cristianos”. Otros te dicen que tenemos que pasar por encima de todas las cosas y vencer. Ver la vida de una manera diferente. Otros van aún más allá y enseñan que si sufrimos es porque hay algo que anda mal en nuestra vida, y que los culpables de nuestro sufrimiento somos nosotros mismos. ¿Sabes? La mayoría de las veces, lo que necesitamos es llorar, sencillamente, y decirle al Señor todo lo que hay en nuestra alma. Aunque no entendamos nada. Aunque a veces nos dé la impresión (¡Nunca es cierto!) de que nadie nos escucha. Cuando sufrimos, lo que necesitamos no son explicaciones, sino a una persona, nuestro Padre celestial. Como nuestros hijos nos buscan cuando tienen dolor, no para que los curemos, ni para que los llevemos al médico, sino para que los abracemos, para que los consolemos, para que estemos con ellos mientras sufren. Si el llanto de nuestros hijos nos conmueve a nosotros, ¡Cuánto más no conmoverá el corazón de Dios nuestro sufrimiento! A Dios no le preocupa nuestra ira, sino nuestra indiferencia. No teme los arrebatos de palabras contra El, lo único que le entristece es nuestro silencio. No nos echa en cara jamás nuestras lágrimas, lo que nunca puede comprender es que le demos la espalda. Dios nos da mayor gracia. Dios pone paz en nuestro corazón porque sabe exactamente lo que estamos pasando. Sufre con y por nosotros… Eso es lo más grande del sufrimiento.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Con otro ritmo - Annie Johnson encontr&oacute; mayor gracia