La magia de Oz no quita la soledad

Judy Garland fue la intérprete de dos de las películas más famosas de los primeros años en la historia del cine.

08 DE JUNIO DE 2011 · 22:00

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Hablamos de “Mago de Oz” (1939) y “Ha nacido una estrella” (1954). Fue considerada una de las grandes leyendas de Hollywood, admirada y querida por todos. Meses antes de morir, comentaba a uno de sus amigos “Si yo soy una leyenda, ¿Porqué estoy siempre tan sola?” Hay una estadística que nos hiela el corazón. Una de las que poco se suele hablar, porque es en sí misma terrible, desesperante, incomprensible: cada cuarenta segundos, una persona se quita la vida en nuestro mundo. Las razones las conocemos todos: soledad, desesperación, desaliento, desengaño, dolor, odio… La desesperación es la madre de muchas torpezas. Cuando hacemos cosas porque creemos que no tenemos otro remedio, o porque estamos desesperados, solemos equivocarnos. Mejor parar un momento y tomar una decisión sopesando las circunstancias. Nunca debemos tomar una decisión cuando estamos desesperados. Solemos pensar que no hay salida, que nuestra vida es un fracaso, que hemos fallado demasiadas veces, que nadie va a soportarnos más, y así cientos de cosas que no tienen razón de ser... pero que nos atormentan. Nunca es bueno dejarse llevar por la desesperación. Dios siempre nos da una salida. Siempre hay un amanecer al día siguiente, sólo necesitamos esperar... Por muy solos que nos sintamos, o por muy “sin sentido” que parezcan las cosas, la desesperación no es la salida, es sólo un engaño de nuestro enemigo. La desesperación es el lenguaje del diablo. Algo más: Ten cuidado con el desaliento. Abandonar, creer que nada merece la pena, pensar que nuestra situación no tiene remedio no son más que mentiras que nuestro enemigo nos hace creer. Muchas veces las cosas no son como parecen. No siempre estamos tan solos como creemos. No te dejes llevar por pensamientos o situaciones que te hagan sentir solo/a, desalentada/o o desesperado/a, porque todavía tienes muchos momentos que vivir. Muchas situaciones de las que disfrutar. Muchos días para sentirse inmensamente feliz. Esos momentos y esos días están escritos en tu futuro. Dios mismo lo ha hecho así, recuérdalo y ¡vive! Lo más precioso que tienes es tu propia vida.

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