Josué y los nacionalismos (Libros históricos I)

Resulta muy fácil extraer una lectura nacionalista que incluso sirva para legitimar cualquier acción en el presente. Pero no es ni honrado, ni justo ni armónico con la voluntad de Dios.

19 DE FEBRERO DE 2015 · 17:00

Espada judía de tiempos del rey David,espada, Israel
Espada judía de tiempos del rey David

La Torah o Pentateuco es seguida en la Biblia hebrea o Antiguo Testamento por un conjunto de libros que los judíos denominan primeros profetas y los cristianos, históricos.

Ambos nombres son correctos ya que si bien los textos pretenden contar la Historia de Israel tras la muerte de Moisés, no lo es menos que no pocos de sus protagonistas realizaron un ministerio profético en el seno del pueblo de Dios.

El primero de estos libros es Josué. En él se recoge no sólo la vida de Josué, el sucesor de Moisés, sino, fundamentalmente, la toma de la conquista prometida tal y como Dios había prometido a los patriarcas.

Puede comprenderse que cuando un texto describe el establecimiento de un pueblo en una tierra y el desplazamiento de otros resulta muy fácil extraer del mismo una lectura nacionalista que incluso sirva para legitimar cualquier acción en el presente.

Resulta fácil, pero no es ni honrado, ni justo ni armónico con la voluntad de Dios.

Al respecto, el libro de Josué es muy claro.

1. De entrada, la conquista de la tierra no se produjo porque los israelitas tuvieran un derecho a poseerla indiscutible e incondicional. A decir verdad, como señala el libro de Génesis 15: 16, los israelitas sólo entrarían en la tierra no cuando ellos quisieran sino cuando “hubiera llegado a su límite la maldad de los amorreos”.

En otras palabras, eran un instrumento del juicio de Dios y se beneficiaban de él, pero la Historia no se escribía en beneficio de Israel.

2. No deja de ser significativo que cuando Josué preguntó al jefe de los ejércitos de Dios si estaba con Israel o con sus enemigos, aquel se limitara a decir que “no” (Josué 5: 13-15).

Mala respuesta para un nacionalista, pero lógica idea desde la perspectiva de Dios que dista mucho de alinearse con un ejército frente a otro.

3. Incluso aceptando que Israel era el instrumento de Dios en ese momento histórico y que en este pueblo Dios estaba cumpliendo Sus promesas a los patriarcas, semejantes circunstancias no eximían a Israel de vivir de acuerdo con las normas dadas por Dios.

El caso de Acán descrito en el capítulo 7 no puede ser más evidente. Cuando el pueblo de Israel no vive de acuerdo con las enseñanzas recibidas, cuando se deja guiar por la codicia, cuando incurre en el pecado –aunque sea oculto– no puede esperar bendición alguna sino el amargo sabor del fracaso.

Si algo muestra el libro de Josué es que Dios cumple Sus promesas y lo hace en aquellos que en Sus Escrituras meditan día y noche siendo valientes para obedecer (Josué 1: 7-9), pero que no concede preferencia a nadie por mucho carnet espiritual que ostente.

Quizá ahí se encuentra la clave de por qué Israel no conquistó toda la tierra (Josué 13), el que no pensara que eran sus méritos los que le habían merecido las victorias.

Como le había dicho Dios a Moisés, Israel debía recordar que su padre había sido sólo un “arameo a punto de perecer que había descendido a Egipto” (Deuteronomio 26: 5 ss).

Como tendremos ocasión de ver, cuando Israel recordó que nada merecía y que todo lo debía a la generosidad inmerecida de Dios su trayectoria fue dichosa porque era la adecuada.

Cuando, por el contrario, se consideró con derecho a quebrantar las leyes morales porque era Israel su destino siempre fue, más tarde o más temprano, el desastre.

 

Lecturas recomendadas: Josué 1: 5-9; Josué 5; Josué 6; Josué 7; Josué 23.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - La voz - Josué y los nacionalismos (Libros históricos I)