Saltamontes bíblicos
Las langostas causantes de a famosa plaga bíblica constituyen especies pertenecientes al ámbito de los saltamontes.
09 DE DICIEMBRE DE 2021 · 19:20

cuando entregó sus cosechas a los saltamontes,
y sus sembrados a la langosta; (Sal. 78:46, NVI)
Algunas versiones bíblicas en castellano traducen indistintamente la palabra hebrea, hagab, חָגָב, (Lv. 11:22; Nm. 13:33; 2 Cr. 7:13; Ecl. 12:5; Is. 11:22) por “langosta” o bien por “saltamontes”.
Sin embargo, aunque ambos términos son comunes y en ocasiones se usan como sinónimos, lo cierto es que existen diferencias entre ellos.
Se podría decir que las langostas constituyen especies pertenecientes al ámbito de los saltamontes. Ambos grupos son insectos ortópteros de aspecto parecido pero que difieren en su comportamiento.
En efecto, las numerosas especies de saltamontes llevan una vida solitaria y apenas afectan a la vegetación, mientras que las langostas presentan fases gregarias en las que, cuando se dan las condiciones ambientales adecuadas, pueden constituir enjambres de millones de individuos que devastan la vegetación natural y los cultivos humanos, provocando hambrunas.
Es la famosa plaga bíblica que, desgraciadamente, se suele ir repitiendo periódicamente hasta el día de hoy en algunas regiones.
La causante es la langosta del desierto (Schistocerca gregaria), originaria de África, Oriente Medio y Asia, perjudicando a más de 60 países de tales regiones.Tales plagas amenazan el medio de vida de una décima parte de la población mundial.
Los saltamontes, en cambio, son ortópteros más pequeños, como el de alas rojas (Oedipoda miniata), perteneciente a la subfamilia Oedipodinae y que se encuentra al sur de Europa, en el norte de África y el Medio Oriente, por lo que está presente en Tierra Santa.
El pastor bautista inglés del siglo XIX, Francis Augustus Cox, comentando las primeras palabras del salmo 24: De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan, hizo el siguiente comentario:
“Una noche, mientras David pastoreaba en sus años jóvenes las ovejas de su padre en los fértiles campos de Belén, el espíritu del Señor descendió sobre él. Y sus sentidos fueron abiertos y su comprensión esclarecida para que pudiera percibir y entender los sonidos del cántico de la noche (…). Le bendigo desde las alturas, exclamó la suave y delicada voz de la luna. Nosotras también te bendecimos, respondieron las estrellas; y el ágil saltamontes añadió: Yo también le bendigo, pues él me bendice en cada gota de rocío. 1
1. Spurgeon, C. H. 2015, El Tesoro de David, CLIE, Viladecavalls, Barcelona, p. 716.
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