¿Sabe el fruto que lo es? Concienciándonos para ser fruto

El fruto es reconocido por otros. Lo disfrutan y lo comparten los otros. No es alimento para la propia planta que lo produce.

23 DE MAYO DE 2025 · 17:40

Foto: <a target="_blank" href="https://unsplash.com/es/@eino_art">Eino</a>, Unsplash CC0.,
Foto: Eino, Unsplash CC0.

Por sus frutos los conoceréis, pues no se recogen uvas de los espinos ni higos de los cardos. Así, todo árbol bueno da buen fruto; pero el árbol malo da fruto malo. El árbol bueno no puede dar mal fruto, ni el árbol malo dar fruto bueno. Todo árbol que no dé buen fruto será cortado y arrojado al fuego. De modo que por sus frutos los conoceréis. Mt 7, 16-20

El fruto brota y se hace. Depende su calidad de muchos factores.

El fruto no se reconoce a sí mismo como tal. El fruto es reconocido por otros. Lo disfrutan y lo comparten los otros. No es alimento para la propia planta que lo produce.

Es otro el que recoge el fruto, la rama no se adueña de él, lo deja caer cuando es maduro y el proceso ha terminado.

Es un alivio para la planta ser despojada de ellos para seguir produciendo nuevamente cuando llegue el tiempo.

El clima influye en la calidad y cantidad de frutos. El agua y el abono de la misma manera. Si se hostiga la planta dará poco o ninguno.

El fruto puede ser consumido directamente de la rama o llevado a otro lugar, pero eso es algo que la rama que lo produce no puede elegir.

El fruto puede ser robado, arrancado de mala manera antes de tiempo, cortado con cuidado o abandonado en el suelo después de su caída y maduración.

Antes de su consumo, el fruto debe ser limpiado de sus impurezas, polvo, barro, deterioro.

Todo fruto no es apto para ser consumido, gusanos, golpes, mal sabor, inmadurez. Por otro lado, el fruto debe ser comido cuando está en su punto, ni antes ni después.

El fruto no se recoge a sí mismo ni se aprovecha para sí, el fruto no se come a sí mismo.

El fruto es ajeno a lo que es. Son los demás quienes lo aprecian, lo toman por bueno o lo desechan.

Siempre, al acordarme de vosotros, doy gracias a mi Dios; y cuando oro, pido siempre con alegría por todos vosotros, que desde el primer día y hasta hoy os habéis solidarizado con la causa del evangelio. Estoy seguro de que Dios, que comenzó a hacer en vosotros su buena obra, la irá llevando a buen fin mientras llega el día en que Jesucristo regrese. Es muy justo que piense así de todos vosotros, porque os tengo mucho cariño y porque participáis conmigo de las mismas bendiciones, ya sea que me encuentre en la cárcel o que me presente ante las autoridades para defender y confirmar el anuncio del evangelio. Dios sabe cuánto deseo veros a todos, por el entrañable amor de Jesucristo. Pido en oración que aumente más y más vuestro amor, y que alcancéis mucha sabiduría y entendimiento en todo, para saber escoger siempre lo mejor. Así podréis vivir una vida limpia y no habrá nada que reprocharos cuando Cristo regrese, pues entonces presentaréis una abundante cosecha de buenas acciones gracias a Jesucristo para honra y gloria de Dios. Fruto de justicia. Fil 1, 3-11

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