A través de tus ojos

Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me recibisteis, anduve sin ropa y me vestisteis, caí enfermo y me visitasteis, estuve en la cárcel y vinisteis a verme... Entonces los justos preguntarán: Señor, ¿Cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, o sediento, y te dimos de beber? Y ¿cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te vestimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? El Rey responderá y les dirá: De cier

22 DE MAYO DE 2008 · 22:00

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¡Qué grande eres Dios mío!, mientras la humanidad juzga a los hambrientos y se pregunta de dónde procede su hambruna en vez de ayudarles, Tú los llamas hermanos, porque sabes que el origen de su desgracia está en el camino que libremente han decidido tomar las sociedades en que vivimos. Mientras la humanidad busca excusas para culpar al sediento de su situación, Tú lo llamas hermano, sabiendo que el planeta entero está muriendo de sed natural y espiritual; mientras la humanidad hace cuestionarios al que llama antes de abrir las puertas de casa, Tú llamas hermano al forastero, sin amedrentarlo con cual fue la causa de su partida o su llegada; llamas hermano al que anda desnudo, sin condenarle por los motivos que le llevaron a su ruinosa desnudez; llamas hermano al enfermo, sin meter Tu dedo en la llaga del motivo que le llevó a tal padecimiento; llamas hermano al encarcelado, sin culparle por el delito que le llevó a prisión. Mientras la humanidad naufraga en preguntas y en juicios, Tú amas a estos seres que a duras penas subsisten, que viven castigados de una u otra forma. Amas estas almas que viven en estaciones equivocadas. Sin embargo, la humanidad se mete la mano en los bolsillos esperando a ver quien las levanta primero para ponerse manos a la obra, convencida de que estos seres que viven en desgracia merecen el silencio impuesto, la mirada hacia otro lado, la clausura de todas las puertas... Son los marginados. Y nosotros, los llamados cristianos, no somos los jueces de la Tierra. Nosotros, los que somos salvados por Tu gracia, somos los invitados de honor a cambiar de actitud ante ellos. Una de las particularidades del que ama es estar al lado del que sufre. Amar es no hacer astillas del árbol caído. Amar es ayudar a levantarse al que no ha mirado bien y tropieza en su camino. Amar es sanar el espíritu necesitado con la presencia amiga. A partir de ahí el desamparado cambia de actitud y de horizontes, por el testimonio que damos de Tu grandeza. Tú eres amor, de sobra lo sabemos. Este amor es el único capaz de sostener en volandas a los que son tuyos; el único capaz de transformarles la visión del universo. ¡Pero qué grande eres, mi Dios!, pues prometes la vida eterna y llamas justos a los que tratan con estas personas buscándote a Ti en sus rostros. El tiempo transcurre y Tu misericordia no varía incluso en los momentos en los que no Te escuchamos. Y estarás siempre con el necesitado. Siempre con el necesitado... Tu llenura, en todas partes. Bienaventurados los que sepan ver a través de Tus ojos.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Tus ojos abiertos - A través de tus ojos