Divorcio entre cristianos (I)

Luis Eduardo Cantero

09 DE ENERO DE 2012 · 23:00

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El tema del divorcio ha generado muchas dificultades entre los líderes, pastores y creyentes. Algunas iglesias cristianas evangélicas se han negado a abordar el problema debido a su marco fundamentalista teológico y bíblico, que no permite el diálogo con otras ciencias del conocimiento, pues han tratado de mantener su doctrina “pura”, libre de cualquier contaminación. Según ellos, la teología debe estar sometida a la Palabra, cosa con la que estoy de acuerdo. Pero la Biblia misma esta construida por varias culturas, pensamientos filosóficos, teológicos, etc. Otras, en cambio, han tratado el tema y han elaborado una serie de estudios sobre el mismo. Han reflexionado desde la perspectiva ética jurídica en diálogo con las ciencias bíblicas y teológicas para asumir una pastoral con los afectados. El objetivo de este artículo no sólo es para aclarar la posición bíblica del divorcio y cómo ésta ha sido interpretada a través de la historia de la Iglesia, sino también para aportar luz para una posible posición de la Iglesia hoy frente a la problemática del divorcio. Las premisas que surgen en este tema son: ¿Está permitido el divorcio desde el punto de vista bíblico? ¿Se permite a una persona divorciada casarse de nuevo? ¿Un pastor puede divorciarse y volverse a casar? Estas son preguntas difíciles de responder, porque decir algo sin tener en cuenta a las personas dentro de su contexto y situaciones difíciles es tratar de valorar las normas éticas cristianas morales. Nuestra posición ética y desde el evangelio debe seguir el modelo de Jesús, que no se reduce a una serie de normas morales. Tampoco debe tener principios ni prejuicios sino el seguir a Jesús. Esta debe ser nuestra dinámica, porque a Jesús, dice Paul Lehmann, ha de seguírsele dentro de realidades históricas y cambiantes. El apóstol Pablo era consciente de esto. “Nuestro apóstol respondía a las diferentes situaciones que surgían en la comunidad cristiana, trataba el problema no con principios normativos sino con consejos concretos, prácticos, basados en su propuesta teológica: libertad, gracia y comunión. Esto nos lleva a preguntarnos individualmente: ¿qué debemos hacer como miembros de la iglesia del Señor?”. [i] Ahora bien, como líderes, pastores y creyentes, miembros de la iglesia del Señor, que vivimos el problema en nuestras comunidades cristianas latinoamericanas, sentimos la necesidad de abordar el problema y dar respuesta a todas estas preguntas. Dejando de lado el subjetivismo doctrinario, nuestras propias interpretaciones teologales y bíblicas, nos acercamos al problema desde una ética inclusiva y guiada por el evangelio enseñado por Jesús, que nos llevará a ejercer una pastoral inclusiva sobre el tema del divorcio. Esto quiere decir que “no ignoramos las diferentes controversias que genera este tema entre nosotros y las diversas maneras de encararlo.” [ii] Por lo general, siempre intentamos abordar el problema desde una reflexión bíblica para llegar a una postura acorde a nuestros principios. Es por ello que quiero partir desde el experto en el manejo de los textos bíblicos (pastor, biblista, maestro) y el lector común de la Biblia (los creyentes y el público en general). 1. Los pastores y los creyentes de la comunidad: La Biblia Hans de Wit, en su reciente libro tituladoPor un solo gesto de amor. Lectura de la Biblia desde una práctica intercultural, nos comparte un modelo de interpretación intercultural, una nueva forma de leer la Biblia y de cómo el encuentro entre expertos y lectores comunes de la Palabra de Dios puede tomar forma de una manera profunda y enriquecedora (…). Una práctica en la que la confrontación es organizada y en la que la pregunta está abierta al diálogo entre experto y lectores comunes. Tomar conocimiento de cómo el otro, en su contexto y en su cultura, lee ese mismo texto que yo mismo leo, pienso y reflexiono sobre cualquier problema. Estas lecturas e interpretaciones individualistas, literalistas y fundamentalistas han ido socavando el verdadero valor del texto. Por ende, la propuesta del libro de Hans De Wit es tener una ética interpretativa de los textos bíblicos, pues esto nos ayudará a cambiar esos “modelos interpretativos unilaterales y fundamentalistas de lectura de la Biblia”. [iii] Con respecto a la Biblia, nuestro autor en consideración (De Wit), dice: “La Biblia es un libro que contiene una tradición ético – religiosa (tal como lo desarrolla en las páginas de su libro bajo la mirada del gran teólogo y filósofo Emanuel Levinas); es un libro que también quiere entenderse y llegar a ser operativo en la actual situación de globalización y, finalmente, quiere expresarse sobre la profunda asimetría que caracteriza nuestro mundo.[iv] Hemos aprendido como estudiosos de este libro valioso a hacer uso de ella: aprendimos a usar la exégesis como herramienta para comprender el sentido de los textos bíblicos, es decir, llegar a involucrarnos en el pensamiento del autor, desde un rigor ético y sagrado que nos lleva a buscar una respuesta correcta a los problemas existenciales de hoy. Esos problemas existenciales que vivimos hoy son: el divorcio, las convivencias de parejas antes del matrimonio, la política y la ley de matrimonios gays, y otros que no hemos tratado acá por tiempo y espacio, pero que con el transcurrir de nuestro quehacer pastoral necesitan ser abordados. Es bueno recordar que el acumular conocimiento especializado como bíblico y que no aporte nada al diálogo, que no logre una vida transformada para todos, es inútil. [v] Por ende, estamos desafiados desde la ética y el evangelio a buscar una respuesta a esos problemas y preguntarnos: ¿Qué puedo aportar a la práctica de los que hacemos uso de la Biblia y en qué manera podemos ser catalizadores en los procesos de transformación social? [vi] Antes de responder a estas preguntas, quisiera que hagamos una relectura histórica de cómo ha sido abordado el problema del divorcio que nos sirva para aclarar nuestra posición hoy frente al problema. Comenzaremos definiendo que “el divorcio es la ruptura del vínculo afectivo del amor que unía a una pareja”. Ahora pasamos a mirar el divorcio según la perspectiva del Antiguo Testamento. 2. El divorcio según el Antiguo Testamento Desde la ruptura de la primera pareja con Dios, el ser humano se vio en la necesidad de “ordenar a la sociedad, a los grupos humanos, regular las relaciones entre las personas, creando leyes que regulan la unión del hombre con la mujer (matrimonio), así como la separación de éstos (divorcio).” [vii] Es por esa razón que Moisés crea unas normas legales para reglamentar una práctica que existía desenfrenadamente (Dt. 24:1-4). Una forma para frenar esta práctica era limitar el divorcio. Pero la repudiada tampoco podía contraer matrimonio. Tampoco ellas podían divorciarse del varón, pues la ley sólo permitía a los hombres poder divorciarse de las mujeres, no importaba si fueran nacionales o extranjeras, como vemos en Esd. 10. Como la mujer no tenia estatus social, se sentía como un objeto, con la contradicción de que tenía más valor un animal que ella. Incluso se les exigió a los “sacerdotes no casarse con mujeres repudiadas” (Lv. 21:7,14). El libro de Levítico en el capítulo 18 contiene normas legales en cuanto a la unión conyugal; y en el libro de Deuteronomio, capítulo 24:1–4, encontramos algunas normas legales que regulan el divorcio. Pero, si observamos los capítulos que le preceden, se nota que el pasaje sobre el divorcio se encuentra dentro de una sección normativa que regula y protege al débil y al abusado (ver Dt. 23:16–25:19). Habla de la prohibición para volverse a casar, después de haber sido despedida por su marido (divorciada), pero el versículo que le sigue le da libertad a la mujer divorciada a volverse a casar. El problema surge cuando la mujer, casada por segunda vez, es despedida o enviuda de este segundo marido (v. 3). Su prohibición surge con el primer marido: si se casa con él, se vería mal dentro de la sociedad androcéntrica y sexista de la colectividad de varones. Pensar que sólo ella generaba impureza o un acto repugnante ante Dios es considerar que el texto ha sido construido en una estructura excluyente machista. Por eso considero que el divorcio “era ajeno a la cultura hebrea y judía”. [viii] Dios aborrecía la práctica del divorcio según Mal. 2:15–16. Aquí el consejo radica en el varón, pues, les llama la atención a los hombres a cuidar de “la promesa que le hicieron a la esposa de su juventud”. Y concluye que no sean infieles; “pues yo aborrezco al que se divorcia de su esposa y se mancha cometiendo esa maldad” (v.16): el énfasis esta puesto en el hombre, no en la mujer. 3. El divorcio según el Nuevo Testamento La ética del Nuevo Testamento apunta a dos aspectos importantes: el contenido de su pensamiento y el comportamiento de la comunidad cristiana primitiva. Hacer esta relectura de esta ética novotestamentaria “es hacer una reflexión retrospectiva del pensamiento y comportamiento de los cristianos de su época para encontrar elementos que nos sirvan para ayudar a transformar nuestro mundo en crisis de valores”. [ix] Algunas teologías e iglesias no satisfacen del todo las necesidades de su gente en su contexto, pues lo dejan a merced de cada cual o, en algunos casos, espiritualizan tanto que llegan a excluir o condenar a los que se divorcian. Siguen el pensamiento legalista, pero se olvidan de que el pensamiento y el comportamiento en la vida debe ser según el modelo de Jesús. Nuestro señor Jesucristo era consciente de las desigualdades sociales entre el hombre y la mujer, pues Su Padre había creado a ambos géneros en condiciones igualitarias (Gn. 1:27–29). La defensa de Jesús por el género femenino ha sido, en términos latinoamericanos, liberadora porque pone fin no sólo al machismo de su época, sino de todas las épocas de la existencia humana, destruye el poder demoledor del sexo y del eros, del esclavismo, del egoísmo, del deseo de posesión y del sentido de objeto de propiedad de la mujer. Es decir, la mujer vuelve al estado original con el cual Dios había creado a la mujer. [x] Por eso, Jesús en una oportunidad fue confrontado ante dos escuelas rabínicas: la de Hillel y la de Sammai. La primera sostenía que el varón podía divorciarse de su mujer por cualquier motivo. Y la segunda afirmaba que sólo habría divorcio por inmoralidad sexual, y permitía al esposo (no a la esposa) el divorciarse y casarse de nuevo (ver Mc. 10:1–12; Mt. 5:31–32; 19:3–9 y Lc. 16:18). De esta manera, la respuesta de Jesús es aclarar la intención original del matrimonio, una relación indisoluble: Dios los había creado para ser una unidad en sí misma, el uno para el otro, en el vínculo del amor; no son dos sino uno. De ahí que el divorcio no tiene lugar, ya que éste es una herramienta jurídica favorable al varón y no a la mujer, pues no tenían estatus social. Lo único que le permitía ser respetada por la sociedad varonil era el matrimonio. Es por ello que Jesús ve que la prohibición del divorcio viene a ser un instrumento de protección jurídico para la mujer y la familia, y asume su radicalismo en la defensa no sólo de la mujer sino de la familia. [xi] Esta línea de pensamiento es seguida por el apóstol Pablo y los primeros cristianos, aunque a veces pareciera que se contradice en su apreciación al rol de la mujer. Encontramos en las cartas a los corintios, en especial 1 Cor. 7:10–17, que hay una serie de prohibiciones con respecto al matrimonio, que nos interesan en esta ponencia, y que resumo así: · La mujer no se separe del marido y si se separa quédese sin casar · Maridos no abandonar a la mujer · Mujer no abandonar a esposo inconverso · Esposo no abandonar a esposa inconversa · Licencia a separarse si el cónyuge desea separarse Sin embargo, Pablo sigue el pensamiento de su maestro Jesús: quiere proteger a la mujer y a la familia. Su postulado fundamental es que en Cristo las fronteras desaparecen, las etnias, las culturas, las ideologías, por eso afirma que en Cristo ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos somos de Cristo Jesús (Gal.3:28). Este aspecto debemos tenerlo en cuenta cuando hacemos exégesis e interpretamos los textos de la misma forma en su aplicación hoy. (continuará) Luis Eduardo Cantero – Pastor, teólogo, maestro – Argentina

[i]Paul Lehmann, La ética en el contexto cristiano, Montevideo: Editorial Alfa, 1968, p. 141
[ii]Jorge Bravo – Caballero, El divorcio en la iglesia metodista, 2010
[iii]Han de Wit, “Contraportada”, en Por un solo gesto de amor. Lectura de la Biblia desde una práctica intercultural, Buenos Aires: Instituto Universitario ISEDET, 2010. Este libro es producto de las conferencias ofrecidas por el autor en la Cátedra Carnahan del Instituto Universitario ISEDET en Buenos Aires, Argentina
[iv]Ibíd., p. 119
[v]Ibíd., p. 121
[vi]Ibíd., p. 119
[vii]Jorge Bravo – Caballero, El divorcio en la iglesia metodista, op., cit.
[viii]Goodman, Phillip & Hanna, Jewish Marriage Anthology, Jewish Pub. Society: Phil, 1965, p. 294
[ix]Bravo – Caballero, Op., cit.
[x]Jorge Bravo, “El rol de la ética en el Nuevo Testamento”, en Apuntes teológicos, [Consultado: 28 – 03 – 11]: http://www.angelfire.com/pe/jorgebravo/etica.htm
[xi]Había un fuerte grupo de judíos que rechazaban todo tipo de divorcio y nuevos matrimonios

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